domingo, julio 27, 2008

Por los Acantilados de Maro

Sábado, 26 de julio de 2008:
A “La Cala del Tritón” por los Acantilados y La Torre de Maro:

Apacible jornada de hermandad sendérica en la que nos dábamos cita un pequeño grupo de Pasos Largos llegados de Sevilla y distintos puntos de la Costa del Sol y otros tantos compañeros del “Grupo de Montaña de Estepota” y “La Sociedad Excursionista de Málaga” que coordinados de la mano experta de Manolo, mas conocido como “El Tritón de La Chorrera” completábamos un grupo heterogéneo y curioso grupo de unos 20 homo sendéricus. Que de forma escalonada, pero con puntualidad fuimos llegando al punto kilometrico 297, de la antigua carretera N-340, 2 km. Después de dejar atrás Maro, dirección Almuñecar. A donde se llega sin ninguna dificultad, 5 minutos después de tomar la salida de la autovía “Maro-Cuevas de Nerja” pasando por delante del antiguo “Acueducto del Águila”, que queda a la izquierda de la carretera.

Una vez hechas las presentaciones de rigor, se dio una breve charla del por qué nos habíamos decantado por esta ruta y no por las otras dos que existen, en este espectacular paraje natural de “Los Acantilados de Maro” como son la de “Cerro Gordo” y la de “Las Alberquillas a las Playas de Cantarriján y El Cañuelo”. Exploradas hace poco por el gran Rafa Flores, mas conocido como el “Mago Gandalf de la Serranía” que además trazó una magnífica ruta circular añadiéndoles nuevas variantes. Pero dado que la motivación principal en aquella jornada estival era disfrutar de un día de playa quedaban descartadas porque ya que por albergar las dos playas mas conocidas de la zona se encuentran masificadas de domingueros en esta época del año. Así que en nuestra quijotesca obsesión por encontrar parajes idílicos lejos de aglomeraciones, nos decantamos por esta bonita ruta lineal, que “El Tritón de la Chorera” había explorado tres semanas antes, en busca de una calita recóndita y de difícil acceso.

Y con esa intención nos pusimos en camino: mochilas, bastones, aletas, sombrillas y hasta neveras en ristre, pareciéndonos mas a los padres de la serie “Verano Azul” que a un grupo de senderistas al uso, claro que tampoco podriamos haber inspirado a una caótica portada para la revista "El Jueves". Y precisamente en el mismo entorno donde se rodaron episodios memorables de aquella entrañable serie de primeros de los 80 nos encontrábamos caminando por una pista forestal, a la sombra de un pequeño bosque de pinos en este primer tramo del camino con vistas sobre la “Cala de Maro” a nuestros pies y al fondo las encaladas localidades de Nerja y Maro, en el mosaico azul y verde que forman las aguas del Mediterraneo, bajo el cielo celeste de verano y las tonalidades verdes de los distintos cultivos subtropicales asentados en los numerosos bancales entre invernadero e invernadero, que han sido aprovechados para este fin, cada vez que los escarpados acantilados le han dado una pequeña tregua a la vertical orografía del terreno. Que al fin y al cabo no son mas que los tentáculos de los grandes colosos de Sierra Almijara, fusionándose con el Mediterráneo, otorgándole a este paraje natural estampas preciosas de impresionantes acantilados cayendo a pico sobre este tramo del litoral, que a buen seguro fue morada del mismísimo Poseidón en mas de una ocasión.

Unos 40 m. antes de que acabe la pista forestal que a penas mide 1 km., nos encontramos con un pequeño desvío a la izquierda que a través de una empinada, pero muy bien escalonada senda, nos lleva en escasos minutos a la emblemática “Torre de Maro” donde tampoco faltaron las fotos de grupo y otras tantas paisajísticas ya que desde allí obtenemos unas privilegiadas vistas de lo anteriormente comentado al poniente y una espectacular sucesión de acantilados donde se besan las provincias de Málaga y Granada, con las playas de Cantarriján y El Cañuelo con esas curiosas formaciones rocosas al Levante, presididas por la otra torre albarrana de “Cerro Gordo” que corona dicho cerro, dominando todo el paisaje.

