lunes, noviembre 24, 2008

VIII Travesía Arco Calizo Central

Once pasos largos participan el la VIII TRAVESIA ARCO CALIZO CENTRAL
Actividad de marcha senderista no competitiva, de unos 40 Kms. aproximadamente con una duración de unas 12 horas.
Once pasos largos, diez costasoleños, mas uno de Sevilla llegamos juntos a Alfarnate para participar en la VIII edición del Arco Calizo Central que un año mas organizó de forma impecable el grupo senderista prisma con la inestimable colaboración del ayuntamiento de Alfarnate y los distintos ayuntamientos por cuyos términos municipalesa discurrió la ruta lease: Alfarnatejo, Riogordo, Colmenar, Villanueva del Rosario, Villanueva del Trabuco y naturalmente Alfarnate donde un año mas comenzó la prueba. En esta ocasión, sobre las 6,30 am. una vez chequeados los DNI y tarjetas federativas para entregar las acreditaciones a cada participante.
Todavía de noche cerrada, bajo un cielo repleto de estrellas y con el frío propio de la hora previa al amanecer salíamos de Alfarnate por el PR A-286, denominado sendero del bosque de las Morillas, que discurre paralelo al arroyo Morales y rodea el Morrón del Mal Infierno, llegando a Alfarnatejo, km 3, todavía con los frontales encendidos desde donde proseguimos por el denominado camino de la Sierra: Alfarnatejo-Riogordo.
A la altura de la fuente del Conejo nos íbamos deleitando con las cambiantes luces del amanecer que nos iban mostrando la majestuosidad del Chamizo Alto a nuestra derecha y el sol saliendo por encima del espectacular conjunto de los Tajos de Doñana, del Fraile y Gómer, inexpugnable atalaya donde las haya. Precisamente cuando este camino de la Sierra, gira hacia el sur para pasar relativamente cerca de la base del Tajo Gómer, por donde pasamos la edición anterior, abandonábamos la pista para salir a nuestra derecha, dirección oeste, con el sol a nuestra espalda asomando por el Gómer, para iniciar una corta pero dura ascensión por la la Sierra del Rey, a través de una finca privada, con cuyo propietario esta vez, sí se consiguió un acuerdo para pasar, disfrutando de bonitas vistas de Riogordo, aún en sombra y Colmenar frente a nosotros, mas cercano veíamos el majestuoso cortijo de Retamar, donde se hizo el primer control de la pasada edición. Pero en este caso fuimos a salir a la pista que en los mapas del IGN denominan “Vereda de Antequera” por donde discurre el GR E-7, en su tramo Villanueva del Cauche-Riogordo, hacia donde llegamos en suave y dócil descenso, con la única incomodidad de los cercanos e intimidatorios disparos de unos cazadores que estaban a muy poca distancia de nosotros. Si bien, en escasos minutos ya estábamos a salvo en el primer punto de control y avituallamiento, km 8,7 situado en el lugar donde coincide esta pista terriza con la carretera MA-115.
Reanudada la marcha, efectivos de protección civil, nos escoltaban en cabeza y cola de grupo a lo largo del único kilómetro que tuvimos que cubrir por carretera, hasta introducirnos en la vereda que en principio se encamina hacia los cortijos Chambado y de los Palomos, que quedaron a nuestra derecha, tras girar bruscamente a la izquierda a la altura de una caseta blanca por donde asciende una degradada pista que viene a morir algo mas arriba, siendo su prolongación una empinadísima senda que va ganando altura en zig-zags donde un año mas el pelotón volvió a estirarse como un auténtico chicle. Uno de los participantes mas veteranos, sufría una repentina bajada de tensión, con el consiguiente mareo que afortunadamente no fue a mas gracias a los compañeros que en ese momento nos encontrábamos por allí cerca para echarle una mano, ayudándole inmediatamente a acomodarse y reanimarle, cosa que milagrosamente se consiguió diez minutos después de casi perder el conocimiento, hasta el punto de poder retomar la prueba y conseguir terminarla. Al llegar al mágico enclave del Cerro Pelao, ya en cola de pelotón, nos encontramos con que la teórica parada de reagrupamiento que el año pasado fue todo un éxito, en esta ocasión brilló por su ausencia y sin tiempo para tomar ni un sorbo de agua continuamos el descenso hacia el Llano del Hondonero, que en esta ocasión no fue directo como el año pasado. Sino describiendo un gran semicírculo oeste-nordeste atravesando un espectacular torcal en plena sierra de Camarolos, concretamente por la zona denominada, el Torcal, Las Camarotas, por donde fuimos atravesando preciosos callejones, dolinas y collados marcados intermitentemente con pintura naranja por la