martes, noviembre 20, 2007

VII Travesía Arco Calizo Central

Éxito rotundo de participación y organización en la VII Travesía del Arco Calizo Central 2007, organizado como cada año por el grupo senderista Prisma.




Todo un clásico muy consolidado en el calendario de travesías montañeras por Andalucía



Antes de las 6,45 de la madrugada, con los dorsales repartidos y el café servido por la organización, se daba el pistoletazo de salida poniéndose en marcha la “VII Travesía Arco Calizo Central”, en la que participaban 150 senderistas de toda Andalucía que se abrían paso con sus frontales encendidos, dejando atrás las calles de Alfarnate para adentrarse, todavía, en la oscuridad de la noche por “El Bosque de las Morillas” (PR. A-268), faldeando el extremo norte de la Sierra de Enmedio. LLegando a “Alfarnatejo” con las primeras luces del alba, donde empezamos a encontrarnos con el amplio despliegue de voluntarios de protección civil y socios del grupo prisma que colaboran en la prueba a modo de control, aprovisionamiento, información, atención médica, etc… perfectamente coordinados, que nos iban a estar esperando en distintos puntos del recorrido previamente preestablecidos, tal y como podíamos comprobar en los mapas que nos repartieron antes de la prueba.

Con las farolas todavía encendidas, los mas madrugadores de Alfarnatejo, salen a nuestro encuentro, ó levantan precipitadamente sus persianas, ante el estruendo de botas, bastones y zapatillas que resuenan a esas horas por las calles del pueblo como si un desfile se tratara, mientras unos perros nos ladran mas extrañados que asustados a nuestro paso. En un abrir y cerrar de ojos, dejamos atrás Alfarnatejo adentrándonos por “El Camino de La Sierra” que comunica esta localidad con Riogordo, que comenzamos a contemplar en la distancia, en dirección sur, hacia donde vamos caminando, mientras los primeros rayos del sol se posan sobre la imponente silueta del “Tajo Gómer” a nuestra izquierda, preciosa montaña donde las haya, leyenda negra incluida y la “Sierra del Rey” a nuestra derecha. Que rodeamos por su extremo sur, valiéndonos del “G.R.-7” (Sendero Europeo E-4: Tarifa-Atenas), en el tramo correspondiente: “Riogordo- Villanueva del Cauche” cuya dirección tomamos, para llegar al primer control y avituallamiento oficial, frente al Hotel-Cortijo de Retamar, una auténtica maravilla con el fondo de las sierras y los tajos que la circundan. Aquí nos encontramos con nuestros compañeros Miguel “El Hombre sabía demasiado” y Patricia “La reportera de Málaga Centro” con quienes disfrutaríamos de varias tertulias a lo largo de la jornada. Mientras tanto, nos hidratábamos con las bebidas y las frutas facilitadas por la organización, como se repetiría en los siguientes controles, siendo de una ayuda increíble para todos los participantes. Ya que de este modo podíamos llevar las mochilas muy descargadas, de hecho la mayoría de participantes llevábamos ligeras mochilas de travesía, con lo imprescindible.

Rodeando la Sierra del Rey por su cara oeste, llegamos a la carretera Alfarnatejo-Colmenar, por donde nos pusimos a caminar dirección suroeste, a lo largo de un kilómetro aproximadamente, escoltados por protección civil, ya que semanas antes, la organización se vió obligada a rectificar el primer tramo de subida a la Sierra del Jobo ya que este año, un señor muy amable, se negó a que la ruta pasara por el mismo lugar donde lo había hecho en anteriores ocasiones sin ningún problema, alegando que aquel era un camino privado sin mostrarnos ningún documento que lo probara. De ahí que tuviéramos que recorrer un tramo de aproximadamente de un kilómetro de la prueba por la carretera, hasta que por fin llegamos al inicio de una pista que pronto se convertiría en senda para desafiarnos con la primera subida fuerte del día, dejando a la mitad de los participantes en manga corta, y a la otra mitad echando mano al bidón a la mínima oportunidad. En menos de media hora habíamos superado un desnivel de 300 m. con un ritmo trepidante, unos en fila india por las sendas de cabras mas marcadas y otros campo traviesa, mientras teníamos a nuestra espalda unas vistas espectaculares de La Maroma, asomando por encima del conjunto de Los tajos de Doña Ana, El Fraile y Gómer, entre la calima y la neblina que poco a poco se fueron apoderando del cielo, de manera que tan sólo pudimos ver el sol a ratos, aunque con una temperatura ideal, que también influyo en gran medida en el buen desarrollo de la prueba. Llegando mas de uno entre resoplidos y con la respiración entre cortada, a “Cerro Pelado”, precioso apéndice de la Sierra del Jobo, con su cercano techo del Chamizo Alto a nuestra derecha, mientras nos recreábamos en la espectacularidad del agreste paisaje de paredes calizas por las que trepaban aquí y allá curiosas trepadoras y alguna que otra pequeña encina ó quejigo desafiando la gravedad. Un lugar idílico, a tiro de piedra del nacimiento del río Guadalmedina, salpicado de majuelos y roquedos por todas partes, donde realizamos una generosa parada de reagrupamiento y tentempié obligado tras haber salvado la primera ascensión considerable de la jornada. Miestras nos hacíamos las fotos de rigor, se nos unieron dos amigas de Granada para deleite del “Indomable Jaime”.