De regreso al final de la anteriormente mencionada pista forestal, continuamos por su prolongación, a través de una senda, por la que vamos rodeando el cerro que preside “La Torre de Maro” mientras comenzamos a tener vistas cada vez mas aéreas sobre los acantilados que tenemos a nuestros pies. Este tramo no está exento de alguna dificultad y mas de uno tuvo que optar por usar la sombrilla de bastón y la nevera de trineo para bajar algunos terraplenes algo delicados donde aquellos que padecen vértigo empezaban a tener cara de si lo sé no vengo. La pequeña Ana, tampoco las tenía todas consigo, pero una vez mas, el compañerismo en los momentos claves y el ofrecimiento de una mano amiga, volvió a recordarnos una vez mas que no existe un deporte donde encontremos mas momentos de solidaridad, lealtad y compañerismo que realizando una buena ruta con la práctica del senderismo.

Una vez salvado el primer paso delicado, la senda volvía a discurrir por terreno mas asentado y menos expuesto, llevándonos hasta las inmediaciones de las ruinas del “Cortijo de Los Carrozales” desde donde ya podemos contemplar la recóndita “Calita del Tritón” a nuestros pies, si nos asomamos al borde del acantilado.

Siguiendo la trayectoria de la senda que pasa junto a las ruinas del cortijo, avanzando siempre dirección este, llegamos al final de dicha senda en poco mas de un minuto, justo al comienzo de un empinado terraplén, donde tan sólo podemos seguir bajando a través de una estrecha e incómoda cañada, al amparo eso sí, de la sombra de un pequeño pinar. El descenso hasta “La Cala del Tritón” fue toda una odisea para mas de una que fue casi todo el tiempo con el culo en el suelo y es que aunque se trata de un descenso relativamente corto, se trata de un dilema permanente, donde tienes dos opciones: o bajar por la escarpada cañada y pedregosa cañada, o hacerlo por la ladera adyacente, mas despejada de piedra y matorral, pero tremendamente resbaladiza con la arenisca desprendiéndose bajo nuestros pies, al igual que la hojarasca de los pinos, de manera que cada metro que desciendes es un pequeño desafío, que finaliza por un pequeño tramo de destrepe donde una cuerda estratégicamente colocada, tres semanas antes por “El Tritón de la Chorrera” nos permitió poner los pies en una cala recóndita, donde muy pocos hasta ahora habían puesto sus pies, pasando a denominarse desde aquel día: “La cala del Tritón” en honor a Manolo. Un montañero malagueño de pro, que especializado en todo tipo de rutas acuáticas y travesías de montaña, lleva pateándose toda la geografía andaluza y nacional desde antes que existiera la palabra senderismo, desde hace unos 5 años, viene saliendo con distintos grupos de senderismo de Málaga y provincias colindantes, sin pertenecer a ninguno en concreto.