organización para la señalización de esta preciosa travesía. Disfrutando desde cada collado de espectaculares vistas de la sierra, iniciando el descenso definitivo por la vaguada de los Tres Mojones, por donde hace casi un año hacíamos el camino de vuelta de la Cruz de Camarolos que en esta ocasión dejamos a nuestra izquierda. Llegando sin problemas al paso con cadenas que nos encontramos al final de la pista que sube desde el Llano del Hondonero, hacia donde iniciamos el descenso, pasando junto al peñón, pero sin llegar al Llano, porque abandonamos la pista, justo antes de llegar abajo por una preciosa senda que discurre paralela a los pinares que se encuentran al pie de del pico del Águila, manteniéndonos en paralelo a la pista que quedaba a unos 300 m. a nuestra izquierda, hasta que en indeterminado momento enlazábamos por la misma para llegar al denominado “Hondonero Alto” donde se encontraba el 2º punto de control y avituallamiento, km 18. Paraje de una belleza extraordinaria al pie del Chamizo Alto (1641 m), el Derrumbaero, el Tajo del Águila y sierra Gorda, hacia donde reanudamos la marcha para hacer un nuevo reagrupamiento, ya que aunque la subida es corta, el desnivel es acusado.
Desde los preciosos praditos de la zona alta de Sierra Gorda iniciamos un nuevo descenso que en esta ocasión nos llevaría hacia la zona mas alta del carril que comunica Villanueva del Trabuco, que quedaba a nuestra izquierda con Alfarnate a nuestra derecha, mientras bajábamos por una escalonada senda entre prados y canchales, con una privilegiada panorámica sobre la zona del Puerto de los Alazores, sierra de San Jorge y la espectacular Sierra Nevada asomando por encima. Entre pequeños prados con algunos rebaños de cabras y ovejas, bosquetes de pinos, quejigos y pinos llegamos al tercer punto de control y avituallamiento, km 25, donde tuvo lugar el descanso mas prolongado de la jornada, donde la gran mayoría dimos buena cuenta del almuerzo montañero y que cada uno llevaba en su mochila, acompañado por el caldito del puchero que nos ofrecieron a cada uno, además de la frutas y bebidas de cada punto de control.
Una vez consumidos los 50 minutos previstos en esta gran pausa para el almuerzo, reanudamos la marcha desde este punto en sentido inverso al del año anterior, es decir, en vez de bajar dirección Villanueva del Trabuco para desviarnos hacia la Fuente de los 101 caños, tomamos la senda que desde allí mismo sube hacia la zona alta de la Sierra de San Jorge, a través de un precioso bosque de pinos, que rápidamente dejamos atrás adentrándonos en otro canchal con espectaculares vistas de Alfarnate y la sierra de En medio a nuestra espalda, hasta que llegamos a la Laguna Seca, que por fortuna para Chukie no hizó honor a su nombre aprovechando para darse un nuevo baño. Desde la laguna, giramos a nuestra derecha dirección nordeste para en suave ascensión llegar hasta el Collado de San Jorge, km 27, donde tras una breve parada de reagrupamiento saltábamos una alambrada para iniciar el último descenso de la jornada, que nos llevó hasta el mágico Puerto de los Alazores, km 30. Durante décadas transitado lugar de paso entre las provincias de Málaga y Granada, que con los nuevos trazados de autovía, parece haber quedado relegado al olvido. La antigua carretera Málaga-Granada, hoy carretera apenas transitada atraviesa este paraje de espectacular belleza, auténtico lugar de culto para los amantes de la naturaleza y la belleza paisajística. Y allí estábamos nosotros en el penúltimo punto de control, con la alegría propia de la euforia a penas contenida por haber completado un año mas la totalidad de la travesía sin problemas.
A penas 100 m por la antigua carretera dirección Alfarnate, llegamos a un curioso monolito de unos 5 m de altura, junto al cual atravesamos una angarilla por la que accedimos a un pradito donde se forma la cabecera del arroyo de los Morales, que discurre paralelo a esta senda semi abandonada, que en su día fue conocida como el Camino de Loja a Alfarnate, cuya recuperación reivindicamos desde estas líneas para convertirlo en el PR interprovincial Loja-Alfarnate de gran interés histórico y paisajístico en honor a todas las personas que durante décadas lo utilizaron, ó por lo menos Alfarnate-Puerto de los Alazores. Que fue el último tramo de la travesía de este año, paladeando cada recoveco de la cañada entre encinas y quejigos, con las luces del atardecer apagándose sobre la sierra de Enmedio, el Chamizo Alto y la Sierra de San Jorge, como espectacular