sábado, febrero 24, 2007

A falta de otro hermanito llega Chucky a la familia Amador Leiro
En la imagen aparece Nacho radiante el día de la llegada de Chucky, en compañía de su vecina y compañera de clase María, que tiene muy claro que será veterinaria de mayor.

Tras la triste historia que vivimos el pasado mes de enero con el perrito que compramos en la “Nueva Alfalfa” (Sevilla) y que murió a los dos días, como ya se publicara en este mismo blog. Comenzó una lucha contra viento y marea, para convencer a María de que no renunciáramos a ver cumplido el deseo de Nacho de tener un perrito por primera vez en mi vida. Tras la ardua tarea cotidiana de intentar convencerla cada día por fin indagó para que fuera buscando un cachorro de raza pequeña y macho, por las distintas protectoras de animales de la Costa del Sol Occidental. Y una vez mas comenzó a cumplirse la “Ley de Murphy” nos encontramos de todo: incluso “el perro de agua” que hubiera sido mi deseo, pero no terminaba de aparecer el perrito en cuestión, hasta que el pasado sábado 17 de febrero, unos minutos antes de que llegáramos a la protectora de animales de Torremolinos, una señora entregó una camada de cachorros con lagrimas en los ojos por no podérselos quedar para criarlos. Nada mas verlo, María y Nacho se quedaron enamorados y lo mas increíble es que María ha pasado de odiar mis pájaros tropicales y cualquier animal para tener en casa a sentir verdadera adoración por “Chucky”, hasta el punto de que está loca con el perro…¡sorpresas te da la vida!.

Obviamente, con los dos meses que ahora tiene, estamos en plena fase educativa, para que haga pipí y caca en la calle y no en casa, que no muerda las cortinas o los cables del ordenador, que no esconda: los calcetines, las babuchas o cualquier otra cosa que pille debajo del sofá. De momento llevo muy bien lo de levantarme a las 8,00 am. para sacarlo y ya estoy educando también a Nacho en la enseñanza de limpiar los regalitos que va dejando “Chucky”, y las pocas veces que me desobedece tengo en cuenta los “DIEZ MANDAMIENTOS PARA AMOS RESPONSABLES”:

1. Mi vida es de unos 10 a 15 años. Cualquier separación de tí será dolorosa.
2. Dame el tiempo para entender lo que quieres de mí.
3. Confía en mi. Es crucial para mi bienestar
4. No te enojes conmigo por mucho tiempo, y no me encierres como castigo. Tú tienes tu trabajo, amigos, y entretenimientos. Yo solo te tengo a tí.
5. Háblame. Aunque no entiendo tus palabras, entiendo tu voz cuando me habla.
6. Recuerda que núnca olvidaré la forma en que me trates. (Referencia a "Papel Arrugado").
7. Antes de que me golpees, ten en cuenta que yo tengo dientes que fácilmente podrían aplastar los huesos de tus manos, pero elijo no morderte.
8. Antes de que me regañes por ser flojo o poco cooperativo, pregúntate si no puede haber algo que me esté molestando. Tal vez no me esté alimentando correctamente, estuve mucho tiempo al sol, o mi corazón se está poniendo viejo y débil.
9. Encárgate de mí cuando envejezca. Tú, también, envejecerás algún día.
10. Y no me abandones en mi último viaje. Nunca digas "no podría verlo", o "ojalá que ocurra en mi ausencia". Todo es más fácil para mi si tú estás ahí. Recuérdalo, yo te amo.

jueves, febrero 22, 2007

Domingo, 18 de febrero de 2007
“Por las Cañadas de Ronda”, variante por "El Puerto del Oso" de la ruta Nº4, correspondiente a la mejor guía jamás escrita sobre la Sierra de las Nieves