Cuando por fin conseguimos bajar todos a la cala, no sin antes mancharnos el culo de tierra tras las numerosas caídas por la empinada ladera y algún que otro pinchazo que certificara la aventura. Angus “La Dalia Negra” y Paco “El Tiburón de Maro” repartieron a todos los presentes un vaso para brindar con “Malibú” por el traslado de éste a Andalucía, tras cinco años de exilio como profesor por tierras turolenses. Y a partir de ese momento todo fue una sucesión de largas sesiones de baños de la que disfrutamos absolutamente todos, intercalados con algunos juegos en los que destacó la destreza y soltura de “Vicky la Botánica” con las palas de playa, la sesión de buceo por parte de algunos compañeros (incluido “Chuky”), capitaneados por Rubén “El Bucanero de Puerto Marina” y Ana “La Venus de Botticelli”, reportaje de modelos entre los que destacaron los pases de Ana y Magda “La Pimentonera de Águilas”. La comida de hermandad sendérica, resultó una gozada a la orilla del mar, así como la espectacular sesión de “top less” no autorizada en las fotos de la crónica, donde las “beautiful girls” pusieron nerviosos a mas de uno. Digna de mención fue también la memorable siesta de la que disfrutó mas de uno bajo su sombrilla con el sonido de fondo de las olas, que fueron aumentando de tamaño con el paso de las horas. Y tampoco podemos olvidar la “jaima” que montó nuestra querida compañera Angus, con la gran pancarta donde se podía leer “Te quiero Paco, IDEM”.
Llegó un momento en que nos sentíamos como en el paraíso, posiblemente gracias al lujo añadido de disfrutar de la calita en exclusiva para nosotros y vive Dios, que de buena gana, hubiéramos prolongado nuestra estancia en tan paradisíaca calita hasta el atardecer. Pero llegada la media tarde, un pequeño grupito iniciábamos el camino de regreso debido a los distintos compromisos que nos esperaban mas tarde, resultando la ascensión, como era de esperar, bastante mas asequible de lo que había sido la bajada. Siguiendo nuestros pasos horas después, el resto de compañeros que finalizaba esta ruta de 3 km. (6 km. ida y vuelta) y 196 m. de desnivel, sin ningún tipo de incidentes.

lunes, julio 21, 2008

Ruta Nocturna, Torcal de Antequera

Noche del viernes 18 al sáb. 19 de julio de 2008 (Luna Llena):
Ascensión Nocturna a Sierra Pelada + Rutas: amarilla, verde y roja del Torcal de Antequera + “El Tornillo”
Si de por sí, la visita al “Paraje Natural del Torcal de Antequera”, siempre resulta una experiencia casi mística, dada la peculiaridad de esas formaciones geológicas que lo convierten en un paisaje kárstico único en Europa. La visita a este auténtico museo de la fantasía escultórica en una noche de luna llena, donde las mil y una figuras parecen tomar vida, nos transporta mas allá de “Los límites de la realidad”. Tal y como hacían presagiar los temas del álbum “Under the Iron Sea” (KEANE), que íbamos escuchando mientras disfrutábamos de las vistas de “Villanueva de la Concepción”, a los pies de la ladera norte del Torcal, bajo las luces de aquel atardecer del viernes 18 de julio de 2008, acercándonos curva tras curva al punto de encuentro situado en el aparcamiento del centro de visitantes del Torcal, donde habíamos quedado a eso de las 21.00 pm.

Inmediatamente antes de la puesta del sol, un nutrido grupo de cabras montesas nos daba bienvenida tal y como llegábamos al “Mirador Natural del Anmonite” para contemplar la puesta de sol, que desde nuestra posición coincidió con una bonita “dolina” situada en el tramo final de la ruta “verde-amarilla”. En ese mismo instante, varios compañeros del “Grupo Extremo” entre los que se encontraban el “Maestro Gandalf”, “El Retratista de Atardeceres y Amaneceres” y “Geyperman Salvador”, cumpliendo con los compromisos adquiridos con “Natinal Geographic, España mitad Sur”, se encontraban en la privilegiada atalaya del Tajo Lagarín (T.M. de El Gastor), inmortalizando la puesta de sol, sobre Algodonales y todos los pueblos blancos de la zona, con el Embalse de Zahara a sus pies, alrededor del cual, comenzaban a encenderse las luces de cada localidad, mientras caía la noche y la luna llena se elevaba altiva y misteriosa por el sur, coincidiendo para ellos con “La Crestería del Pinar”, y para nosotros con “Los Montes de Málaga”, al tiempo que simultáneamente comenzaban a iluminarse a nuestros pies, cual luciérnagas estáticas, las localidades de “Villanueva de la Concepción”, Casabermeja”, “Colmenar”, “Riogordo”, “Alhaurín de la Torre” y toda la Hoya de Málaga desde la capital hasta “Torremolinos”. Tras la variada cena en un magnífico ambiente de hermandad, disfrutando de la puesta de sol y la salida de la luna llena por el sur, regresamos al cercano aparcamiento del centro de visitantes.

