miércoles, octubre 22, 2008

Pico del Cielo

Sábado, 18 de octubre de 2008
Ascensión al pico del Cielo (Parque Natural Sierra Almijara)
Punto Partida:
Cuevas de Nerja 150 m.
Cumbre del Cielo: 1.506 m.
Punto finalización: Maro 115 m.
Desnivel: 1.426 m.
Distancia aproximada: 22 km.
Dificultad: Alta.

Emotiva jornada montañera donde nos juntamos 20 compañeros de aventura que en algunos casos, no coincidíamos desde mucho antes del verano. Y es que la ocasión bien merecía la pena, por tratarse de todo un clásico de Sierra Almijara, como es la ascensión al pico del Cielo que tan sólo unos cuantos habían realizado anteriormente. Iniciando la caminata desde el mismo aparcamiento de las famosas cuevas de Nerja, donde nos hacíamos la protocolaria foto de inicio de ruta, mientras las ardillas correteaban por los troncos de los pinos a escasos metros de nosotros.
Este recorrido puede iniciarse a pie desde distintos puntos partiendo: desde el mismo núcleo urbano de Nerja, desde el área recreativa de la Fuente del Esparto a través de la cuesta de la Luna, desde el Camping de Maro a través del arroyo de los Colmenarejos , desde Maro a través del arroyo Romero, tomando como referencia el lugar conocido como el Nacimiento donde existe una generosa fuente a la que acuden muchos vecinos a llenar sus garrafas, desde el arroyo Sanguino que sería nuestro camino de regreso, desde la cumbre del Navachica como tenemos previsto realizar en 2009 en una gran ruta circular nocturna, a través de la crestaría que la une al Cielo, ó desde el parking de las Cuevas de Nerja a través de la pista que fue por donde iniciamos la marcha, si bien hubiéramos preferido ir por la senda del barranco de la Coladilla que discurre paralela a la pista por la que íbamos y que hubiera sido una buena alternativa pasando a través de un estrecho desfiladero de paredes verticales no muy altas, donde son frecuentes las cuevas y oquedades en la piedra, que en otros tiempos sirvieron de vivienda a pastores y familias de recursos limitados. Existiendo además, una vegetación que nada tiene que ver con las agrestes laderas de las zonas altas. Y es que dada la mayor frescura que se mantiene entre estas paredes, abundan los enebros, durillos, madreselvas, bojes, aladiernos, encinas, cantuesos y otras especies más difíciles de encontrar en plena sierra. Pero dado que el acceso al barranco se encontraba mas abajo del punto de partida, resultando muy escarpada la bajada al mismo durante los tres primeros kilómetros de pista, decidimos no complicarnos la vida y ganar tiempo por esta, cubriendo en pocos minutos esos tres kilómetros que nos llevaron hasta el cruce donde se puede leer: Área recreativa el Pinarillo 2 km a la izquierda y sendero a la derecha, que en realidad se trata de la pista que viene a morir junto a las ruinas del cortijo de la Civila por donde continuamos la ascensión.

Pero antes de reanudar la marcha, durante la primera parada de reagrupamiento en dicho cruce, el zoologo Manolo Manzanares, mas conocido como el Tritón de la Chorrera, que una vez mas ejercía como guía de lujo para el grupo, nos daba una breve charla para recordarnos que en este cruce había acabado la primera parte de la ruta: Cuevas de Nerja 150 m – Cruce pistas, aprox. 300 m. Comenzando aquí la 2ª parte del camino de otros 3 km que nos llevaría hasta los 750 m de altitud, donde muere la pista junto a las ruinas del cortijo de la Civila, a la que llegamos de forma compacta y a un ritmo buenísimo, a pesar de alguna breve pausa para asomarnos a los balcones naturales que nos íbamos encontrando junto al canino. Haciendo uso de las empinadas sendas que acortan las pronunciadas curvas de la pista donde supuestamente estaban trabajando numerosos operarios de medio ambiente entre escaqueo y escaqueo, para limpiar el monte y de camino, alguno que otro haciendo el agosto, apilando troncos de pino en su coche particular para la chimenea de su casa.Cabe destacar que el mítico cortijo de La Civila que queda a unos 100 m. a la izquierda del lugar donde muere la pista, debió ser casi una pequeña aldea a juzgar por su tamaño, si bien la alineación de viviendas y corralones aparece hoy semi derruida. Sin embargo, justo donde acaba la pista están construyendo actualmente una especie de barracón que amén de anti estético, no sabemos si utilizarán como casa para guardias forestales, agentes del medio ambiente ó un albergue de montaña explotado por los responsables del parque. Quien venga en plan safari con un 4x4 puede llegar hasta el mismo Cortijo de la Civila, aunque eso sería una mariconada ya que lo bonito es hacerlo desde abajo, como mínimo desde el cruce de pistas anteriormente mencionado, siendo abundantes en este 2º tramo de ascensión: la coscoja, el cantueso rizado, losenebros, las genistas los aladiernos y el romero macho que fue el gran protagonista de la jornada con luciendo sus flores violetas en su máximo apogeo. El día había amanecido completamente cubierto, de hecho aquella jornada llovió copiosamente en numerosos puntos de Andalucía, sin embargo, conforme nos acercábamos al mediodía parecía que las nubes se podrían llegar a disipar, conforme íbamos ganando altura bajo las luces cambiantes del sol que nos permitía divisar la línea de costa con bastante calima en la distancia y las sombras a merced de las nubes que avanzaban por encima y por debajo nuestra.

Al final de la pista forestal, en las inmediaciones del cortijo de la Civila, km. 6 de ruta, a 750 m de altitud, tuvo lugar la 2ª pausa de reagrupamiento, donde se volvió a dar otra charla sobre este último tramo que estábamos a punto de comenzar y que nos llevaría desde el cartel que teníamos junto a nosotros: sendero pico del Cielo hasta la cumbre, recomendando dosificar esfuerzos, bebidas y no perder el contacto visual en ningún momento con los compañeros que vinieran detrás nuestra. Nada mas reemprender la marcha comenzaron a formarse pequeños grupos donde cada uno escogió el que mejor le venía según su ritmo habitual y su manera de subir. Caminando a partir de aquí por un sendero perfectamente marcado por pinturas verdes, azules y no pocos hitos de piedra aquí y allá, que nos llevan en dirección N a través de altos matorrales hasta la cuesta de El Cielo donde el camino toma dirección NE, justo en una curva donde a pocos metros, a nuestra derecha podemos asomarnos a un espectacular mirador que da vistas a la playa de la Herradura ya en territorio granadino y al llamativo cerro de la Cabeza del Caballo que podemos ver ante nosotros en dirección E. Ni que decir tiene que las vistas que tenemos a partir de aquí con Nerja allí abajo, Frigiliana al pie del cerro del Fuerte, el Almendrón, el Almendrillo, Pandera Garzón ó Alto de la Garza, cerro Cisne y otros colosos de sierra Almijara son cada vez mas espectaculares conforme vamos ganando mas y mas altura. La primera parte de este último tramo discurre por un terreno arcilloso, donde han proliferado el tomillo, el romero, la aulaga y el esparto. Según dicen, en primavera la vegetación suele estar tan alta que a veces llega a cerrar el camino, pero nosotros pasamos sin problemas incluidos los que íbamos en pantalón corto. Con la cumbre parcialmente cubierta por una nube nos acercábamos a un saliente de la misma cuerda del Cielo que rodeamos por la izquierda O, pasando junto a algunos ejemplares de pino carrasco retorcidos y de porte singular. Mientras que las magníficas panorámicas que teníamos sobre el mar, comenzaban a perderse bajo el frente de nubes que a modo de tsunami entraba desde la costa, cubriendo los profundos barrancos de sierra Almijara que ahora veíamos desde arriba. Todo un espectáculo visual, tan solo superado por los mares de nubes que se pueden observar desde el Roque de los Muchachos en la isla de La Palma, otras zonas de Las Canarias y lugares muy puntuales de la península ibérica.
Conforme nos aproximábamos hacia la cumbre la pendiente se iba haciendo mas dura. A pesar de lo cual Chuky no dudo en poner a prueba la punta de velocidad de un grupo de cabras montesas que segundos antes pastaban tranquilamente por la ladera de enfrente, ante la atenta mira de su jefe Chiki. Entrábamos en el terreno de los grandes escaladores donde los grandes favoritos daban una auténtica exhibición, haciendo cumbre en primer lugar, con un tiempo de 3 horas, 25 minutos: El Tritón de la Chorrera, acompañado por José Antonio Montenegro, mas conocido como Mr. Fantástico, seguidos muy de cerca por Valentín, también conocido como Séneca, que a sus 74 años, realizó una ascensión y posterior descenso espectacular como muy pocos chavales de 18 años serían capaces de hacer y por supuesto el resto de compañeros que íbamos detrás y eso que se paraba de vez en cuando a animar a los pocos que fueron capaces de aguantar su ritmo, en este caso y por este orden: Juan Carlos el Portador del Anillo, Paqui, la Reina del Chocolate, que coronaba en compañía de Ilde el Vendaval del Moncayo, seguidos a duras penas por Encarni, la Corresponsal de la Bota Viajera, que a pesar de ser una magnífica andarina, se encontraba en bajo estado de forma, según quienes la conocieron en otros tiempos y segundos mas tarde Miguel, el Hombre que sabía demasiado. A partir del cual el resto del grupo fue llegando como el rosario de la aurora, si bien manteniendo el contacto visual en todo momento entre los compañeros de adelante y atrás, aún así el resto de compañeros superaron su mejor marca personal. A excepción de Guille, la Astrónoma, que habiendo hecho ya esta cumbre anteriormente nos anunció en la última parada que se tomaría la ascensión con mucha calma, disfrutando de las vistas y del camino, pero sin centrarse especialmente en coronar la cumbre.