Desde allí iniciamos el descenso, a través de verdes praderas salpicadas de mil piedras calizas que íbamos esquivando a cada paso, haciendo uso de las manos de vez en cuando para destrepar por escarpados toboganes rocosos por los que íbamos bajando, para disfrute de “El Canadiense Errante”. Mientras disfrutábamos de preciosas vistas sobre Villanueva del Rosario a nuestra izquierda apareciendo por encim del peculiar farallón rocoso por donde se suele iniciar la ruta hacia “La Cruz de Camarolos” y la parte alta del “Peñón Enamorados” (de Antequera) al fondo. Y a la derecha “Villanueva del Trabuco” con la Sierra de Archidona al fondo, llegando a un pradito al pie de los cortados, donde nos reagrupamos junto a un abrevadero formado por tres pilones, desde el que reanudamos el descenso ya mucho mas suave a través de un bonito bosque de pinos por el que nos incorporamos a una pista forestal que nos llevaría hasta “Hondonero Alto”, donde se encontraba situado el segundo punto de control y avituallamiento. Donde el rey de los sólidos fue la generosa ración de plátanos y la reina de las bebidas: la cervecitas bien fresquitas, que de haberse dado a conocer hubieran provocado el “Overbooking” de inscripciones en la prueba desde el primer día de plazo de inscripción. Cosa que no obstante, casi se produce en los días previos a la prueba donde no sólo se completaron las 150 plazas, sino que se tuvo que abrir una lista de espera.

Antes de lo que a mas de uno nos hubiera gustado, sonó el megáfono de la organización, anunciando la reanudación de la prueba, dejando ya la pista con los coches de la organización a nuestra espalda, comenzamos a ganar altura rápidamente por un pinar, que nos lleva hasta una amplia pradera por la que nos vamos aproximando hacia un nuevo bosque de pinos situado en la falda de la cara norte de Sierra Gorda hacia la que ahora nos dirigimos, ante la atenta mirada del “Chamizo Alto” a nuestra derecha, techo de la Sierra del Jobo y en consecuencia de la Sierra de Camarolos, en la que volvemos a adentrarnos para encarar la subida a Sierra Gorda, pasando junto a espectaculares formaciones rocosas de todas las formas y tamaños y encaminándonos poco después hacia una espectacular pedrera, conocidas en estas zonas como “derrumbaderos”, situado junto a un espectacular pirámide caliza que nos sirve de referencia, para justo antes de llegar a la misma, girar a la izquierda (norte), atravesando una alambrada para iniciar la ascensión a Sierra Gorda, donde hacemos una parada de 30 minutos, la mas larga del día, para disfrutar del almuerzo, bajo un cielo brumoso, que amortigua el sol y favorece la temperatura ideal, con vistas hacia La Sierra de San Jorge y la zona del Puerto de Los Alazores, donde nace el río Guadalhorce.