telón de fondo para nuestra entrada triunfal por las calles de Alfarnate, km 36, donde llegábamos ya de noche para celebrar el final de fiesta en el colegio donde un año mas nos recibieron con las magníficas setas y la chacina de la tierra, así como otras especialidades de la casa. Junto con la entrega de diplomas, regalos y sorteos para todos los participantes, como colofón de oro, tras los breves discursos del joven alcalde de Alfarnate, que un año mas completó la totalidad de la travesía y del presidente del Grupo Prisma, Rafael Ponce de León, a quienes felicitamos desde esta líneas por su buen hacer, al igual que al amplio equipo de voluntarios, guías, personal de apoyo y protección civil sin los cuales no sería posible el éxito de esta travesía que cada año va teniendo mayor éxito de popularidad, participación y organización.
Lo once Pasos Largos que participamos fuimos:
Salvador Vega, Abierto hasta el amanecer y José Antonio Luque, El Vigilante de la Playa, se mantuvieron en cabeza de grupo con una facilidad increíble durante toda la travesía, al igual que Chukie que coronó en primera posición todos los collados y puntos de control ganándose la simpatía y admiración de todos los participantes conforme iba discurriendo la prueba, con Salva, Luque y Chukie, sólo coincidimos en los puntos de control y avituallamiento. Otro compañero que andó como un cañón fué el Doctor Leal, también conocido como el “Tejón del Pico Mijas” que durante los tres primeros tercios de la prueba, estuvo en el grupo de cabeza. Decidiendo finalizar el último tramo de la prueba entre el Puerto de los Alazores y Alfarnate, relajadamente junto a los amigos que iban en posiciones mas retrasadas.
Francisco Jaime El Bolichero completó una magnífica travesía sabiendo dosificar perfectamente sus fuerzas durante todo el recorrido. Al igual que Patricia López, La Chica que miraba las estrellas que con la experiencia acumulada después de tantas travesías del arco calizo, encontró en la zona media del pelotón el ritmo mas cómodo para su caminar. Cerca de ella siempre andaba Miguel Ángel Buitrago, El Hombre que sabía demasiado, ambos veteranos y colaboradores en esta travesía, con quienes este año compartí amplios tramos de la misma, disfrutando alternativamente y a la par con nuestras tertulias deportivas y nuestro reportaje fotográfico para inmortalizar los lugares mas emblemáticos.
Pilar García Bermúdez, La Hormiga Atómica, reaparecía en un magnífico estado de forma debido a los entrenamientos que está llevando a cabo para la alta competición en carreras de fondo, que han sido el motivo de su larga ausencia durante los últimos meses en Pasos Largos. El Indomable Jaime, que llegaba sin haber dormido nada en toda la noche tomando unas copas con su hermano Jesús en Málaga la nuit, estuvo sometido a un duro acoso durante la mayor parte de la travesía por parte de la granadina Fani y su amiga, completando la última parte de la travesía con el piloto automático y casi sin sentirse las piernas. Al contrario que Vicky, la Botánica ó la Princesa Druida, que en su tercera travesía del arco calizo, fue de menos a mas, quedándose algo rezagada, en la dura ascensión a Cerro Pelao, pero recuperándose muy bien en el tramo de transición por el impresionante canchal de la sierra de Camarolos, escoltada en todo momento por Juan Antonio Mena, el Elfo de la Malagueta, que tuvo un debut espectacular GPS en ristre, llegando sobrado y casi sin enterarse al final de la travesía, por ir todo el tiempo a un ritmo mucho mas lento de lo que él puede se puede permitir.
Y Juan Ignacio Amador, el Comandante, que completaba su 2ª travesía consecutiva de Arco Calizo Central, en su línea habitual, comenzando cerca del grupo cabecero a la salida de cada reagrupamiento y dejándose caer hacia atrás entre foto y foto, tomando la perspectiva de los compañeros que iban por delante y los que venían por detrás.
Esta breve crónica está especialmente dedicada con todo cariño a nuestro compañero Ildefonso Ruiz, mas conocido como el Vendaval del Moncayo, que teniéndolo todo preparado para salir de Sevilla el día antes, tuvo que quedarse en tierra por el accidente de coche que tuvo su hijo al colisionar con él otro vehículo cundo se encontraba parado por las famosas retenciones del puente del Quinto Centenario. Afortunadamente todo quedó en un esguince cervical con el consiguiente susto y el aparatoso collarín, pero al ser todo tan repentino y a última hora decidió quedarse en casa como buen padre de familia.