Así que poniendo a prueba los gemelo fuimos llegando a la cumbre rodeando la misma por una corta pedrera de unos 100 m. que queda a la izquierda (oeste), evitando así el farallón rocoso que nos encontramos de frente y que da al sur, pero por el cual se puede acceder en una cómoda y fácil trepada si se llega bien de fuerza. A pesar de la abundancia de piedras sueltas en la pedrera, el tramo se realiza con relativa comodidad por ser corto y poder caminar de forma intermitente sobre rocas grandes bien asentadas o poniendo en práctica el viejo truco de ir haciendo zigzags con los pies de lado, cosa fundamental para descender sin ningún resbalón. No obstante, en ningún momento existe algún paso peligroso ni vertiginoso con peligro de caída mortal ya que la cumbre del pico Cielo, aunque no demasiado grande es mas bien redondeada y muy dócil. Por cierto, que esta cumbre de 1.506 m es de la mas peculiares de la provincia por estar coronada por una gran cruz de espejos, alrededor de la cual disfrutamos de un reconfortante almuerzo montañero. Parece ser que la cruz fue colocada por un marinero alemán hace unos 350 años, como agradecimiento por haber sobrevivido a un terrible naufragio, gracias a esta cumbre que le sirvió como referencia para divisar la costa. Y es que otra de sus peculiaridades es que con sus 1.506 m de altitud el pico del Cielo es la montaña mas alta de toda la franja litoral que rodea a la península ibérica, no existiendo ninguna mas alta a menos de 6 km de la orilla del mar como es el caso de esta bonita montaña que dada su situación y altitud es un mirador impresionante sobre el Mediterráneo.
En un día claro hubiésemos disfrutado con las vistas del litoral malagueño desde la punta de Calaburra, Mijas Costa, hasta la granadina playa de La Herradura, Almuñecar, la Hoya del Guadalfeo que desemboca en Motril, e incluso tramos de costa del poniente almeriense, así como una magnífica panorámica de todo el eje montañoso de Tejeda, Almijara y Alhama, con los picos anteriormente mencionados además del Lucero en Cómpeta, Albucaz en Canillas de Albaida y la Maroma, donde convergen Alhama de Granada, Canillas de Aceituno y Sedella ó la redondeada cumbre del Navachica y la cuerda que la une al Cielo. Sin embargo, el mar de nubes que como un tsunami llegaba desde la costa, ya había invadido definitivamente los intrincados barrancos e incluso de forma intermitente la línea de cumbres de Sierra Almijara, sin permitirnos en ningún momento disfrutar de todo el conjunto en su totalidad. Lo que mejor pudimos contemplar fue la Loma de la Encina a nuestros pies, por donde habíamos realizado la ascensión y el Barranco del Pino, donde aún se conservan un magnífico encinar y un espectacular pinar donde son frecuentes ejemplares naturales de pino carrasco y pino negral con más de cien años. Así como del llamativo cerro de la Cabeza del Caballo hacia el sureste por cuyos pies discurre el río de la Miel, abriéndose paso hacia el Mediterráneo.
Justo antes de abandonar la cumbre, tras la foto de rigor y para no perder la costumbre, Carlitos, el poeta matemático, con el que no coincidíamos desde la ruta de hermandad sendérica con Batolitos en el peñón de Zaframagón a principios de mayo, recitaba sobre el mismo punto geodésico el poema Ama Tu Ritm,o de Rubén Darío, siendo inmortalizado el momento gracias al video que grabó Miguel, El Hombre que sabía demasiado:

Ama tu ritmo y ritma tus accionesbajo su ley, así como tus versos;eres un universo de universosy tu alma una fuente de canciones.

La celeste unidad que presuponeshará brotar en ti mundos diversos,y al resonar tus números dispersospitagoriza en tus constelaciones.

Escucha la retórica divinadel pájaro, del aire y la nocturnairradiación geométrica adivina;
mata la indiferencia taciturnay engarza perla y perla cristalinaen donde la verdad vuelca su urna.
El descenso lo iniciamos con preciosos jirones de nube, que en constante movimiento flotaban a escasos metros de nosotros, formando curiosas figuras, pero el inestable tramo de la pedrera nos impedía recrearnos demasiado, teniendo que estar atentos a elegir bien el lugar que íbamos pisando por cada paso dado, realizándose de forma lenta para evitar posibles accidentes. Afortunadamente nos volvimos a reagrupar todos sin ningún incidente, una vez alcanzados los primeros metros de senda, ya en terreno estable y bien asentado, pero curiosamente cuando parecía que lo mas difícil había quedado atrás y que el descenso sería coser y cantar. A Carlitos se le sobrecargaron los cuádriceps y gemelos por el sobre esfuerzo acumulado en la subida y a penas era capaz de caminar, diciendo aquello de: ¡Dios mío, no me siento las piernas!. El grupo fue bastante solidario, esperando pacientemente a que se recuperara recibiendo unos masajes que acompañados de la milagrosa pomada deep heat, lo reanimaron rápidamente, reanudando la marcha aunque a un ritmo algo mas lento. Llegando al cortijo de la Civila, con una hora de retraso respecto al Tritón que a nuestra llegada se encontraba durmiendo la siesta oculto tras unos matorrales.