Antes de iniciar la primera de las tres rutas que teníamos previstas y aprovechando cierta claridad en el firmamento nuestros compañeros de aventura “Guillermo” y “Guillermina” (la Astrónoma) nos deleitaron con una enriquecedora charla sobre la interpretación del firmamento, planisferio en mano, que bien podría haber pasado a los anales de la historia de la Astronomía. Mi escasa memoria tan sólo alcanza a recordar como fueron localizando las constelaciones de “Casiopea”, además de “Escorpio”, “Scutum”, “Aquila” y “Sagitario” como principales protagonistas, a pesar de que la claridad de la luna llena y la abundante calima previa al atardecer, le restaban bastante visibilidad al cielo nocturno. Con la ayuda de los prismáticos y las indicaciones de “Guillermina” conseguimos distinguir la “Nebulosa de la Laguna” en la constelación de “Sagitario”, pero lo que mas nos llamó la atención fue la sorprendente nitidez con la que se pueden observar un gran números de cráteres sobre la luna llena con unos buenos prismáticos, hasta el punto que hubo quien creyó distinguir en la distancia a “La Dalia Negra”, “El Serpa Carmona”, “Los Duques de Juanar”, la “Chica que miraba a Las Estrellas” y “El Hombre que sabía demasiado” montando la primera estación espacial para “Pasos Largos”.

Tras la breve sesión de introducción a la Astronomía, nos pusimos en marcha en busca de nuestro primer objetivo que no era otro que “El Camorro de Los Monteses”, donde se encuentran las antenas repetidoras de televisión, que quedan a nuestra derecha por la carretera de acceso al Torcal y que la gran mayoría de los visitantes se queda sin conocer en su apresurada llegada al corazón del paraje. Ciertamente, “Sierra Pelada” considerada como una de las cuatro partes en las que se encuentra dividido el “paraje natural del Torcal” carece de las curiosas formaciones rocosas del “Torcal Alto”, pero la subida hasta la misma resultó una auténtica delicia caminando bajo las estrellas y la luna llena y flanqueados a ambos lados por las curiosas formaciones rocosas que nos encontramos en la carretera de acceso, pasando junto al mirador de “Diego Minea”, tras el cual iniciamos la empinada subida que nos llevó hasta el collado que ya daba vista a la cara norte con Antequera a nuestros pies. Desviándonos hacia el este, para pasar junto a una zona de “cata” (de canteras) en la que había un grupo de chavales vivaqueando que escuchamos antes de llegar al lugar en cuestión, por los gritos que daba una chavala corriendo con los pantalones a medio poner, huyendo despavorida de incansable un “Chukie” que la sorprendió haciendo sus necesidades. Iniciando minutos después, el último tramo el último tramo para coronar las antenas pasando por un afiladísimo canchal que puso a prueba nuestra pericia estudiando cada paso a dar, hasta que por fin, con la ayuda de todos compartimos la satisfacción del momento cumbre al filo de la mismísima cumbre, estando a tiro de piedra de “La Sierra de Las Cabras” con una vista envidiable de toda la cara norte del Torcal, “Cabecera del Río Campanillas” y lo que podíamos distinguir de “Las Vilaneras Altas” por donde discurre la ruta roja. El viento sur fue protagonista en la cumbre y al regresar al aparcamiento del “Centro de Visitantes”, el “Indomable Jaime” se dio cuenta que había perdido allí arriba su impermeable de emergencia y unos auriculares. Antes de regresar de “Sierra Pelada”, nos desviamos por el ramal de la carretera de acceso que nos lleva al “Monumento Natural del Tornillo”, sin duda una de las formaciones mas peculiares del parque hasta el punto, de ser posiblemente la imagen mas representativa del torcal y logotipo oficial del paraje.