En la mañana del “Referéndum del Estatuto Andaluz”, unos 24 socios y simpatizantes de Pasoslargos votamos por darnos cita en el Cortijo de Quejigales, asistiendo a dicho encuentro: numerosos miembros del comité de sabios, entre los que se encontraban: el mismísimo Rafa Flores “El Mago Gandalf de la Serranía”, Rafa Márquez “El Aristóteles de la senda”, “Paco Domínguez “El Reportero de las Cumbres”, “Rosendo”, “Power-point-Fernando” y Carlos Tapia “El Aprendiz de Mago”: con sus respectivas mujeres y sus intrépidos pupilos, curiosamente todos varones y todos venidos de Ronda. Y desde Coín: Santa Claus Per Johan y Ana Cristina, desde Istán: Dario “El Magnífico” y la dulce Celia, desde Málaga: Miguel “El Hombre que sabía demasiado” y Patricia “La Chica que miraba a las Estrellas”, desde Mijas Costa: “River Plate- Roberto”, Tommy “El niño prodigio” y desde Fuengirola: Juani. Otros muchos compañeros se quedaron con las ganas de participar en esta interesantísima jornada en compañía de los mejores guías con los que se puede visitar este precioso “Parque natural”, pero los inoportunos nombramientos para las mesas electorales y otros compromisos de la mas diversa índole les impidieron venir. Camino del Cortijo de Quejigales, nos encontramos con nuestro compañero otro compañero de pasoslargos, Campeón de España de Travesía en Cueva: el intrépido “José Luis Badillo” por el “Puerto de las Golondrinas” bajando a toda velocidad con su mountain-bike, después de haber llegado desde Ronda hasta “El Puerto de Pilones” en un tiempo record.

Para evitar un final de ruta llegando a los coches con las botas totalmente embarradas, decidimos comenzar la caminata por el teórico final y de esa manera, dejar atrás los tramos de barro al comienzo del día. Dicho lo cual, empezamos a caminar desde Quejigales hacia el este por el carril del Sabinal, como si fuéramos hacia Enamorados, el grupo avanzaba a buen ritmo con las alegres voces de los chiquillos. Al llegar al primer cruce, tomamos el camino de la derecha, menos marcado, que rápidamente nos lleva hasta las ruinas de la antigua casa del primer guarda forestal del parque, un entrañable rondeño llamado Francisco Molina, conocido popularmente como “Frasquito”, del que el Gran Rafa Flores, autor del libro “P.N. Sierra de las Nieves, Guía del Excursionista” nos estuvo narrando curiosas anécdotas de la vida y obras de este personaje, incluyendo un pequeño pesebre, camuflado hoy entre aulagas y esculpido en su día sobre una roca , para dar de beber a su perro y a su caballo. Próxima a las ruinas, nos encontramos con una placa conmemorativa fruto del primer acto oficial de la Asociación Senderista Pasoslargos en honor al citado guarda.
A partir de aquí, comenzamos a ganar altura suavemente encontrándonos ya con los primeros grandes pinsapos del recorrido llegando a la preciosa balconada del “Los Coloraillos” con magníficas vistas sobre la zona norte del parque y su prolongación hacia “Sierra Blanquilla” y “Sierra Hidalga”, además de las privilegiadas panorámicas sobre el Peñón de Ronda al nordeste y el Tajo del Canalizo y Enamorados al este, vistas de las que seguimos disfrutando a lo largo de la ascensión por “La Cañada de las Ánimas”, que curiosamente hace referencia a “las ánimas de los pinsapos caídos” que si bien volvemos a ver en la “Cañada del Cuerno” y la “De Enmemedio”, en esta primera, adquieren un carácter verdaderamente místico y casi sobrenatural: Aquí, cada pinsapo es completamente diferente al hermano que tiene a su lado, tanto en el tamaño, como en su forma o inclinación, hasta el punto que una compañera del programa de Canal Sur 2 Andalucía, “Espacio Protegido” llegó a calificarlo como “El bosque caótico”. No obstante, conviene aclarar que la senda está perfectamente marcada en todo momento y en nuestro caminar, vamos pasando junto a tremendos pinsapos centenarios, intercalados con pequeños pinsapitos, que alegran el alma a nuestro paso, creciendo incluso sobre la base de algunos troncos “muertos” o sobre rocas imposibles, como símbolos de esperanza, en estos tiempos oscuros en los que nuestro medio ambiente está mas amenazado que nunca. A lo largo de esta cañada es frecuente tropezarse con las ramas de algunos pinsapos que parecen querernos hablar, precisamente en muchas de sus ramitas, todavía colgaban los últimos restos de la nevada que había caído el día anterior, a modo de perlas cristalinas. Las manchas de nieve cada vez mas presentes en las distintas zonas de umbría por las que íbamos pasando, terminaron por regalarnos un paisaje nevado a modo de broche de oro para finalizar el tramo correspondiente a “La Cañada de las Ánimas” por donde subieron con ritmo alegre y sin tregua todos los integrantes del grupo, incluidos el Benjamín Javi “El Duendecillo del Pinsapar” y Rafita “El coleccionista de minerales”, custodiados por las expertas manos de sus padres, especialmente en los tramos mas duros.