miércoles, noviembre 19, 2008

IV Travesía Valle del Genal

IV Travesía Valle del Genal
Versión extendida Benarrabá-Genalguacil-Jubrique15 de noviembre de 2008
IV Travesía Valle del Genal: Versión extendida de Genalguacil-Igualeja-Jubrique

Ayer soñé que volvía a hacer una ruta con Sean, el canadiense errante y como en los viejos tiempos volvíamos a recoger a Carlitos, el poeta de las cumbres en el paseo marítimo de Fuengirola, disfrutando con la buena música de Depeche Mode y Aha llegábamos a Benarrabá, (522 m. y 561 habitantes), donde nos encontrábamos con el Serpa Carmona y con el Huevo, miembros fundadores del Comando Preston, con los que desayunábamos entre risas y bromas, mientras esperábamos al resto de compañeros que repartidos en dos autocares venían desde Jubrique para comenzar la IV travesía Valle del Genal.

Como reza el azulejo de tu plaza principal: “Desde el Porón, aún la sombra del desaparecido castillo pareces ser vigía amable de tus hermanos: pueblos vecinos. A pesar de tanta pértiga de siglos, de tanta historia concentrada, juegas a esconderte travieso tras un cerro, para reaparecer alegre en el Valle del Genal. ¿Qué paleta no envidia la profusión de colores de este paisaje frondoso, los bosques de robustos alcornoques y encinas, salpicados de castaños amarillos, la majestad alta y verde los pinos?. En tus calles de recónditos rincones y sobre el empedrado hay una melodía, un cante hecho susurro: la memoria viva. A mediodía descubro tesoros en tu despensa, recorro tus arterias, oigo el río de tu pulso, la mirada vuela a la cúpula azul de tu iglesia”.


Bajo un radiante cielo azul que hacía presagiar otra de esas jornadas memorables y una temperatura mas propia de la primavera que del otoño, nos encontramos con todo el grupo en las proximidades del hotel Banu Rabbah, nombre árabe de donde procede la localidad que hoy conocemos como “Benarrabá”, donde entre abrazos y saludos nos agrupamos para hacer la protocolaria foto de comienzo de ruta, con la valla del colegio “Sierra del Espino” de fondo. Una lástima no haber podido aprovechar el magnífico telón de fondo de los Reales y la sierra Crestellina que teníamos frente a nosotros y que presidirían gran parte del primer tramo de la travesía, pero la posición del sol, lo impedía. Una vez dadas las últimas instrucciones de rigor por parte de nuestro presidente, Rafa Flores, también conocido como el Mago Gandalf de la Serranía, nos poníamos en marcha siguiendo sus pasos para comenzar a descender por el sendero del Concoste. (Tal y como aparece en la ruta nº40 del libro Valle del Genal, guía del excursionista, pág. 354). Entre pinos, encinas, quejigos y grandes ejemplares de alcornoques íbamos descendiendo a buen ritmo con la inconfundible estampa de Genalguacil en lontananza. En el sueño yo me veía a mi mismo con un extraño sombrero tirolés que jamás había visto hasta entonces y lo que es aún mas extraño, en cabeza de grupo, junto al mismísimo Mago Gandalf, el Vigilante de la Playa, Abierto hasta el Amanecer ó la debutante Fabiola Lloret, cuya espectacular trepada para posar sobre el tronco de aquel alcornoque, bastó para ser conocida desde entonces como “La Ardilla del Concoste”. Antes de darnos cuenta el grupo se estaba descalzando para vadear el río Genal, cuyas frías aguas provocaron no pocas risas nerviosas y los inevitables comentarios chistosos.