Tal vez fue por la proliferación de nubes o por casualidad, que ni en la subida, ni en la bajada pudimos contemplar el majestuoso vuelo de la gran águila real, ó hermanas menores como la perdicera, culebrera o la calzada que habitan en sierra Almijara. Lo que sí nos encontramos bajando por las inmediaciones del camino fueron numerosas marcas y huellas de jabalí, especialmente activos en otoño e invierno tal vez a la espera de encontrar algunos restos de comida tras nuestro paso en la ascensión hacia la cumbre.Si bien desde el inicio ó según se mire, desde el final de la pista junto a las ruinas de la Civila existe una pequeña senda que desciende hasta el arroyo Colmenarejos, dirección SE, llevándonos a través de un sinuoso recorrido que acaba en el camping de Maro. Continuamos según el plan previsto unos 800 m. pista abajo, hasta llegar a una caseta, desde donde tomamos la senda que debería llevarnos hasta el arroyo Sanguino. Nada mas reiniciar la marcha por esta senda, nos vimos inmersos en un mar de nubes y quedamos un tanto desconcertados cuando comenzábamos a subir de nuevo, teniendo en cuenta que en teoría todo lo que quedaba era en descenso. Pero ya se sabe que en todo recorrido que se precie, siempre aparecen algunos toboganes, llegando a un collado desde el que bajamos hasta el arroyo Sanguino, que tan sólo atravesamos para continuar ascendiendo por una ladera entre tupidos bosques de pinos, que nos llevaron a un collado donde nos encontramos con un cruce de sendas. Siendo el camino correcto el de la izquierda que fue el que tomamos, cada vez mas inmersos en aquel mar de nubes que a penas nos permitía ver mas allá de 10 m. alrededor. Llegando en escasos minutos a un segundo cruce, marcado por tres colores, que en teoría señalaban tres rutas diferentes. El que seguía de frente nos hubiera llevado por un cómodo y bien marcado sendero a través del arroyo Romero hasta el Nacimiento, donde habíamos dejado los coches. Sin embargo, tomamos el de la derecha, que era el que descendía por un escuálido sendero zigzagueante entre abundante matorral hasta el arroyo Sanguino, por ser este arroyo el que teníamos previsto desde un principio hacer de camino de regreso, en la creencia de haber dejado estacionados los coches en sus proximidades a la altura de la carretera de Maro.
En el descenso hasta el arroyo Sanguino, Carlitos a años luz de aquel compañero que siempre solía ir en cabeza de grupo, comenzó a quedarse otra vez bloqueado sin que le respondieran las piernas. Una vez mas los compañeros que iban con él, en este caso Celia, mas conocida como la Hechicera du Sao Paulo y Maribel, también conocida como Selene o la Sirenita del río Cebollón uno de los fichajes mas caros del verano 2008 en Pasos Largos, le ayudaron a bajar hasta el arroyo donde volvió a ponerse la milagrosa crema deep heat. Ya sólo quedaba cubrir los dos últimos kilómetros de ruta a través de su seco y arenoso cauce, que a pesar de la ausencia de agua, rezumaba frescor en cada uno de los meandros donde íbamos pasando entre encajonadas paredes de roca, con la presencia de algunas covachas que sistemáticamente fueron utilizadas en sierra Almijara durante siglos para el pastoreo, hasta que estos tiempos modernos y las nuevas formas de vida han provocado el abandono masivo de la vida en el campo, formando parte del pasado, aquellos tiempos mas civilizados donde el hombre rural convivía en perfecta armonía con la naturaleza.

La tarde languidecía en aquel paisaje de por sí oscuro y sombrío que caracteriza a la mayoría de barrancos de sierra Almijara, encajonados entre rocas y abundante vegetación, regalándonos rincones de gran belleza. Pero con las nubes cada vez mas oscuras y las fuerzas cada vez mas mermadas por el largísimo descenso, de unos 1.400 m de desnivel, hicieron que con el cansancio acumulado y el pesado caminar sobre este terreno arenoso, a mas de un compañero/a que iba justo de fuerzas se le hiciera eterno el final de la ruta. De hecho en el descenso se tardó bastante mas que en la subida. Provocando cierta desesperación entre los compañeros que sobrados de fuerza podrían haber finalizado muchísimo, pero esta es una situación que resulta prácticamente inevitable en todas las rutas de montaña con gran desnivel. Siendo una posible solución, una vez conquistada la cumbre la creación de dos grupos para realizar el descenso: el mas rápido y el menos rápido. Divididos en varios subgrupos, pero esperando siempre a los compañeros que venían por detrás en cada cruce o lugar susceptible de confusión, finalizamos la ruta directamente en la localidad de Maro, a unos 400 m. de donde habíamos dejado los coches. Disfrutando de la copa de despedida en el hotel Playa de Maro.
Otros compañeros que participaron en esta ruta fueron: mi paisano y vecino de barrio Pepe Makis de Sevilla e Ignacio, El Montaraz del Aneto, inseparables compeñeros de Ilde, el Vendaval del Moncayo, que acudían con la indumentaria de gala, a pesar de estar convalecientes de su última ascensión al cerro Almanzor, techo de Ávila, en su programa de los techos provinciales de España, haciendo una ascensión y posterior descenso dignos de elogio dadas las circunstancias. Darío el Magnífico, al igual que Ana, la Venus de Boticelli, también realizaron una magnífica ascensión, si bien a ambos, todavía desentrenados tras el verano, el regreso se le hizo eterno. Un caso distinto es el de Vicky la Botánica, que como toda Princesa Druida, se demora en su caminar aún yendo sobrada de fuerzas por recrearse en sus queridas plantas y las pequeñas maravillas del camino, estando acompañada en casi todo momento por Juan Antonio, mas conocido por el Elfo de la Malagueta, que aún siendo uno de los mejores montañeros de la costa, prefiere caminar tranquilo junto a su dulce princesa de la boca de fresa. Patri, la Chica que miraba a las estrellas estuvo en su línea, sabiendo dosificarse a la perfección y amoldándose perfectamente al ritmo del grupo en cada momento. Y un servidor que mas pendiente de las fotos y animar a quienes van quedando rezagados rara vez apareció por los puestos de cabeza.

martes, octubre 14, 2008

Por las sierras de Aguas y Blanquilla de Baños, Carratraca

Sáb. 11 de octubre de 2008
Por las sierras de Aguas y Blanquilla de Baños, Carratraca

No eran las 8.30 de aquella mañana amenazante de lluvia con las calles encharcadas, cuando los primeros compañeros ya estábamos desayunado en el bar “El Punto” de Carratraca. Nombre apropiado para el punto de encuentro, donde fueron llegando puntualmente los 16 compañeros (incluyendo 4 que venían de Sevilla capital), para dejar allí algunos coches, trasladándonos todos con el resto de vehículos a un determinado punto de la carretera que une Carratraca con Álora, que discurre por un paisaje de montes peridotíticos y bosques de pinos de gran belleza paisajística, que en muchos momentos me recordaba a la carretera que va de San Pedro a Ronda. Entre el entusiasmo contenido previo a la ruta, la alegría de volver a coincidir con tan entrañables amigos y la grata sorpresa de encontrarnos inmersos en tan bonito paisaje, 8 km mas allá de Carratraca llegábamos al lugar donde enlaza con esta carretera el comienzo de la pista que hay que tomar para realizar la “Ruta de la Sierra de Aguas” tal y como reza el cartel que nos encontramos en su cabecera.

Dada la charla de introducción sobre la ruta que había realizado dos días antes y en solitario Manolo, El Tritón de la Chorrera a quien volvemos a dar las gracias desde estas líneas y recordadas las normas básicas de protocolo en caso de tener que abandonar la ruta u optar por un camino alternativo de regreso ó final alternativo. Comenzamos la caminata por dicha pista, dejando a nuestra derecha un bonito chalet, piscina incluida, perteneciente a unos holandeses. Minutos mas tarde, nos adelantaban dos grupos de 4x4 y coches varios, advirtiéndonos de que iban a estar de montería por la sierra, afortunadamente estuvieron muy lejos de nosotros y a penas escuchamos un solo disparo en toda la mañana. Instantes después, todavía con el último coche a la vista, llegaba corriendo a lo “Forrest Gump”, Miguel que reside en el Puerto de Santa María y que venía de empalmar toda la noche de marcha en Ronda, sin haber pegado ojo.