Mientras tanto, en algún lugar de esta ruta circular, nuestro gran amigo Moya (“Sumo Sacerdote de pasoslargos”) caminaba en sentido opuesto hacia nosotros a la busca y captura de la foto perfecta.

Y por fin, fue precisamente en el “Puerto de las Ánimas” donde disfrutamos del almuerzo en un escenario propio de “Las Crónicas de Narnia”, como bien comentó, en varias ocasiones, nuestro “Portaestandarte Tomy”. A nuestra derecha teníamos: “La Loma del Tejo” sobre la cual se encuentra “la caseta de Pilones” y a la izquierda el “Cerro Alto” y “La Rosilla de la Salvejana” justo en la trayectoria que había entre nuestra posición y el “Peñón Enamorados”, como testigos mudos de aquel encuentro nos contemplaban majestuosos quejigos centenarios con la nieve brizada sobre sus ramas, según el término empleado por “Terremoto Carlitos” (de tan sólo 10 años). Pero una vez mas, volvió a producirse ese fenómeno que se repite con tanta frecuencia en las proximidades de Enamorados, donde el cielo mas despejado, puede quedar cubierto, repentinamente, por un mar de nubes y un brusco descenso de las temperaturas que nos obligó a emprender el camino de vuelta con premura, mientras que a mas de un compañero, casi se le congelan los dedos con un aire frío que sentías a cada bocanada de aíre. Las imponentes siluetas fantasmagóricas de los quejigos completamente nevados, nos siguieron acompañando durante el camino de vuelta, ofreciéndonos una auténtica exposición de postales navideñas llenas de vida, que convertían el caminar en un auténtico espectáculo. Una fiesta para la mente, los sentidos y los sentimientos. Sin duda, la mejor terapia para el alma, en estos tiempos que corren, donde el estrés, la bulla y el agobio terminan comiéndonos y privándonos de esos instantes de paz para disfrutar de las cosas sencillas de la vida.

Descartada la idea original de continuar por la “Cañada de Enmedio” por donde entraba un misterioso mar de nubes, nos dirigimos hacia el famoso “Pilar de Tolox” en las inmediaciones del “Puerto del Oso”, para enlazar a continuación con la senda del “Torrecilla” desde donde pudimos contemplar su ladera norte nevada, al igual que la del Cerro Mateo o la “muela” del Alcazaba, con la inconfundible silueta del Peñón de Gibraltar al fondo y la cordillera del Rif al otro lado del Mediterráneo, también pudimos contemplar nítidamente el “Pico Castillejo” de Sierra Canucha y la crestería de Sierra Blanca con La Cruz de Juanar, El Salto del Lobo, El Lastonar y La Concha con sus laderas iluminadas por el sol que ya iniciaba su descenso hacia el atardecer.