Una vez vadeado el Genal, hacíamos la primera pausa de la jornada, coincidiendo nuestra puesta en marcha con el paso de dos mulas guiadas por la reencarnación de un bandolero, que pocos metros mas adelante pararía junto a una casa, por la que íbamos a pasar instantes después para iniciar la subida por la loma de Benestepar, donde continuamos a buen ritmo, pues la abundante sombra de los alcornoques y otras especies típicas de esta zona, ayudaban a mitigar el esfuerzo que siempre requieren los tramos cuesta arriba, con breves pausas de reagrupamientos al llegar a cualquier punto que pudiera prestarse a confusión. Siendo aprovechadas estas pausas para fotografiar las distintas especies de setas que tanto abundan en el valle del Genal, contando en el grupo con auténticos expertos no sólo en identificarlas y fotografiarlas, sino en localizarlas. Tal es el caso de carlos Tapia, el Retratista de atardeceres y amaneceres, Geyperman Salvador, el Maestro Gandalf, Vicky la Botánica y otros alumnos/as destacados/as que progresan adecuadamente.

Recreándonos con alguna mirada hacia atrás o a nuestra izquierda veíamos cada vez mas distante la localidad de Benarrabá, donde habíamos comenzado la travesía con el cerro de la Cruz de fondo y mas arriba las antenas de repetición ubicadas junto al puerto del Espino, ya en la carretera Ronda Algeciras, con el omnipresente peñón de Benadalid presidiendo ese tramo del valle. Y con esas vistas llegábamos al puerto del Lentisco donde se hizo el segundo reagrupamiento oficial. Aprovechando la parada, el Maestro nos recordaba que allí mismo existió en su día el poblado morisco de Benestepar, del que a penas existe la menor huella, tan sólo una vieja casa derruida presuntamente construida sobre las ruinas del poblado, así mismo nos recordó que de tomar la pista de Benestepar que teníamos ante nosotros a nuestra izquierda, dirección noroeste descenderíamos hacia el Prado de la Escribana, tal y como nos corrobora la Guía del Valle del Genal en la pág. 357, que llevba en su mochila nuestro amigo Felix, que en aquella ocasión había cambiado el periódico por la biblia del Genal. siendo nuestra opción, la derecha, sureste por donde iniciamos un suave descenso disfrutando de espectaculares chaparros, algunos castaños enormes, nuevas perspectivas de Genalguacil y una entretenida senda que salía a la izquierda del camino por donde realizamos un pronunciado y escalonado descenso que nos llevaba hasta el río Almarchar, que en esta época del año baja con el mismo caudal que el Genal.

En el sueño la temperatura era perfecta, el lugar idílico para almorzar, la mayor parte del grupo se acomodaba para disfrutar de sus viandas en la misma orilla a la que habíamos llegado. Mientras que algunos preferían situarse ya en la orilla contraria, por donde continuaría la ruta, para almorzar mas tranquilos, tras haber salvado el delicado paso saltando de roca en roca que a modo de yinkana había que superar para pasar al otro lado del río. Y allí me veía yo compartiendo mi barrita energética con Chuky, como en los viejos tiempos y comiéndome una bandeja de frijoles cuyos efectos secundarios fueron claves para subir a propulsión todas las cuestas que faltaban hasta el final de ruta. Ni en el mejor restaurante del mundo hubiera disfrutado tanto, estando como estaba en aquel paraje conocido como Las Madres a orillas del río Almarchar, al calido sol otoñal del mediodía, rodeado de personajes cuyas vidas ya se estudian desde hace tiempo en las asignaturas relacionadas con las Ciencias Naturales. Tal y como los compañeros/as iban terminando de comer, se preparaban para pasar con pericia al otro lado del río, donde nuestro ejemplar compañero Paco Leal, el Tejón del pico Mijas, esperaba pacientemente a todos y cada uno de los compañeros que tuvieron algún problema en el punto mas delicado del vado, donde una vez mas Paco fue esa mano amiga a modo de San Cristóbal, patrón de los caminantes y viajeros.