Poco después del primer kilómetro de ruta, abandonábamos la pista en un precioso recodo que queda a la izquierda del camino, por donde atravesamos una pequeña cañada, donde el Tritón de la Chorrera, haciendo honor a su nombre nos mostraba una recóndita poza, sobre la cual caían pequeñas chorreras, procedentes a su vez de otras pozas superiores, que a buen seguro, han colaborado para la denominación de esta sierra de las Aguas. Al otro lado de la cañada, una sucesión de zig-zags a través de una senda perdida nos situaba en las ruinas de lo que en su día fueron las instalaciones de la Mina del Sapo, a simple vista un cortijo en ruinas. Tras la pausa de reagrupamiento emprendimos la marcha dirección norte a través de la senda que parte del muro este y faldeando la sierra llegamos a una segunda cañada tomando unos eucaliptos como referencia, desde los cuales ya giramos a nuestra izquierda, dirección oeste, iniciando en este así, el tramo, con diferencia, mas duro del recorrido, consistente en una empinada ladera campo través y sálvese quien pueda. Viviéndose situaciones prácticamente épicas como la rotura de la bota derecha de Manolo, que en su debut con Pasos Largos no tuvo otra cosa mejor que hacer que desempolvar del armario las botas Gorila, que le compraron sus padres hace 30 años, porque traían de regalo una pelota de goma. El nudo que le hizo, su hermano Juan Enrique, mas conocido como el Profeta de Nervión, rompiendo cordones de chubasqueros, mochilas, etc. fue de auténtico manual de supervivencia. ¡Vamos!, que por mas que intenté reprimirme no pude evitar un: ¡Esto es Esparta!, para animar a todos los compañeros, que apretaban los dientes por cada paso dado, por cada metro ascendido, hasta que por fin llegamos a la pista, habiéndonos ahorrado de esta manera mas de 4 km de pista.

Tras una larga espera, por fin llegaban hasta nosotros con la carita descompuesta y el corazón que se les salía por la boca, dos señoras de Málaga que entre gritos de ánimo y una mano amiga en los empinadísimos metros finales daban gracias a Dios por pisar tierra firme. Evidentemente habían escogido la ruta equivocada para debutar con Pasos Largos. Mea culpa por interpretar en el e-mail que me enviaron que eran personas con buen fondo físico y experiencia acumulada en rutas de montaña. Y es que aunque la ruta estaba calificada de nivel medio, el término es de lo mas relativo, según de que persona se trate. No obstante, tras reanudar la marcha después de un kilómetro de pista, ya sin a penas desnivel y comprobando que se volvían a quedar muy descolgadas tuvieron a bien seguir nuestras sugerencias para que regresaran a los coches por la pista, siguiendo perfectamente nuestras explicaciones al llegar a los dos cruces con los que se iban a encontrar como felizmente nos confirmarían horas mas tarde. Y realizando de esta manera un bonito recorrido circular alternativo por la sierra de Aguas, adaptado a sus posibilidades tal y como habíamos recomendado en la charla de introducción al comienzo de la ruta.

Recuperado el ritmo normal de travesía y rodeando ahora por la cara norte el tramo mas alto de la sierra de Aguas, asaeteadas por sus grandes molinos generadores de energía eólica, nos situábamos en su crestería de forma rápida y directa por un pequeño cortafuego que a pesar de su corta longitud puso a prueba la capacidad pulmonar de mas de uno, si bien el Indomable Jaime y el Elfo de la Malagueta volvieron a deleitarnos con sus magníficas cualidades de grandes escaladores, en el caso del Elfo, incluso se permitió el lujo de llevar en volandas a su princesa Druida, Vicky la Botánica, llegando así a los pies de los gigantescos molinos, desde los cuales continuamos por la crestería dirección este, hasta llegar a su punto geodésico, situado a 949 m. sobre el nivel del mar y totalmente huérfano de señalización, ni siquiera con el clásico montoncito de piedras que nos hubiera gustado formar entre todos. Pero tal era la fuerza del viento que azotaba la cumbre en aquellos momentos, que a penas pudimos hacernos unas fotos que hablan por si sola de la ventisca que nos azotaba. De hecho las gafas que llevaba nuestro amigo Ruben al mas puro estilo del villano Pierre Nadoyuna en los dibujitos de Penélope Glamour, era de lo mas apropiado que uno podía llevar en ese momento. De no haber sido porque las abundantes nubes de aquella jornada nos impedían disfrutar de lejanos horizontes hubiéramos podido contemplar: al norte, la sierra del Huma, Capilla, Tajo de la Pedera, Mesa de Villaverde, esta última fue la única que por su proximidad pudimos identificar claramente. Hacia el sureste el hacho de Álora y hacia el suroeste una espectacular perspectiva de la Sierra Alcaparaín de la que tan sólo pudimos disfrutar en el último tramo de ruta llegando ya a Carratraca.


El descenso lo realizamos muy suavemente por la misma crestería, regresando sobre nuestros pasos y continuando por la pista que comunica la línea de generadores para sus revisiones periódicas y mantenimiento. Por cierto, que la mayoría estaban parados, una pena para una jornada de tanto viento, eso sí, cuando pasabas por debajo de algunos que estaban girando el sonido impresionaba. Abandonada ya la cresta de la sierra y girando a nuestra izquierda dirección sur llegábamos a una curva cerrada donde nos encontrábamos con un cruce de pistas. La prolongación de la que llevábamos nos llevaría a completar la denominada ruta de la sierra de Aguas, viniendo a desembocar en la carretera que une Álora con Carratraca, mas o menos a mitad de camino entre Carratraca y nuestro punto de inicio. Obligándote de esa manera a caminar unos 4 km. por asfalto, si bien se trata de una bonita carretera paisajística muy poco transitada. Sin embargo, nosotros tomamos la que sale a la derecha describiendo una cerrada curva, a partir de la cual nos adentrábamos en una zona de transición entre la sierra de Aguas que ya comenzaba a quedar atrás y la sierra Blanquilla hacia la que ahora nos aproximábamos pasando junto a farallones rocosos con llamativas betas de pirita y encontrándonos con un simpático ejemplar de ciempiés que tuvo a bien coger en sus manos el Tritón para enseñárnoslos de cerca, provocando el histriónico grito de Inma, también conocida como Nefertitis ó La Amenaza Fantasma.

Con Carratraca ya a la vista destacando allí abajo a nuestra izquierda, al pie de las laderas tapizadas por del verde intenso de los pinos, nuestro guía nos identificaba la peculiar plaza de toros donde se realizan muchos de los actos que tienen lugar durante la famosa noche de la Luna Mora cada 9 de septiembre. Llegando en pocos minutos al Puerto Romero, donde nos encontramos con un segundo cruce de pistas, siendo el de la izquierda, sur, el mas directo para ir a Carratraca, opción que escogieron nuestros compañeros Rocío y Juan, para darse un merecido homenaje en Casa Pepa despidiéndose del grupo tras dejarnos una grata impresión como compañeros de ruta y buenos caminantes. Sin embargo, el resto del grupo escogimos la opción de la derecha, oeste, noroeste para adentrarnos de lleno en la sierra Blanquilla de Baños.