Todavía caminando sobre la nieve, llegamos al “Puerto de Pilones” y aprovechando la breve pausa que hicimos allí, “Darío el Magnífico” y “Terremoto Carlitos” sorprendieron a todos con una memorable carrera hasta la misma cumbre del Cerro Pilones, en una auténtica exhibición de fuerza y espíritu de aventuras, justo cuando a mas de uno comenzaban a fallarle las fuerzas, regresando rápidamente al grupo para iniciar el descenso por “La Cañada del Cuerno”, donde otra vez volvimos a sumergimos en nuestros últimos bosques de pinsapos, cuya magia y belleza son dignas de los mas bellos escenarios descritos en las historias de fantasía clásica, zigzagueando cuesta abajo entre enormes pinsapos centenarios con “Correcaminos Andrés Jr.” A la cabeza, enlazamos con la “Vereda de los 1.500 m.” (que obviamente debe su nombre a la altitud media por la que discurre) y que parte del carril de Pilones hacia el que llegamos entre pinsapo y pinsapo para descender finalmente hasta el “Cortijo de Quejigales”. Completando esta bonita ruta circular que viene perfectamente descrita en la pag. 163 del libro: “Sierra de las Nieves, Guía del Excursionista”.

miércoles, febrero 14, 2007

domingo, 11 de febrero de 2007
Cortijo del Daire-Cerro Lucero ó "Raspón de los Moriscos"
(Parque Nat. Sierra Almijara, acceso desde Cómpeta)
Impresionante ruta de montaña de las 29 propuestas que aparecen en la magnífica guía: "Disfrutar caminando por el P. Nat. de las Sierras Tejeda y Almijara" (Edit. Arguval), una "auténtica biblia" de este parque natural que debió ser mi hogar en otra vida. Repleta de lugares mágicos, con montañas impresionantes de altísimas paredes verticales, como por ejemplo la foto de la portada donde podemos contemplar el "Almendrón" visto desde "El Barranco de Cazadores" a donde tenemos previsto ir esta temporada.

Con las primeras luces del día, avanzábamos hacia la Axarquía, con el sol a nuestra derecha, asomándose sobre las azules aguas del Mediterráneo, bajo un cielo con algunos filas de nubes, que parecían haberse quedado encalladas en las altas cumbres de la sierras Tejeda y Almijara, formando un bonito contraste de luces y sombra para lo que prometía ser una jornada memorable. Dejando la costa a nuestra espalda, fuimos ganando altura, conforme nos adentrábamos en ese maravilloso oasis de paz y quietud que es la comarca de la Axarquía, salpicada de preciosos pueblos blancos con sabor mudéjar, donde el tiempo parece haberse detenido, pueblos estratégicamente asentados en perfecta armonía con el entorno, sobre las laderas sur, de Tejeda y Almijara a modo de balcones con vistas al Mediterráneo.

Puntuales a la cita, fuimos llegando al punto de encuentro, ubicado en esta ocasión en el “Mirador de la Venta de Palma” carismático lugar, donde el taller escuela de Cómpeta ha querido rendir tributo a Gaudí, en pleno corazón de la Axarquía. Tras la foto de rigor y poniendo los cuentakilómetros a cero, tomamos la pista que parte desde allí mismo para adentrarnos en Sierra Almiajara. Al poco de comenzar llegamos a un cruce, donde hay que girar a la izquierda (siempre subiendo), tomando como referencia la “Casa de la Mina”, para ir ganando altura por un carril terrizo perfectamente asentado, desde donde las vistas sobre las imponentes montañas que flanquean la cuenca del río Higuerón son sencillamente impresionantes, hasta el punto que en un momento dado, paramos para sacar unas fotos. (“¡Mira Sancho, que lo importante no es la posada, sino el Camino!”). Justo a los 6 km. del comienzo llegamos a “La Casa de la Mina” que en la actualidad se ha rehabilitado como “hotel rural” aunque de momento, su explotación, se reduce a las temporadas de “Primavera-Verano”.