Tras el avituallamiento de rigor y el primer paso por los coches con nuevo intercambio de víveres, incluyendo el café de “Guillermina La Astrónoma”, nos pusimos en marcha para adentrarnos por la “ruta amarilla” al amparo de la luna llena. Ciertamente, la ruta “amarilla” que en realidad es la versión extendida de la “verde” que todo el mundo ha hecho en su primera visita al Torcal, es sin duda alguna, la mas conocida. Sin embargo, como bien nos recordaba nuestro amigo “Paco Leal” (también conocido como “El Tejón del Pico Mijas”), cada vez que repetimos una ruta, nos encontramos con un paisaje diferente. Y doy fe de ello, ya que precisamente este pasado Invierno y Primavera 2008 he visitado el Torcal en innumerables ocasiones con grupos escolares de toda Andalucía y es alucinante comprobar como de una semana a otra cambia el paisaje a poco que llueva o aumente el porcentaje de humedad dando lugar a una variedad de flores multicolores que haría las delicias de cualquier amante de la botánica. Sin embargo, bajo las estrellas e iluminadas por la luna llena, las grandes protagonistas del Torcal, son sus innumerables esculturas calizas, muchas de ellas consideradas “monumentos naturales”, junto a los que fuimos pasando e identificando, como por ejemplo: “La Cabeza del pez”, “La Esfinge”, “El Robot”, “El Cohete”, el curioso paso del “Callejón del Tabaco” tras el cual llegamos al “Potro” donde no faltaron las fotos, al igual que a nuestro paso bajo “El Camello”. Donde “Guillermina” aprovechaba una pausa para explicarnos cómo “tapar un agujero negro”. Instantes después, ante las razonables dudas suscitadas, el “Doctor Leal” ilustraba a nuestra querida amiga “Maribel” con un ejemplo práctico, para celebrar su reciente ingreso en “Pasos Largos”. Minutos mas tarde reiniciábamos la marcha para llegar al enlace de la ruta verde al pie de las esbeltas paredes conocidas como “Las Catedrales”, desde donde se asciende al collado situado junto a “La Tortuga” desde la cual ya podemos ver la plataforma donde se encuentra situada el “Mirador del Amonite” y “El Centro de Visitantes” a donde regresábamos con pena de finalizar una ruta embriagadoramente mágica, gracias al hechizo de la luna llena, tal y como subrayaba nuestra querida “Vicky la Botánica”.

Antes de emprender el cuarto y último asalto de aquella singular jornada nocturna, vivida con toda la intensidad posible en tan mágico y privilegiado paraje natural. Volvimos a intercambiar víveres, en esta ocasión fueron las palmeritas del “Doctor Leal” las que hicieron furor. Cogida toda la ropa de abrigo disponible para afrontar el frío amanecer en “Las Vilaneras Altas” volvimos a iniciar la ruta saliendo desde el aparcamiento, en esta ocasión para afrontar la versión prohibida de la mítica “ruta roja”. Antes de darnos cuenta ya estábamos en el denominado abrigo de “Juan Ramos”, mítico cantero del cual nos queda el testimonio de su caseta de piedra y su particular lavado con numerosos fósiles de amonites en sus proximidades. Sin mas ayuda que la memoria en una noche cada vez mas oscura y ventosa, proseguimos la marcha, rodeando las “Vilaneras Altas” mientras un mar de nubes comenzaba a engullir la imponente silueta piramidal del “Camorro Alto”, a buen paso seguimos avanzando en lo que debía ser la dirección correcta, hasta que llegamos a una zona muy abrupta que nos situaba por debajo del nivel, donde deberíamos estar faldeando “Las Vilaneras”. Con lo cual sólo tuvimos que desandar un pequeño trecho, para iniciar la ascensión por el tramo mas asequible hasta situarnos en la posición exacta que recordábamos los que habíamos hecho esta versión de la ruta roja en Octubre 2007, con la localidad de Antequera a nuestros pies y cuando ya creíamos estar en el inicio de “La Cornisa del Diablo”, nos situamos al borde de un impresionante desfiladero que ponía los bellos de punta. Aquel momento, no se nos olvidará a ninguno de los presentes, coincidiendo con las primeras claras del día pero aún de noche, el cielo parecía de un misterioso color azul oscuro-morado. La entrada de la cornisa estaba a tiro de piedra, pero tras realizar varias pruebas de localización en medio de la ventisca, optamos por descartar el paso por la cornisa que no llegamos a encontrar y regresar al “Abrigo de Juan Ramos” desde donde en pocos minutos nos situamos en el famoso monumento natural del “Champiñón”, también conocido como “La Montera del Torero”, desde donde contemplamos el amanecer, de un sol oculto por las nubes que se encontraban sobre “La Sierra de Camarolos” que pudimos distinguir perfectamente localizando todos sus picos desde “Peña Negra” hasta el “Chamizo Alto” con “Sierra pelada” y “Las Cabras” en primer término. Desde allí, llegamos al aparcamiento en algo menos de media hora, disfrutando del paisaje iluminado por los primeros rayos de sol de la mañana, de piedra en piedra, pasando junto a enormes y variados tipos de cardos que al igual que un sin fin de plantas y matorrales encuentran en el Torcal un auténtico paraíso para su subsistencia.