Una vez que nos reagrupamos al otro lado del río Almarchar, donde estuvo a punto de caer Mª Luisa, el Duendecillo de sierra Horconera, iniciamos una pronunciada subida por la loma de las Posteruelas, con pronunciados zig-zags, de manera que unas veces teníamos a la izquierda y otras a la derecha las vistas cada vez mas altas sobre el fondo del valle del Almarchar, donde resaltaban las choperas amarillas en medio del verdor predominante que acompaña al cauce del río. Entre grandes alcornoques la ascensión seguía y seguía hasta que en un momento dado, se decidió hacer una pausa de reagrupamiento, donde Carlitos aprovechó para deleitarnos con su ya habitual poesía, que en esta ocasión creo recordar fue de Miguel Hernández. Tras la correspondiente ovación al Poeta de las cumbres, proseguimos la subida hasta el puerto de la Loma, donde tomamos un tramo de la pista de Peñas Blancas que de haberlo continuado hasta su finalización nos llevaría hasta los Reales de Sierra Bermeja, que en este tramo del camino veíamos a nuestra derecha, donde podíamos contemplar su cara norte donde se encuentra el peculiar pinsapar de peridotita, posiblemente la mayor superficie de pinsapar mas cercana a la línea de costa que existe en toda Europa, tal es la pecualiaridad de esta singular montaña que se está estudiando la posibilidad de convertirla en parque nacional.

Antes de darnos cuenta ya habíamos llegado a las ruinas de una antigua bodega situada junto al camino desde disfrutamos de una bellísima estampa de una Genalguacil hacia la que proseguimos en suave descenso cada vez con mayor presencia de castaños que amarilleaban entre pinos, quejigos, encinas, alcornoques y los arbotes frutales de las fincas colindantes al camino. Abandonando la pista para descender hacia el arroyo de la Pasá por la bonita vereda de Genalguacil, a través de la cual se realizaba una trepidante subida por parte del grupo cabecero, como jamás se había visto nunca. Llegando casi sin respiración a este pueblo museo de 543 habitantes, situado a 588 m de altitud sobre el nivel del mar, donde hicimos nuestra entrada con el pelotón muy estirado, intentando recuperar el resuello para terminar de superar las pronunciadísimas rampas por don donde accedimos a la plaza de la iglesia de San Pedro. Aprovechando la coyuntura para descansar unos minutos, mientras el Maestro Gandalf, cautivaba a un grupo de discípulos, asomados al mirador, explicándoles todo lo que llevábamos recorrido desde Benarrabá hasta Genalguacil, cuyas calles recorrimos deleitándonos con las curiosas esculturas que adornan este precioso pueblo museo, que a día de hoy goza de fama internacional por ser no sólo uno de los pueblos mas pintorescos de Andalucía, sino de toda España. Y es que tal y como podéis ver en
www.serraniaronda.org, en la primera quincena de agosto tiene lugar en Genalguacil el encuentro de Arte del Valle del Genal con gran éxito por la calidad de las piezas expuestas y por la afluencia de participantes. Las piezas colocadas con carácter permanente en plazas y calles están convirtiendo el pueblo en un auténtico museo al aire libre que bien merece una visita. Una sala de exposiciones alberga la colección municipal de pintura.

Casi con pena de abandonar tan bonita localidad, dejábamos atrás Genalguacil, no sin antes disfrutar de una de las panorámicas mas bellas que de su casco urbano podemos obtener desde las primeras rampas del PR.A-241 Genalguacil-Jubrique. Camino que iniciábamos en ese momento a través de una pista forestal para completar el último tramo de la ruta. La luz de la tarde favorecía la preciosa estampa otoñal que nos regalaban los castaños amarillos que flanqueaban ambos lados del camino, sin embargo, el sol comenzaba a descender con rapidez y el dócil perfil del trazado invitaba a aumentar el ritmo de la marcha, mientras nos recreábamos con preciosas vistas de Jubrique ante nosotros enmarcado entre las ramas de los castaños, almendros y alcornoques bajo los que íbamos pasando por la loma de Benajarón con las sombras de la tarde cada vez mas alargadas y el paisaje a dos luces que teníamos ante nosotros. Cruzando el recién instalado puentecito de madera sobre el arroyo Monardilla engullidos por las sombras de la última hora de la tarde.

Cabe destacar los preciosos recodos de umbría que existen al borde de esta bonita calzada empedrada, donde proliferan el musgo y algunas plantas que parecen de interior. En un momento dado se me apareció la Diosa Artemisa y la Pimentonera de Águilas posando para mí, como para demostrarme que lo que estaba viviendo no era un sueño, sino una ruta de ensueño. Rematando el tramo final con la asfixiante ascensión por la calzada empedrada de Matagallar, donde la mayoría de mortales tuvieron que hacer mas de un pausa, para recuperar el resuello antes de llegar a la localidad de Jubrique otra genuina localidad del Valle del Genal de 754 habitantes y 559 m sobre el nivel del mar, donde poníamos punto y final a esta IV travesía Valle del Genal, brindando en el Mesón la Pozuela, donde salvo aquellos que tenían mas prisa nos demorábamos con la inconfundible sensación de ese buen sabor de boca que siempre dejan las grandes rutas compartidas entre tan magníficos amigos.