A partir de aquí, el carril va faldeando las escarpadas pendientes, manteniéndose entre los 830 y los 870 m. sobre el nivel del mar. No obstante, los precipicios que llevábamos en todo momento a nuestra derecha, unidos a la estrechez del carril, con alguna que otra piedra suelta, invitaban a ir en segunda y con los cinco sentidos al volante de los turismos con los que nos estábamos adentrando en aquella auténtica aventura. Aproximadamente en el kilómetro 11,5 llegamos al denominado “Cortijo del Daire” , donde nos encontramos con una peculiar concentración campestre, compuesta por varios amigos y familias de Torrox, que con sus 4x4 habían ocupado toda la zona de aparcamiento, obligándonos a dejar los coches unos centenares de metros mas allá (dirección “Venta Panaderos”). Una vez en “El Cortijo del Daire” mochila y bastones en ristre, los chavales del grupo Torrox nos ofrecieron entre risas y bromas, el vino de su pueblo, que cada uno llevaba en su bota. Cuando le comentamos a un miembro de aquel grupo que conocía muy bien la zona, que pretendíamos subir al Lucero desde allí, casi se le atraganta el buche de vino, asegurándonos que la subida desde allí tenía “tres pares de cojones” (palabras textuales).

Nada mas empezar, afrontamos las primeras rampas, por un cortafuegos que parte de la curva del carril, anterior al “Cortijo del Daire” (Km. 0, situado a 870 m.), ofreciéndonos una subida sin tregua por terreno desigual, que en un abrir y cerrar de ojos, ya nos había hecho ganar mas de cien metros, llevando siempre a nuestra derecha, el “Arroyo Magadillas”, por este primer tramo del recorrido, con el imponente telón de fondo del “Tajo de la Cueva del Daire” cuya altura íbamos a superar con creces, finalizando dicho cortafuegos en las proximidades de una pequeña caseta desde la que se extrae agua todo el año, siendo el único punto de este itinerario donde podemos llenar las cantimploras.

Reanudamos la subida por la senda que sale a la izquierda y que a lo largo de mas de 100 m. nos hace caminar casi en sentido contrario al que traíamos, ganando altura suavemente, entre aulagas y otros matorrales típicamente mediterráneos, trazando una nueva orquilla que nos lleva en dirección noroeste, hacia el “Collado de los Hornillos”. Con gran decisión y ritmo trepidante avanzaban por delante: Juan Carlos, seguido en todo momento por Carlitos y Paquí que durante la mayor parte de la jornada fueron punta de lanza del grupo, tan rápido iban que casi se dejan atrás el desvío que hay que tomar a la derecha abandonando la dirección noroeste, para tomar una senda en dirección nordeste, que nos desafía por dos veces, a atravesar los dos barrancos que forman la cabecera del “Arroyo Magadillas” dos auténticos embudos, donde los constantes corrimientos de tierra han borrado la senda y por donde tuvimos que pasar superando unos vertiginosos terraplenes con el suelo deshaciéndose a cada paso que dábamos, al borde del abismo, con la dificultad añadida, de tener que salvar enormes troncos de pinos caídos, que nos cortaban el paso y que aún le daban mayor épica a este tramo que bien podría ser comparado con el mismísimo “Paso de Kalathras” (ver 1ª parte de “El Señor de Los Anillos”).

A renglón seguido, otra pendiente continua nos llevó hasta el “Puerto del Daire” (km. 3,2 a 1.338 m.), sin duda, la ocasión bien merecía realizar la 2ª parada técnica de la jornada. El paisaje de agreste belleza, típicamente almijareño, con los pinos creciendo por paredes y laderas imposibles, bajo el mar de nubes que cubría las altas cumbres y al sur, el brillo del sol reflejado sobre las plateadas aguas del Méditerráneo , convertían la contemplación del paisaje en la mejor terapia para la mente y el alma. Inolvidable para todos nosotros resultó la imponente silueta piramidal del “Lucerillo” eclipsando al “Lucero” justo detrás, el objetivo hacia el que nos íbamos acercando a cada paso que dábamos, intercalando subidas y bajadas, por cada barranco que íbamos atravesando, unos mas rápidos y otros de forma mas tranquila, como Fernando y Ana, los “Duques de Juanar” que con su peculiar forma de andar, convierten en arte el saber caminar.