Y mientras el resto del mundo dormía, nosotros soñábamos despiertos el haber vivido una experiencia verdaderamente mágica en un mundo de fantasía mas allá de “Los límites de la realidad”. Y es que no puede haber un entorno mas propicio para enamorarse que la grandiosidad de la Madre Naturaleza. ¡Por cierto! que todos los compañeros que regresábamos a la costa desayunamos juntos en Casabermeja, donde fuimos invitados por nuestro magnífico compañero de aventuras “Paco Leal”.

domingo, julio 06, 2008

Sendero del Río Bacal ó Grande de Jayena


Río Grande de Jayena, localmente conocido como “Río Bacal”, (vertiente granadina Parque Nat. Sierra Almijara).

Viernes, 27 de julio de 2008

Con su escudo heráldico nos da la bienvenida Jayena, localidad que a su vez es la puerta de acceso o salida a una de las carreteras mas espectaculares y recónditas de toda la geografía nacional, que no es otra que la que sube desde Almuñecar hasta el “Mirador de la cabra montés” , punto de referencia para todos los barranquistas que se adentran por las distintas variantes del famoso “Río Verde”, pasando por Otivar si venimos desde la costa, ó desde el “Puerto del Suspiro del Moro” si venimos desde Granada.
Como otros pequeños pueblos de la provincia de Granada, Jayena es un destino especialmente indicado para los amantes de la naturaleza y del turismo rural. Ya que puede servirnos perfectamente como “cuartel general” para pasar unos cuantos días en la zona, descubriendo los maravillosos parajes naturales de la vertiente Granadina de Sierra Almijara, alrededores del Embalse de Los Bermejales y la siempre seductora Alhama de Granada, A mí me fue fenomenal en la “Hospedería La Almijara” (Avda. Mediterráneo, 37, Teléfono 958.36.41.57), que nos encontramos nada mas entrar en Jayena a la derecha, tal y como llegamos de Fornes, donde comí y dormí de maravilla a un precio mas que razonable, en la habitación “Salto del Caballo” y es que cada habitación tiene el nombre de algún enclave emblemático del Parque nat. Sierras Tejeda-Alhama y Almijara. Jayena se encuentra situado en el valle que forma el río Grande, localmente conocido como “Bacal”, área recreativa que se encuentra en la misma orilla del río, situada a 4 km. del pueblo, a la que se llega fácilmente siguiendo las indicaciones que nos encontramos desde su casco urbano, a través de una pequeña carreterita local y un último tramo de carril, que si bien no está para tirar cohetes, nos permite llegar a esta área recreativa en cualquier tipo de turismo. No necesariamente 4x4. En su término municipal, habitado desde tiempos de los romanos, existen también otros parajes naturales de interés, como los cerros de Las Golondrinas y del Ángel, Loma de los Morros, Umbría Calayo, Meseta de Calaya y Veredas Altas.
Sin embargo, como no podía ser de otra manera en estas fechas de comienzo de verano, nuestro objetivo para esta jornada, no era otro que remontar el “Río Grande de Jayena” en aquel viernes laborable 27 de junio de 2008, donde tuve el privilegio de disfrutar enormemente con la compañía de Manolo “El Tritón de la Chorrera” toda una leyenda del montañismo malagueño, que sale con todos los grupos excursionistas de Málaga, Cádiz y Granada, sin pertenecer a ninguno, en muchas ocasiones como guía. Habiéndo sido testigo incluso de los primeros tiempos de Pasos Largos, saliendo con Rafa Flores y como estrella invitada el amigo Valentín, de 73 años, “El Retorno del Jedi”, un hombre, que al igual que Manolo ha vivido mil y una aventuras montañeras, empezando a practicar este bello deporte, mucho antes de que existiera la palabra “senderismo” y que tras una larga ausencia, ha regresado en fechas recientes con la agilidad de un auténtico “Maestro Jedi”, digamos que por su sabiduría, su forma de hablar y reír al “Maestro Joda”.