NOTA: Si bien tal y como se puede comprobar en los datos facilitados los tres pueblos por los que discurrió la IV travesía paisajística valle del Genal, son de altitudes similares. Hay que tener en cuenta que el perfil de la travesía fue, salvo en algunos tramos cortos, un auténtico diente de sierra donde lo que no era bajada era subida.

El término municipal de Jubrique, quedó configurado por la unión de cuatro poblaciones moriscas: Rotillas, Monarda, Benamedá y
Jubrique, de cuya existencia hay fehaciente información recopilada en las capitulaciones con los Reyes Católicos. Sobre el origen del nombre del pueblo hay cierta unanimidad en admitir que no proviene de la época árabe, sino del latín o en todo caso de los mozárabes.
De otras culturas no hay vestigios en la zona, aparte de algunas monedas romanas encontradas, lo cual no es extraño si se tiene en cuenta que toda la Serranía estuvo muy romanizada en tiempos de Tito Pulo y Lucio Voreno, pero no ha aparecido ningún resto que haga pensar en un asentamiento romano en las cercanías del actual
Jubrique. Sí hay constancia –porque la perspectiva histórica es más corta- de que los moriscos de esta localidad fueron especialmente belicosos con los desmanes de los cristianos, contra quienes se rebelaron y libraron una batalla en la que perecieron el capitán Alonso de Aguilar y casi todos sus hombres, precisamente enviados para sofocar la rebelión.
Finalmente se produjo la expulsión del los moriscos del antiguo reino nazarí, y los de
Jubrique fueron desterrados al norte de Africa, si bien algunos regresaron ilegalmente y se convirtieron en salteadores, como fue el caso de la banda de Marcos el Meliche, un claro antecedente de las partidas de bandoleros que se prodigaron por toda la serranía rondeña en el siglo XIX.
Y fue precisamente a mediados del XIX cuando
Jubrique alcanza su momento de mayor esplendor, consecuencia directa de la riqueza que generaban sus viñedos, las industrias derivadas de éstos y la explotación minera de las sierras. La tradición vitivinícola de Jubrique continuó hasta bien entrado el siglo XX, e incluso hoy día, las únicas destilerías que existen en la comarca, ubicadas en Ronda, pertenecen a una familia procedente de Jubrique
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sábado, noviembre 08, 2008

Igualeja-Parauta-Cartajima

Sábado, 8 de noviembre de 2008
Por los castaños del Havaral (Episodio 1): Igualeja-Parauta-Cartajima

Para llegar a Igualeja, hay que tomar el desvío de la carretera San Pedro-Ronda junto a la mítica venta “el Rincón Taurino” que en dura pugna con la “Venta el Navasillo” compiten por ver quien pone las mejores tostadas de la Serranía. Tal y como nos vamos acercando a Igualeja, todavía desde las altas calizas, podemos apreciar a nuestros pies el fondo del valle, teñido de los cromatismos otoñales, que en esta época del año le han hecho ganarse la denominación de “Primavera de cobre”, resultando todo un espectáculo para la vista. Y es que acercarse en estas fechas a los pueblos del alto Genal es un auténtico regalo para los sentidos, atravesando sus túneles de castaños, con sus mil tonalidades de amarillos, verdes y marrones, que te van dando la bienvenida cual centinelas haciéndote un pasillo de honor a la entrada o salida de cada pueblo.

En Igualeja nacieron bandoleros como: El Zamarra, El Zamarrila y Flores Arrocha, éste último, antepasado de nuestro ilustre presidente. Aquí comienza nuestra ruta y mas concretamente en el paraje conocido como El Nacimiento, donde en teoría nace el Genal que como no podía ser de otra manera sirvió de telón de fondo para nuestra foto de inicio de ruta. Sin duda uno de los parajes mas atractivos y misteriosos de toda la comarca. Las sombras de los chopos y de las rocas, la fresca brisa que corre siempre por la cañada, el recelo y la incógnita que produce la boca de una cueva, se suman a la conciencia de que el agua que por ella sale es la madre de todo nuestro valle. En la antigüedad se divinizaba a los ríos y algo de esto puede haber aquí. No hay pareja de novios en Igualeja que no haga fotos de su boda junto a la cueva del nacimiento ¡Cuántas no habrá colgadas en paredes de Alemania, Suiza, Francia, y en todos los rincones de España, donde quiera que viva una familia de Igualeja! Y, para celebrar cualquier gozo, lo frecuente es matar un chivo o un cordero y comérselo en buena compañía al fresquito, junto al agua recién nacida.