Con renovadas energías y los pulmones repletos del aire puro de la sierra, iniciamos una prolongada bajada tras el “Puerto del Daire”, teniendo que volver a ganar altura, por la senda que ascendía en pronunciados zig-zags, abriéndose paso entre altos pinos resineros, como si de un “slalom gigante” se tratara, pero cuesta arriba, con Darío “la gacela de Ojén” acompañando al trío cabecero, remontando las empinadas rampas que volvían a poner a prueba la capacidad de sufrimiento de todos los miembros del grupo que a buen ritmo de marcha, superamos sin dificultad “El Lomo del Daire” (km. 4, a 1.365 m.), a donde llegaba el grupo, que en aquellos momentos cerraban nuestros compañeros que habían venido de Sevilla: “los ingenieros agrícolas”: Angel y Chari, junto con Magda “La Pimentonera de Aguilas” aún convaleciente de una reciente gripe, escoltados por Juan Antonio “El Elfo de la Malagueta”, magnífico compañero de aventuras, que lleva el espíritu olímpico por bandera.



Desde allí llegamos en poco tiempo a la “Cabecera del Arroyo Zarzadilla”, sin duda el punto clave de esta ruta, que pretendíamos hacer de forma circular, o como bien diría “El Portador del Anillo” en forma de “manzana”, de tal manera que llegados a ese punto, ya sólo nos faltaba “el rabito” hasta el “Collado de la Perdiz” y su prolongación hacia la cumbre del “Lucero”.

Pero una cosa es saber interpretar perfectamente un itinerario en un mapa topográfico y otra muy distinta, acertar de pleno, a la hora de escoger el camino a seguir, cuando llegas a un punto que se presta a confusión, donde la senda desaparece y la trayectoria lógica del itinerario se ve interrumpida por un barranco de escarpadas paredes. Estábamos en el “nacimiento del Arroyo Zarzadilla” (km. 3,7, a 1.400 m.) donde confluyen tres torrenteras:
a) la de la izquierda parecía alejarse del siguiente hito que íbamos buscando “El Collado de la Perdiz”.
b) La del centro era la que los “GPS” que llevábamos, nos indicaban como mas próxima al objetivo, pero al mismo tiempo con las paredes mas escarpadas.
c) La de la derecha, parecía ser mucho mas asequible, con ligeras señales de camino de cabras, así que ante la duda, nos decidimos por esta última opción, cada uno como mejor pudimos, a veces trepando, a veces caminando, superando un metro de altura a cada paso que dábamos, fuimos remontando la fuerte pendiente, hasta colocarnos en el inicio de la senda de “La Cresta de Los Civiles” (1.450 m.) por donde teníamos previsto realizar el regreso. Pero ahora tocaba rectificar la trayectoria para volver a decender hasta la cabecera del “Arroyo Zarzadilla” y desde allí, alcanzar el “Collado de la Perdiz”.
Bajando hacia la cabecera del “Arroyo Zarzadilla” el grupo se fue estirando como un chicle y en un momento dado: “los Senescales de la Bahía”, Reinaldo y Manuela, tomando como referencia el “GPS” y recurriendo a sus intrépidas dotes alpinistas, iinata en los “translíbicos”, decidieron atacar directo por la “cañada del centro” que se dirigía a una escarpada pared, mientras que el resto del grupo, fuimos ganando altura, por la cañada de la izquierda, a través de una inestable torrentera que ¡por fín!, nos llevó a un punto intermedio entre “El Collado de La Perdiz” (km. 5, 1550 m.)y la ladera oeste del “Lucerillo”, justo donde comienza el tramo final de la senda al “Lucero”. Con la satisfacción de haber encontrado el “hito” que íbamos buscando y la euforia contenida de tener la cumbre del “Lucero” ya a la vista, iniciamos el tramo final de la subida al Lucero, siguiendo la preciosa senda que va faldeando la ladera norte del Lucerillo, por imposibles zig-zags, hasta situarnos en el vertiginoso “Coladero de Los Mosquitos” (km. 5,8, a 1630 m.) con inolvidables vistas hacia las imponentes montañas de la cabecera del río Higuerón, destacando “La Cadena” y “El Cisne” (el “K-2” de la Almijara).