Habiendo dejado los coches en el “Area Recreativa del Bacal” echamos a andar, después de haberle echado un vistazo a los dos paneles informativos, correspondientes a las dos rutas senderistas que parten desde allí mismo y que no son otras que la “Ruta del Río Bacal” (ó “Grande de Jayena”) y la del “Haza de La Encina”, situada en el altiplano de “La Mesa de Fones” desde donde también se puede enlazar con el “Río Cebollón”, que discurre en paralelo al Bacal, alotro lado de “la Mesa”. Las dos rutas que parten desde el “Área Recreativa del Bacal” comparten el primer kilómetro, dejando nada mas salir a nuestra izquierda un rudimentario vivero y discurriendo por un suave carril, con algún tramo de sombra gracias a las frondosas pinadas que nos vamos encontrando intermitentemente a lo largo del recorrido. Y así vamos, en dirección sur, paralelos al río, aunque todavía algo alejado de nosotros a nuestra izquierda, hasta llegar al pie de “Los Tajos de Rando” donde nos encontramos la división de sendas. A la derecha: dejamos la prolongación del carril hacia donde reza una flecha “Sendero del Haza de La encina” y del mismo poste otra flecha en dirección contraria “Sendero Río Bacal”, pocos metros después el carril se transforma en senda y el recorrido se convierte en una suave montaña rusa, donde vamos bajando hasta el mismo cauce del río y subiendo alternativamente por las laderas entre las que discurre, para salvar algún escarpe, ó algún pequeño cahorro donde el río se encajona. También son abundantes los tramos donde prácticamente vamos llaneando junto a su orilla, disfrutando del frescor de su cauce. A difrenecia de otros ríos como el “Chillar” en este recorrido el excursionista honesta obligado a caminar por el mismo río, si bien, en verano resulta muy agradable, ya que sus piedras a penas son resbaladizas y en la mayor parte de su recorrido resulta un río dócil y despejado, que no está enmarañado por impenetrables tramos de zarzas. En todo caso los típicos troncos de pino, caídos sobre su mismo cauce por causa natural y posteriormente arrastrado como testimonio de las últimas crecidas.
A lo largo del recorrido hay varias pozas ideales para darse un baño, algunas cercanas a una “caseta de agua”, otras junto a una pequeña presa, pero sin duda la mejor la mítica “Poza Romance” que el “Tritón de La Chorrera” adivinó antes de llegar al lugar, justo desde un collado, situado en uno de los puntos mas altos del recorrido respecto al nivel del río. Apareciendo la poza unos 40 m. por debajo de nuestros pies a la derecha, separada de nosotros por una ladera aparentemente inexpugnable. Pero siguiendo la senda que llevábamos, no tardamos en retornar al cauce del río y desdee allí directamente por su cauce, llegamos perfectamente hasta “La Poza Romance” pero antes, continuamos hasta “Los Llanos del Haza Grande de Córzola”, dejándo a nuestra izquierda el cortijo del mismo nombre y encontrándonos justamente en la confluencia de los arroyos “Golondrinas” que rodea el cerro del mismo nombre por su vertiente suroeste, para formar el “Río Bacal ó Grande de Jayena” tras unirse con el “Arroyo Almijara” que rodea el “Cerro Golondrinas” por el sudeste y allí a 6,5 km. del inicio, estábamos nosotros, pero ante el aspecto seco y pedregoso que presentaban ambos arroyos y siendo precisamente esa hora el momento mas caluroso del día. Dimos por bueno el recorrido, emprendiendo el regreso por el mismo sitio por consenso general.