El viento volvía a arreciar con fuerza, la caminata por pista comenzaba a hacerse larga y monótona, porque la abundancia de nubes bajas nos impedía disfrutar de los horizontes que nos rodeaban. Miguel que había comenzado la ruta en plan Mr. Fantástico, comenzaba a mostrar los primeros síntomas de transformación en zombi tras una larga noche de insomnio y Manolo desde aquel día apodado el Bota de Oro, ya empezaba a perder la fe con la maldita frase de “si lo llego a saber no vengo”. Con la moral de los debutantes un tanto mermada y el estómago pidiendo a gritos tiempo muerto para el almuerzo, hicimos una pausa, al amparo de un pequeño prado, entre retama y retama, degustando con muchas ganas las viandas que cada uno había estimado oportuno echar en la mochila. Destacando de entre todos los menús, el dietético de mi Wendy, que aquel día lucía sus nuevos atuendos al mas puro estilo tirolés pantalones cortos y calcetines largos.

Finalizado el almuerzo, nada mas ponernos en pie, para reanudar la marcha, una liebre nos sorprendía con su fugaz carrera a pocos metros de nosotros, por suerte para ella, Chuky, ya se había adelantado al grupo reemprendiendo el camino por la pista en dirección nordeste, hacia Ardales, que era hacia donde ahora dirigíamos nuestros pasos, hasta que en un determinado punto, que nadie hubiese adivinado, el Tritón, condujo al grupo hacia una pequeña cañada paralela a una alambra, que quedaba a nuestra derecha. Cruzando rápidamente la cañada para remontar una corta pero fortísima pendiente entre almendros que por fin nos situaba en uno de los accesos mas bellos y recónditos de la cara norte de la sierra Blanquilla de Baños en la que nos adentramos tras pasar por una pequeña cornisa que bordeaba de forma un tanto vertiginosa la cañada que acabábamos de atravesar, correspondiente al arroyo de la Zahúrda, que ahora quedaba a nuestra izquierda. Mientras el Bota de Oro, volvía a pasarla canutas, Maribel también conocida como La Sirenita del río Cebollón ó Selene (Diosa de la luna), dejaba sus uñas marcadas sobre el brazo del Indomable Jaime, aferrándose a él con todas sus fuerzas para escapar del abismo de la cornisa.

Llegando a continuación a un llano donde una alambrada delimitaba el perímetro del bosque de pinos que teníamos enfrente. Pero dicha alambrada tiene dos accesos permanentemente abiertos que nos llevan a Carratraca, el primero, situado a unos 50 m. a la derecha, sigue el cauce del arroyo del Cementerio, con algunas zonas precarias de cierto vuelo y peligrosidad. Y el de la izquierda, que fue el que finalmente tomamos, encontrándose a unos 100 m de distancia, nos llevó por un precioso bosque de pinos, asentados sobre arenas blancas como si de playas del caribe se tratase en contraste con el agreste terreno montañoso que nos rodeaba. Por cierto, que según el número 10, del coleccionable que editó Diario SUR en 1998, titulado escapadas al Aire Libre, titulado “Por la Sierra Blanquilla de Carratraca”: esta sierra constituye un importante acuífero de mármoles dolomíticos fragmentados, azotados por los esfuerzos tectónicos de la orogenia alpina, factor que propició la creación de sus arenales.

Una vez en el bosque de pinos, comenzamos a ascender suavemente por un precioso sendero sobre las arenas blancas de donde toma su nombre esta sierra, con curvas recoletas que tanto nos recordó a Sierra Almijara, llegando mas tarde al famoso Llano de los Arenales, donde por desgracia en una tarde oscura no vimos brillar como habitualmente lo hacen en el suelo las laminas de mica y pirita donde se refleja el sol. Iniciado el descenso hacia Carratraca se pasa junto a la pequeña, pero impecable ermita de la Virgen de la Salud, patrona del pueblo, que celebra su fiesta grande el 15 de agosto. Entre las copas de los pinos que pueblan estas laderas, ya comenzábamos a vislumbrar allí abajo, las primeras casa del casco urbano, hacia donde íbamos descendiendo a través de los apretados zig-zags que describe esta preciosa senda que viene a desembocar muy cerca del emblemático ayuntamiento color albero, que fue construido en el año 1855 a expensas de Doña Trinidad Grund por el arquitecto Guerrero Estrachan, como casa de verano para la familia Heredia Grund, pionera del turismo burgués malagueño, atraida por los beneficios terapéuticos de las aguas termales sulfurosas del Balneario de Carratraca. De manera que la llegada a Carratraca, pasando junto al ayuntamiento y sus calles encaladas con la imponente sierra de Alcaparaín como telón de fondo, pusieron un broche de oro magnífico para rubricar una ruta tan interesante, como inédita.

Para celebrarlo finalizamos en el bar El Punto, que situado junto al mosaico con el mapa Carratraca y su sierra y a la concurrida fuente donde no dejan de llenarse garrafas durante todo el día, resultó ser el lugar ideal como punto de encuentro por la mañana y copa de despedida por la tarde. Llegando así hasta los vehículos que habíamos dejado allí estacionados por la mañana, para recuperar los que se encontraban situados en el inicio de ruta a unos 8 km. de Carratraca, dirección Álora. Los mismos que se tuvo que hacer andando Manolo, El Tritón de la Chorrera, cuando después de finalizar la misma ruta preparatoria, en solitario, dos días antes, por no encontrar a nadie en todo Carratraca que se ofreciera para llevarlo hasta allí, ni siquiera pagando. Y es que existe una leyenda negra y gran superstición alrededor de esa vieja carretera Álora-Carratraca, sin embargo, nosotros nos la encontramos en muy buen estado, salvo por alguna piedra desprendida de las paredes junto a las que discurre esta solitaria carretera.

¿Sabía que Carratraca es un municipio fronterizo entre la Serranía de Ronda y la comarca de Antequera. Por otra parte se ha considerado desde antiguo como una puerta del valle del Guadalhorce. Se encuentra enclavada en la falda sur de la Sierra Blanquilla de Baños, de la que emana su famoso manantial. Normalmente, Carratraca se abre al visitante; destacando el carácter afable de sus gentes curtidas por las montañas, los rincones surgidos en torno a sus fuentes y al balneario de aguas sulfurosas, el entrañable y siempre recomendable restaurante “Casa Pepa” al que siempre volveréis, las espectaculares vistas hacia la abrupta sierra Alcaparaín, ó su bosque de pinos en la zona alta del pueblo, animando al viajero a perderse por sus sendas ó caminos de herradura.
De origen árabe, Carratraca creció sobre todo en el siglo XIX debido a la existencia de aguas sulfurosas de cuyas propiedades curativas ya dieron noticia los romanos Tito Pulo y Lucio Voreno. A mediados de ese siglo se construyó un precioso balneario, de estilo neoclásico, frecuentado por muchas personas para el tratamiento de diversas dolencias.
Fernando VII ordenó la construcción de una gran fonda junto al balneario para alojarse allí con su séquito y poder tomar las aguas; así fue como nació el hostal del Príncipe. Una compleja edificación que sigue siendo el hospedaje utilizado por los agüistas. En el casco urbano destaca poderosamente el conjunto arquitectónico formado por la antigua casa de Doña Trinidad Grund, convertida en Ayuntamiento. La iglesia de Ntra. Sra. de la Salud es otro de los edificios de interés arquitectónico. Otros lugares de interés fuera del casco urbano son las cuevas del Duende, el abrigo de Alcaparaín, así como las simas Gorda y la de los Murciélagos.
Sus vecinos han sabido mantener sus tradiciones artesanas, podrá contemplar bellas piezas que se realizan con esparto, tallas de madera y obras pictóricas. Son platos autóctonos el jarrete a la campera, los callos y el chivo a la pastoril... Finalmente, hay que destacar la fiesta del embrujo de la Luna Mora cada 9 de septiembre, que bajo la luz de 12.000 velas, iluminan el pueblo esa noche con actuaciones que tienen lugar en la plaza de toros.