Mientras tanto, de forma simultanea, sin que nadie lo pudiera imaginar, Reinaldo y Manuela, estaban trepando las escarpadas paredes de la ladera sur del “Lucerillo”, y cuando ya empezábamos a enfilar la espectacular senda del último tramo del “Lucero”, caminando por encima de un mar de nubes, aparecieron ¡por fín!, Reinaldo y Manuela en la misma cumbre del “Lucerillo” (1.692 m.), teniendo que bajar por su empinada ladera, hasta el tramo de senda que ya habíamos dejado muy atrás, “aterrizando” muy cerca del vertiginoso “Coladero de los Mosquitos”, mientras el resto del grupo, iba llegando lentamente a la cumbre, Patricia “la reportera de Chef Chauen”, Miguel “El Hombre que sabía demasiado”, Ángel “El ingeniero” y yo, nos recreábamos en cada curva de la senda, con el alucinante paisaje que íbamos dejando a nuestra espalda, presidido por La Maroma al oeste, los colosos de Sierra Almiajara al sureste y llegando a la cumbre, la imponente silueta de Sierra Nevada al nordeste haciendo honor a su nombre, por encima del mar de nubes sobre el que ya nos encontrábamos, como inmersos en un sueño surrealista, junto a las ruinas de un remoto “cuartelillo de la guardia civil” ubicado de forma imposible en la mismísima cumbre del Lucero (km. 6,4 a 1.779 m. sobre el nivel del mar), construido a base de acarrear ladrillos de terracota, transportados sobre los lomos de las sufridas mulas, de los contrabandistas, que se veían obligados a sobornar a la autoridad para poder comerciar libremente por el amplio territorio que abarcan las vistas de esta impresionante atalaya que domina gran parte de Sierra Almijara hacia la costa, y hacia la Vega de Alhama. No por casualidad fue escogido en los tiempos de “postguerra” como punto estratégico de vigilancia, para perseguir los últimos reductos republicanos de la zona, motivo por el cual fue construido. En contraste con aquellos tiempos de guerra, alguien ha tenido la peculiar idea de colocar un entrañable “portal de belén” (que no sabemos cuanto durará), en uno de los huecos de los restos de muro que aún siguen en pie, y que tan buen abrigo nos ofrecieron para protegernos del viento, mientras una vez mas nuestro ínclito amigo “Carlitos” nos deleitaba durante el almuerzo con dos nuevas poesías mas otra mas de cosecha propia dedicada a una “mujer morena”. Digno de mención fue el gran acierto de Celia, a la hora de meter en su mochila, turrón del blando que con la amabilidad y la simpatía que le caracteriza ofreció a todo el grupo y que a mí en particular me supo a gloria, casi tan bien como los anacardos con miel del “Elfo de la Malagueta”, que fueron el complemento perfecto para mi “barrita energética”, y es que, una vez mas, “hacendado” volvió a patrocinar nuestro “almuerzo montañero”.

Conforme comenzamos a descender por aquella senda alucinante del Lucero y el Lucerillo, el cielo de la tarde se fue abriendo, ofreciéndonos un paisaje espectacular con luces cambiantes sobre los mármoles fragmentados de las cumbres almijareñas y el brillo de sol reflejado sobre las aguas del Mediterráneo que teníamos al sur pudiendo llegar a ver las montañas de Marruecos con total nitidez. Buscando una bajada suave desde “El Collado de la Perdiz” tal y como nos indicaba la guía que tomamos como referencia, llegamos casi hasta las inmediaciones del “Cerro de la Mota” desde donde no era posible la bajada al “nacimiento del Arroyo Zarpadilla”, con lo cual, vuelta sobre nuestros pasos y retorno al mismo lugar por el que habíamos llegado al “Collado de la Perdiz” donde regresábamos de nuevo.