Desde allí iniciamos otro cómodo descenso por una cañada flanqueada por un bonito bosquete de encinas y quejigos, entre los que se intercalaban algunos árboles y matorrales que le aportaban al paisaje la tonalidad otoñal propia de estas fechas, mientras descendíamos en un bonito juegos de luces y sombras hasta que llegamos a otra pista forestal que nos llevaría entre grandes ejemplares de pinos al “Camping de Villanueva del Trabuco” donde nos espera el tercer control y avituallamiento de la jornada, en esta ocasión a las frutas y bebidas isotónicas se unieron unos bombones gigantes, que además de resultar muy energéticos estaban buenísimos.

Con vistas a la cercana “Villanueva del Trabuco” reanudamos la marcha por una cómoda pista forestal flanqueada en todo momento por un frondoso bosque de pinos, bajo el que caminamos, tomando como referencia el “P.R.” que nos llevó hasta la famosa “Fuente de los 101 Caños” donde nos esperaba el último avituallamiento del día, en esta ocasión, un buen caldito acompañado de hierba buena, nos dejó como nuevos, justo antes de la ascensión mas dura de la jornada, la que nos llevaría hasta lo mas alto de la Sierra de San Jorge, por la empinadísima senda de la cara norte, que parte desde la mencionada “Fuente de los 101”, según me comentó “El Indomable Jaime” ya había habido doce abandonos hasta ese momento. Justo antes de iniciar la subida el presidente del “Grupo Senderista Prisma” tuvo una iniciativa muy buena, colocando a los guías de cola en cabeza y a los de cabeza (entre los que él se encontraba) que tendían a ir mas rápido a la cola, para que el grupo fuera lo mas compacto posible, evitando así el previsible estiramiento del chicle, ante las empinadísimas rampas que nos esperaban y lo mermadas que ya estaban las fuerzas de muchos participantes. Sin prisas, pero sin pausa, iniciamos la empinadísima ascensión, mientras en el centro del grupo, íbamos esquivando auténticos peñascos que caían rodando tras el paso de los primeros compañeros que iban dando el aviso a la voz de: “¡Cuidado, piedra!”, con los campos de labranza a nuestra espalda, extendiéndose hacia Antequera y Archidona, fuimos ganando altura rápidamente, mientras “El Vendaval del Moncayo” me hacía de gregario de lujo, parándose siempre a mi lado, mientras yo recuperaba el resuello ó echaba un trago. Hasta que por fin, la subida se fue suavizando paulatinamente, rebasando ya a la crestería de la Sierra de San Jorge, desde donde pudimos contemplar el inicio de la puesta de sol, con un cielo entre rosado y anaranjado, poblado de densas nubes que flotaban por encima de los montes y sierras por donde habíamos transitado al comienzo de la jornada.

Llegando así a una preciosa pradera, laguna incluida, donde realizamos el último reagrupamiento de la jornada, supervisado en todo momento por los guías, iniciando el último tramo de la travesía con una última ascensión entre canchales, que daba paso al descenso definitivo, con la localidad de Alfarnatejo a nuestros pies, parcialmente oculta por la Sierra de Enmedio y el impresionante telón de fondo del conjunto de Los Tajos. Tras el largo tramo de descenso por el canchal, llegamos a un bosque de pinos donde la bajada se hacía mas suave, donde definitivamente iniciamos el tramo final de bajada hasta Alfarnate, que ya veíamos allá abajo, con todas las luces del pueblo, mientras la caída de la noche nos cogía en pleno descenso por la pista, pero ya, casi sin la necesidad de los frontales, haciendo nuestra entrada frontal en el pueblo, tras haber entregado la última credencial, en el último control. Reuniéndonos todos en el Polideportivo de Alfarnate donde nosagasajaron con una magnífica cena a base de chacina de la tierra, platos de jamón, calditos calentitos y revueltos de setas incluidas, acompañados de la bebida que cada uno pedía a su gusto. Mientras los máximos responsables del Grupo Senderista Prisma y las autoridades de Alfarnate, entre los que se encontraban su jovencísimo alcalde que realizó los 42 kilómetros de la travesía, íntegros con nosotros. Hacían entrega de los diplomas para todos los participantes, además de una vistosa sudadera y chubasquero (ambos naranjas) conmemorativos de la “VII Travesía Arco Calizo Central” en una bolsa donde también se encontraban regalos varios. Y como detalle final el sorteo de una mochila y unos bastones de senderismo. En un ambiente de camaradería impresionante, que nos unió muchísimo a todos los participantes de la prueba con el deseo compartido de repetir la experiencia para la próxima edición.

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