viernes, octubre 10, 2008

De Cazalla al Martinete por la vía verde de la Sierra Norte de Sevilla.
Los hermosos membrillos asomaban por encima del muro encalado y las bellotas brotaban como manjar de dioses, o mejor dicho de chanchitos… Comenzaba el mes de Octubre cuando la Brigada SFC, escisión del famoso Comando Preston, que opera por la sierra Norte de Sevilla y Huelva, se disponía a realizar una de sus incursiones en bicicleta por la vía verde de Cazalla.
Esta es la magnífica experiencia vivida por la Brigada:
Partíamos de Santa Justa, en los andenes de agolpaban excursionistas, boyscouts, ciclistas varios y viajeros usuales. El convoy se acercó al andén 9, había tanto público que llegaron dos trenes de cercanías pegados cual bichitos de luz. Corrimos a subirnos justo en un pequeño compartimento de unos diez asientos donde pudimos depositar las bicicletas cómodamente en un cuartito anejo. Los tres íbamos cómodamente sentados; el Indomable, Jaime, el Profeta de Nervión, Juan Enrique y Wendy también llamada familiarmente Mini, todos ellos parientes cercanos del Comandante Preston.
La aventura prometía pues íbamos muy ilusionados, ya que habíamos intentado varias veces, sin éxito, recorrer esta bonita senda. Riendo y charlando el tren nos adentraba en la campiña, vega, y sierra del norte de Sevilla. Nos apeamos en Cazalla de la Sierra. Al bajar del tren el olor a humedad, a eucalipto, la fragancia de la sierra nos da una dulce bofetada y nos despierta. Iniciamos la senda, primero por una carretera poco transitada durante unos metros para luego atravesar el bonito puente de madera de Isla Margarita e iniciar el recorrido de la vía verde desde allí.
Los excursionistas, niños scouts y demás viajeros se desperdigan por el paisaje y cada uno toma su camino. Pronto nos encontramos por nuestro camino de verdísimos prados soleados donde sestean las ovejas. El camino, a pesar de que el tren iba atiborrado se abre tranquilo, en alguna ocasión encontramos algún ciclista o una familia que anda por los caminos. Comienza nuestra tranquila y relajada odisea para acercarnos a acariciar la naturaleza. Una foto por aquí, una foto por allá, el cielo límpido sobre nuestras cabezas y el sol cálido tostando nuestras caritas, y el olor.., siempre ese olor a verdor fresco, a tomillo y jara, una terapia aromática digna del mejor Spa. Una paradita para avituallamiento, para una charla sosegada, o para admirar el paisaje. Llegamos así hasta San Nicolás del Puerto donde cae la primera cervecita y donde decidimos que en vez de seguir para el Cerro del Hierro, vamos a ir al Martinete, visitar los saltos de aguas y comer allí un buen plato de huevos fritos, patatas y chorizo.
Reanudamos la marcha y una vez en el Martinete, dejamos las bicis amarradas en la puerta de la cantina donde reservamos mesa para las 2:30 y nos adentramos montaña a través para admirar una de las zonas más bellas de esta bonita vía verde. Los saltos de aguas son impresionantes, impropios de una capital tan seca como Sevilla. Por eso será que te dejan tan sorprendido. El paraje es de una belleza singular. Enormes pozas de agua cristalina acogen a las aguas que se lanzan al vacío desde una considerable altura. Nos quedamos todos haciéndonos la pregunta del millón… ¿De donde brota tal cantidad de agua?, ¿Por qué no se agota este enorme caudal?. Cuando miras hacia arriba, para indagar sobre su procedencia, vemos dos enormes árboles, desde donde nos comenta Jaime que se lanzan los chavales jóvenes hacia la poza, pero no obtenemos la explicación que vamos buscando.
Según el Indomable, que tiene mucha imaginación, dice que la montaña está hueca y conserva el agua de la lluvia, que con el frío del invierno permanece congelada y luego brota en primavera. Es una historia magnífica y yo también me la creo, ¿Por qué no?
Nuestros relojes y nuestros estómagos marcan la hora de volver al bar donde nos deleitamos con un clásico (huevos fritos con chorizo) y con un buen vino de la casa que estaba suave y entraba que daba gusto. Una divertida charla…, con Juan Enrique todo es diversión y cachondeo. Hay que reírse de todo con él. Otra terapia de este insólito Spa; la risoterapia.
Como guinda del almuerzo, el famoso licor de “guinda” de Cazalla de la Sierra, con bastante hielo. ¡Qué delicia! y pensar que tenemos en casa una botella desde hace años de este licor y nunca nos da por tomarlo…
Como estará intuyendo el lector, este homenaje gastronómico nos dejó huella en nuestras maltrechas piernas, que se convirtieron en dos “guitas” mojadas, tal era su grado de laxitud. Y además nos dejó un eterno recordatorio, porque el chorizo se nos estuvo repitiendo hasta el fin del día.
Aún así volvimos a escalar el Martinete para hacer ahora un recorrido a través de su cauce y admirar otros pequeños saltos que había más adelante. Además como el Indomable había estado anteriormente por allí, nos llevó al otro cauce del río, porque se abre en dos ramajes a cual más bonitos. Anduvimos río abajo hasta que la maleza ya nos impedía continuar y como no teníamos calzado de repuesto decidimos volver.
Comenzamos el regreso, eso sí, ahora íbamos muy contentos, porque la vuelta era toda cuesta abajo y no tuvimos que poner los pies en los pedales para nada. Incluso Wendy estuvo a punto de darse una “leche”, por ir admirando tanto el paisaje y los buitres leonados que sobre nuestras cabezas planeaban. El regreso fue supersónico, fresco y relajante, como las piscinas del Spa de agua fría a las que te tienes que sumergir una vez has pasado por las que están calentitas. El camino era nuestro solamente, ya no coincidimos con nadie, solo nos acompañaba el aire, el sol templado de la tarde y los buitres leonados, que supongo que estaban esperando una presa. El indomable como es un poquillo supersticioso dijo: “sus muertos”, a ver si estos están aquí por nosotros… y salimos pitando.
Llegamos a la cantina de la estación con tiempo de tomarnos un rico Legendario-Cola y esa fue la culminación de la jornada más cachonda que podíamos haber imaginado, pues el dueño del local tenía una “papa” del quince y Juan Enrique le hizo un lio pidiendo las bebidas que si no es porque el tren tardó un ratillo seguramente lo hubiéramos perdido. Nos reímos de lo lindo todos los que estábamos en la barra, porque era un personaje peculiar y tenía una risa tonta contagiosa. En fin, que la espera se hizo muy amena.
Por fin, ya en el tren, en nuestro pequeño compartimento al que nos afanamos en volver, descansamos e hicimos balance de una jornada memorable, el cuenta kilómetros de mi bici marcaba unos 36 kilómetros y nuestras caritas eran de satisfacción plena.
La Brigada SFC cumplió su misión y sin víctimas….

jueves, octubre 09, 2008

Del Valle de Abdalajís al Chorro por el pico Capilla

Del Valle de Abdalajís al Chorro por el GR. E-7, con la variante de la ascensión al pico Capilla:

Distancia aprox. 16 km
Tiempo aprox. 6 horas
Desnivel: aprox. 900 m.
Nivel dificultad: medio/alto
Tipo suelo: pista terriza muy bien marcada durante todo el recorrido, con los dos primeros km asfaltados partiendo desde el Valle de Abdalajís.
Zona de canchal en la variante hacia la cumbre.
Tipo de recorrido: Lineal.