Aquí cometí un descuido, ya que al volver a encontrarme de frente con las imponentes siluetas del “Lucero” y el “Lucerillo”, por unos momentos perdí la noción del tiempo, quedándome hipnotizado en su contemplación y cuando quise darme cuenta, la cabecera del grupo, se había desviado ligeramente a la izquierda en una “incursión exploratoria” que llevó a cabo Juan Carlos, seguido en todo momento por “Carlitos” que terminó provocando un efecto en cadena y para cuando llegué, el grupo ya estaba decidido a continuar por allí. No obstante, tenía el convencimiento de que bajando recto por la torrentera que tenía ante mí, se llegaba en línea recta al nacimiento del “Arrollo Zarzadilla” bajando finalmente por allí en compañía de Juan Carlos y Paqui, que retrocedieron sobre sus pasos para no dejarme sólo en mi apuesta. Manteniendo los dos grupos el contacto visual, en casi todo momento, llegamos casi al mismo tiempo, al collado que teníamos delante, donde creímos comenzaba la senda de “La Cresta de los Civiles” en la que accidentalmente nos situamos a la ida, pero obviamente, nos habíamos desviado demasiado a la izquierda (dirección este), encontrándonos ante unas crestas con grandes cuchillos rocosos que nos hicieron replantearnos el regreso por el mismo camino. ¡Votación! A) seguir intentando encontrar el comienzo de la cresta por donde teníamos pensado regresar, ó B) regresar por donde habíamos realizado el camino de Ida. Sin embargo, en caso de duda siempre debe prevalecer la prudencia y con las dos horas de sol que quedaban, sin saber el tiempo que nos llevaría encontrar el acceso a “La Cresta de los Civiles” a la que se llega sin senda marcada, hizo que finalmente nos decantáramos por la opción “B” (regresar por el mismo camino).

En el camino de vuelta, empezamos a ser conscientes de la dureza del trazado, ya que, aún siendo, predominantemente cuesta abajo, en el tramo intermedio había una serie de toboganes, que fueron un auténtico rompe-piernas para mas de un@ que nos vimos obligados a hacer “la goma” en la cola del grupo, bien por cansancio, bien por el respeto a los precipicios en los pasos mas comprometidos, ó el caso contrario como “Ivan el Terrible” que loco por llegar lo antes posible a su coche, para poder descansar, saltaba por encima de los troncos caídos y bajaba a toda velocidad por las pendientes mas fuertes. Aún así, todos los miembros de esta jornada, tuvieron gran espíritu de grupo y al igual que en la bajada, se realizaron varias paradas de reagrupamiento, para impedir que los que veníamos mas atrás quedásemos descolgados, en una de esas jornadas exigentes en las que sueles terminar con la boca seca y sin una gota de agua en la cantimplora.

Llegando ya al cortafuegos, por el que habíamos comenzado la ascensión por la mañana, la tarde nos regaló una nueva estampa inolvidable, como fueron aquellos rayos de sol del atardecer, que tiñeron de un naranja sobrenatural, las crestas del “Tajo de la Cueva del Daire” y la de “Los Civiles” por donde teníamos previsto haber realizado la bajada. Sin duda, un buen motivo para intentar una futura ascensión al Lucero, por ese tramo aún por descubrir, tal vez, para la próxima temporada. Casi de noche ya, llegábamos a los coches, caminando bajo las primeras estrellas del firmamento, con la sensación compartida de haber vivido una espectacular jornada de montaña que a buen seguro recordaremos durante mucho tiempo.

Una vez de vuelta en Cómpeta, la mitad del grupo nos quedamos en un bar que “Carlitos” bautizó como el “bar del Loro” donde unos se pidieron un “cola-cao” calentito y otros una cervecita con patatas fritas y pinchitos (dietéticos) a modo de improvisado colofón para esta inolvidable jornada de montaña, que incluyendo los tramos de rectificación, nos llevó a completar esta alucinante ruta de 14 km. (ida y vuelta), con un desnivel acumulado de 1.280 m. de subida, tal y como quedó reflejado en el GPS de Reinaldo.