Resultando el camino de vuelta una auténtica terapia para la mente y el alma, disfrutando de un baño memorable, mas almuerzo en las cristalinas y frías aguas color turquesa de la poza romance, alimentada por una pequeña cascada de la que un servidor bebió hasta saciarse completamente, nadando a continuación varias veces el largo de la “Poza Romance” en compañía de “Chuky”, al igual que hicieron Valentín y “El Tritón de la Chorrera” quien a pesar de su sobre nombre tuvo serias dificultades para permanecer mucho tiempo en el agua, dada la fresca temperatura que mantiene esta poza incluso en los días mas tórridos del verano. El camino de vuelta, con las sombras mas alargadas, el frescor de los baños recientes y la confianza que siempre da el caminar por terreno ya conocido fue especialmente grato, disfrutando enormemente de nuestra charla cinéfila y las pequeñas maravillas botánicas del camino.
No podríamos terminar la crónica sin recordar que Jayena, también ofrece al visitante enclaves de interés histórico: la Antigua Fundición Romana, que también fue aprovechada por los árabes cuando estos habitaban las tierras del pueblo; la Casa de los Marqueses de Campotéjar, que sufrió grandes daños en el terremoto de 1884; la Iglesia Parroquial del Santísimo Sacramento, fechada en el siglo XVIII y reconstruida en el XX para subsanar los desperfectos que provocaron el citado terremoto; y Peña Gorda, lugar en el que se encuentran restos de muchas de las torres vigías de la época de la dominación musulmana.
El viajero que quiera degustar los manjares más característicos de la gastronomía de los jayenuzcos debe pedir queso de cabra, elaborado de forma artesanal, así como truchas encebolladas, migas, caldereta, asados y arroces.
Y para aquellos interesados en vivir las fiestas típicas del pueblo, deben acudir a Jayena a finales del mes de octubre, cuando tiene lugar la Fiesta de la Castaña; en Semana Santa, para ver sus característicos desfiles procesionales; a finales del mes de agosto, que es cuando el municipio celebra sus Fiestas Patronales en honor a la Virgen del Rosario; y el 13 de junio, para la romería de San Antonio Abad.
El municipio de Jayena se encuentra a unos 45 kilometros de la ciudad de Granada, desde la que se puede llegar tomando la autovía A-44, en dirección a Armilla - Motril. En esta vía hay que coger la salida 144, para luego enlazar primero con la carretera GR-SO-2, luego con la A-4050 y finalmente con la GR-SO-31, que conduce directamente al pueblo.
Respecto a su historia, se han encontrado en este término municipal restos prehistóricos del periodo Neolítico que permiten suponer algún enclave habitado desde esa época. También hay indicios de presencia romana. No obstante, parece que su fundación corresponde a la etapa islámica, durante la que fue conocida como Chayyana. Tras la Reconquista sufrió los avatares propios de la cristianización y fue donada por los Reyes Católicos al infante Cidi Haya, convertido con el nombre de Pedro de Granada y del que descenderían los marqueses de Campotéjar. En el siglo XIX pasaron por este lugar las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia y el terremoto de 1884 destruyó totalmente el casco urbano, que fue reconstruido gracias a las aportaciones recibidas de toda España por iniciativa de Alfonso XII.
Crónica y Fotos (excepto la aérea): Juan Ignacio Amador Tobaja