El itinerario que proponemos a continuación discurre en su totalidad por el tramo del GR E-7 que une El Valle de Abdalajís con El Chorro. Como en toda ruta lineal de fácil acceso a sus dos extremos da igual que punto escojamos de inicio y final. Siendo siempre recomendable dejar un coche en el final previsto de ruta y desplazarnos todos juntos con el resto de vehículos hasta el inicio de la misma que en nuestro caso fue 1 km antes de llegar al pueblo del Valle de Abdalajís, a la altura de una pista asfaltada que se une a la carretera por donde venimos, y que queda anuestra izquierda, con las paredes del tajo del Cuervo relativamente próximas a nosotros. Este es precisamente el inicio de nuestra ruta, pudiendo estacionar nuestros vehículos a la derecha de la carretera, en una pequeña explanada donde nos encontramos con varios contenedores.

Cruzamos la carretera y echamos a andar por la pista asfaltada, en cuyo comienzo nos encontramos con varias señales de tráfico y un cartel de madera que reza: “Despegue de Levante 2 km.”, desde donde suelen despegar quienes practican: ala delta, parapente e incluso el vuelo en globo que en los últimos años ha convertido al pueblo del Valle de Abdalajís en todo un referente para la práctica de estos deportes. Durante el primer kilómetro vamos ascendiendo suavemente dejando a derecha e izquierda numerosos chalets, cada uno con su parcela y sus pequeños huertos de olivos, limoneros, granados, almendros e incluso algún aguacate, intercalado con algarrobos dispersos. El ladrido de los perros irá delatando nuestro tránsito mientras caminamos en paralelo a la base de las paredes del tajo del Cuervo, situadas a unos 200 m de nuestro costado derecho. No tardaremos en llegar a una curva donde tenemos una preciosa panorámica de la cara norte del Huma que nos va a acompañar durante un buen trecho y justo por debajo, mas cercanos a nosotros dos cortijos: el del Castillo a la izquierda y el del tajo de los Palmitos a la derecha. Es un buen lugar para tomarse un respiro disfrutando de las vistas. La pista, todavía asfaltada, nos lleva ahora hasta la mismísima base del tajo del Cuervo en un rincón de especial belleza donde pasamos bajo las paredes abovedadas de este bellísimo tajo.

Por desgracia con todas las destrucciones de aquiferos que ha provocado el larguísimo túnel del ave que atraviesa toda la sierra, el pueblo del Valle de Abdalajís, núnca mas volverá a ser la Villa de los Manantiales:

jueves, octubre 02, 2008

Trevélez-Siete Lagunas-Alcazaba-Puntal de Vacares-Laguna de Vacares-Trevélez

Trevélez-Siete Lagunas-Alcazaba-Puntal de Vacares-Laguna de Vacares-Trevélez
Sierra Nevada, 13 y 14 de septiembre de 2008:
Una odisea casi espacial.

Sábado 13 de septiembre

A las 9 de la mañana de un soleado sábado de finales de verano, nos dimos cita en la plaza del Barrio Alto de Trevélez (la localidad situada a más altitud de España, 1480 m.) ocho compañeros que íbamos a compartir la que en mi modesta opinión, ha sido una de las travesías estrella de la temporada. Fué una ruta exigente, dura, larga (algunos tramos incluso un poco desesperantes), con gran desnivel y que nos permitió recorrer parajes muy bellos y desconocidos de la cara sur de Sierra Nevada.

Tras una breve visita a la panadería del pueblo, emprendimos la marcha por las calles empinadas de la bonita localidad alpujarreña. Pronto salimos del pueblo y continuamos por una vereda muy bien señalizada, que discurría entre huertos, cortijos de piedra y establos de vacas. A nuestra derecha quedaba el valle del río Trevélez y las lomas de la vertiente contraria, por donde descenderíamos al día siguiente.

Íbamos ganando altura rápidamente, atravesando acequias, barrancos y chorreras. Poco después de sobrepasar el cortijo de Piedra Redonda, giramos bruscamente a la izquierda, para abandonar el valle del río Trevélez, en dirección a la loma del Mulhacén, por un lugar llamado Prados Grandes. Aunque el día era soleado, en las alturas se veían unas nubes que cubrían las cumbres y que no nos hacían ninguna gracia. Seguimos ganando altura, llegamos a una gran chorrera, lugar que aprovechamos para descansar, comer algo y saludar a un grupo de montañeros malagueños, que Jaime conocía por haber participado en la travesía del Arco Calizo Central, y sin mucho entretenimiento continuamos, pues quedaba mucho camino. Nos adelantó un arriero con dos mulas cargadas... ¡de mochilas!. El buen señor se gana un buen dinerillo porteando con sus bestias las mochilas de los montañeros que quieren subir a Siete Lagunas ligeros de peso. Las mochilas eran de los malagueños. A este paso Sierra Nevada se va a poner como el Djebel Toubkal o el Tibet, que vas con lo puesto y los porteadores te llevan hasta la muda. Continuamos a buen ritmo hasta llegar a un pinar, que atravesamos para alcanzar unas rocas donde los más adelantados esperaban al resto. No quedaba mucho para Siete Lagunas, pero sin duda era el tramo más duro. Atravesamos una zona de prados y riachuelos llamada la Campiñuela, hasta que llegamos al río Culo de Perro, que bajaba caudaloso y bravo desde las alturas de Siete Lagunas. Los del grupo de delante continuaron por la vereda oficial, pero los de atrás fuimos siguiendo el curso del río, disfrutando de sus innumerables saltos de agua y de los verdes prados de las riberas. Al final terminamos en la vereda “oficial” y desde allí divisamos con toda su majestuosidad las Chorreras Negras, una inmensa cascada que es desagüe de la laguna Hondera, la primera y más grande del circo de Siete Lagunas. Esta chorrera es el nacimiento del río Culo de Perro. Subimos la chorrera “a hierro”, por su parte derecha. Tras un rato algo penoso por el desnivel y por el cansancio acumulado, llegamos por fin a la base del gran circo de Siete Lagunas, uno de los parajes de montaña más bellos del mundo. Habíamos superado 1.500 m. de desnivel en poco más de cinco horas. Los compañeros más adelantados estaban comiendo ya, a orillas de la laguna Hondera, y los demás pronto nos sumamos a ellos. El paisaje era magnífico, las nubes amenazantes de la mañana se habían disipado, y la cima del Alcazaba se mostraba desafiante a nuestros ojos.

Tras la comida, nos encaminamos por una cómoda vereda en dirección nordeste hacia la loma del Alcazaba. En poco más de 45 m. alcanzamos la piedra del Yunque, lugar que marcaba el inicio del ascenso al Alcazaba por su parte más suave, la loma de la cara sur. Tras las fotos comenzamos la ascensión, con un poco de apretura por lo avanzado de la hora. Las nubes de la mañana habían vuelto a hacer acto de presencia, y comenzó a soplar un viento de cumbre gélido e incómodo. Jaime, Rafa, José Antonio y Paco iban muy adelantados, todo derechos hacia la cumbre del Alcazaba. Vicky, Antonio y una servidora, escoltados por el siempre atento Juan A. Mena, íbamos más retrasados. El frío era cada vez más intenso, las nubes una pesadilla y el cansancio hizo mella en el grupo de atrás. Aunque quedaban poco más de 100 m. de desnivel, las dos féminas del grupo y Antonio decidimos quedarnos a esperar a que el resto bajara, mientras Juan Mena subió a la cima para avisarles de que estábamos esperándolos. Al cabo de un rato bajó el subgrupo que había hecho cumbre, y todos juntos emprendimos el descenso hasta la piedra del Yunque.

Nuestra idea inicial era continuar hacia la laguna de las Calderetas para pernoctar allí, pero dado lo avanzado de la hora, decidimos hacer noche en unas corraletas que encontramos unos 200 m. por encima de la piedra del Yunque, junto a unas grandes rocas.

En mi opinión mereció la pena el cambio, pues desde aquella atalaya, a los piés del Alcazaba, pudimos divisar uno de lo atardeceres más bonitos que se puede imaginar, seguido de una inmensa luna llena que pronto irrumpió en el horizonte. En los valles de los ríos Trevélez y Culo de Perro se habían quedado aprisionadas unas nubes que parecían un colchón para nuestros sueños montañeros. Al otro lado de estos valles, a lo lejos, se divisaban las luces de los pueblos de la costa granadina, y un poco más lejos, la línea de costa de África.

El viento había cesado y la temperatura era bastante agradable. Cenamos, charlamos un rato y nos metimos en los sacos, acurrucados por la luna llena y el manto de nubes prisioneras en los valles.

Como no podía ser de otra forma, a eso de la una de la madrugada, un zorro vino a intentar cenar a nuestra costa. Fué Rafa Sancho quien se encaró al animal, que sin mucho desafío se marchó, dejándonos desvelados al resto, no por miedo, sino por el temor a encontrarnos a la mañana siguiente con la mochila destrozada o sin botas. Por si acaso, una servidora protegió sus pertenencias con unas grandes piedras. El zorro no volvió a aparecer, y el resto de la noche transcurrió plácida y tranquila, sin apenas viento, aunque con un descenso de temperatura considerable al amanecer.

Domingo 14 de septiembre

A la mañana siguiente Vicky y Juan Mena nos dieron una grata una sorpresa: un lujo de desayuno en aquellos parajes tan alejados del “mundo”, consistente en unos cafés que se calientan solos (como los que venden en las gasolineras) y unas pastas que sabían a gloria. ¡Un 10 para ellos!. Tras el desayuno y con el sol ya un poquito alto, comenzamos a caminar en suave descenso por una media ladera, en la parte baja de los impresionantes Tajos del Goterón. Nuestra primera meta era una bonita cascada que caía hacia el barranco del Goterón. El terreno era de piedra suelta pero se caminaba con cierta comodidad. Una vez alcanzada la cascada, en vez de dirigirnos a la parte baja de las lagunas de las Calderetas, comenzamos a ascender en dirección a un collado llamado Raspa de los Acucaderos, dejando a la izquierda la laguna del Goterón, que estaba prácticamente seca. Una vez en lo alto del collado, teníamos a nuestros piés las lagunas de las Calderetas, y a tiro de piedra el Puntal de Calderetas (3.047 m.), punto de comienzo de una crestería que nos llevaría al Puntal de Vacares (3.136 m.).

El ascenso hasta el Puntal de Calderetas fué bastante sencillo, y una vez allí, contemplamos un paisaje realmente espectacular: El estremecedor Puntal del Goterón, guardián de la tenebrosa cara norte del Alcazaba, más alejados, el Veleta y el corral del Veleta, el Cerro de los Machos, el barranco de San Juan, que desemboca en la espectacular Vereda de la Estrella, Güejar Sierra en la lejanía, y la loma del Calvario más a la derecha. Lo más espectacular de la vertiente norte de Sierra Nevada estaba a nuestra vista. Comenzamos a crestear en dirección nordeste, con las lagunas de las Calderetas siempre a nuestra derecha, y como sucede en todas las cresterías, avanzábamos a golpe de buena orientación e intuición montañera, pues no había ninguna vereda ni hitos. Nos fuimos ayudando unos a otros, y con más facilidad de lo que esperábamos inicialmente, alcanzamos el Puntal de Vacares, desde el cual observamos una perspectiva totalmente distinta de la sierra: el collado de Vacares, su misteriosa laguna, y las cumbres de algunos de los tresmiles orientales de Sierra Nevada: Pico del Cuervo, Pico de la Atalaya...

Sin entretenernos más que para las fotos, comenzamos a descender hacia la laguna de Vacares, por un terreno pedregoso pero que ofrecía bastantes facilidades para bajar, incluso una marcada senda a partir de cierto punto. La laguna de Vacares, que desde arriba parecía poco más que un charco, comenzó a mostrarse en toda su plenitud. Sin lugar a dudas, es la laguna más bella, la más profunda, la más azul, la más fascinante y la más diferente de todas las de Sierra Nevada. Recuerda bastante a los ibones pirenáicos. Cuenta una leyenda que nació de las lágrimas derramadas por la pena de una joven princesa mora, condenada por su padre a vivir en un lujoso palacio construido en las cumbres de la sierra, lejos de las tentaciones de los hombres, y dicen que en el fondo del lago está sumergido el hermoso palacio.

Hicimos la parada para el almuerzo en las orillas de tan idílico lago, algunos aprovecharon para remojarse los piés, y tras las fotos artísticas de algunos retratistas y las fotos de grupo con trípode y disparador automático, emprendimos el descenso en dirección al río Juntillas, un afluente del río Trevélez.

Descendimos por la Reguera de los Caños, una serie de arroyos que nacen en las chorreras de desagüe de la laguna de Vacares. Un poco más abajo, a estos arroyos se une el río Juntillas, y forman la acequia de Vacares, que va discurriendo por la falda de la Loma Pelá en dirección Este. A medida que fuimos avanzando, dejamos a nuestras espaldas un espléndido panorama: la impresionante loma del Alcazaba, la Cañada del Goterón, la Loma de Vacares y la Reguera de los Caños... Al mismo tiempo, el valle de Trevélez comenzaba a aparecer tras la loma del Alcazaba, con todo su esplendor. Continuamos caminando por la acequia de Vacares en dirección a la unión del Río Juntillas con el Río del Puerto, que baja del Puerto de Trevélez, antigua vía pecuaria y paso natural entre las comarcas del Marquesado de Zenete y la Alpujarra. La unión de estos dos ríos forma el río Trevélez. Una vez alcanzada la unión de los ríos, comenzamos a descender por prados y cortijos de piedra semiabandonados, que cada vez nos acercaban más al cauce del río Trevélez. Numerosas chorreras provenientes de la vertiente izquierda del río alimentaban su inusualmente caudaloso cauce, para ser finales de verano.

Alcanzado el cauce del río, solo tuvimos que seguir la vereda que unas veces por su parte derecha y la mayor parte de las veces por la izquierda (hay numerosos puentes que lo cruzan), iban siguiéndolo fielmente, permitiendo admirar la belleza de sus innumerables saltos, rápidos y cascadas. Es un río de montaña, bravo, lleno de espuma y de vida (y de truchas, aunque por ser parque nacional no se puede pescar), ruidoso y avasallador, pues grandes tramos de la vereda estaban encharcados por sus aguas, lo cual nos obligó a ir sorteando estas mini-lagunas que se formaban a los lados del río.

Con las últimas luces de la tarde, y realmente exhaustos, llegamos a Trevélez. Teníamos la sensación de haber estado media vida en la montaña. Realmente la distancia recorrida y el desnivel habían sido tremendos, y el terreno a veces difícil, pero la variedad de paisajes, la inmensidad de las cumbres y los valles, la sensación de plenitud al recorrer parajes tan solitarios y alejados de las rutas “famosas” de Sierra Nevada, la soledad y misteriosa belleza de las lagunas de Calderetas y Vacares, la bravura del río Trevélez, la espectacularidad de las chorreras y el precioso atardecer en la loma del Alcazaba... solo estuvieron a la alcance de quienes nos atrevimos a desafiar el cansancio, la altitud y las dificultades de la montaña: Vicky Beltrán, Juan A. Mena, Rafa Sancho, Antonio Sancho, Paco Leal, José Antonio Montenegro, Jaime Ramírez y una servidora, Magda la Pimentonera de Águilas.

Fotos: José Antonio, Rafa Sancho y Magdalena Mayor
Crónica: Magdalena Mayor