Desde el paraje del nacimiento y junto al puente, la veintena de pasos largos y candidatos, comenzábamos la caminata en aquella radiante jornada de sol, pasando junto a las primeras casas por la calle principal que lleva hasta la parte más antigua. La primera casa grande que vemos a la derecha es un edificio con un muelle para carga y descarga, en cuya pared un rótulo dice “Cooperativa de las castañas” donde regresamos al final de la jornada para recuperar los coches, comprando varios saquitos de castaña para completar la despensa colaborando con la economía local. De hecho, dessde hace bastantes años los propietarios de castaños, que son legión en todos los pueblos del Alto Genal, se dieron cuenta de que su principal riqueza, las castañas, sería mayor si actuaban de común acuerdo, y se asociaron en cooperativas que se encargan de la venta. Este cultivo, imposible en casi todas partes, porque el árbol necesita unas condiciones climáticas muy especiales, se ha convertido en la fuente de ingresos principal para muchos pueblos del Genal.

Nada mas pasar por delante de la iglesia, tomamos la 2ª calle a la derecha, cruzando el Genal por un curioso tramo soterrado y continuando por la calle Canal que a través de sinuosos tramos escalonados nos lleva hasta la salida de Igualeja, para tomar el “camino de la Tetona”, que forma parte del PR. A-226 (Igualeja-Parauta). Desde las primeras rampas, tal y como íbamos dejando atrás las últimas casas cada vez que nos dábamos media vuelta, nos encontrábamos con una auténtica postal, con la visión de casas encaladas perfectamente integradas entre los dorados bosques de castaños por los que ya íbamos caminando. LLegando poco después, al alto de la Loma, donde realizamos la 1ª parada de reagrupamiento. A partir de este alto, ya en bajada, poco a poco la pista se convierte en senda, totalmente tapizada por la hojarasca y algún que otro erizo de los castaños bajo los cuales discurre este precioso camino. El siguiente hito nos lo encontramos pocos minutos después a unos 20 m. a la izquierda de la senda, un curioso cubo de cemento, sobre el que nos encontramos una cruz en bajo relieve, conmemorativa del crimen que tuvo lugar entre dos hermanos con motivo de la disputa de una herencia. Entretenidos por la charla y confiados por el dócil perfil de esta ruta, cuando nos dimos cuenta nos encontramos ante una verja donde comenzaba un camino que en teoría no era el nuestro. Resulta que la cantidad de hojarasca esparcida por toda la ladera era tan grande, que nuestro camino había quedado totalmente oculto. Pero no hay de qué preocuparse cuando se va con un grupo tan bueno y tan bien equipados como el que llevábamos y mucho menos por un terreno tan dócil. De hecho en poco mas de cinco minutos ya habíamos retomado el PR. A-226, en el lugar donde se vadea el arroyo de los Granaos , tras haber bajado campo través por suaves laderas tapizadas por un mar de hojarasca, cubierto a su vez por el bosque de castaños con las hojas amarillas. Y a partir de aquí comenzamos a subir por la pista que deja atrás el arroyo tras dos empinados zig-zags, manteniéndose después en suave aunque permanente ascensión hasta Parauta, pudiendo disfrutar en este tramo de la ruta de una panorámica espectacular del Cancha Almola y el piramidal cerro Malhacer a su izquierda, dirección noroeste, pasando junto a espectaculares castaños centenarios, que quedan a nuestra derecha y entrando en Parauta justo por el lugar donde se encuentra la famosa encina centenaria, catalogada como monumento natural y árbol ilustre de Andalucía.


Como no podía ser de otra manera y siendo la hora que era, al llegar a Parauta, aprovechamos para tomarnos algunas cervecitas, acompañadas con varias tapas y raciones, hubo hasta quien se pidió un buen entrecop a la pimienta como nuestro amigo Severo, “El Artesano del GPS” y esposa, mientras escribo estas líneas todavía me viene el olor a carne asada. ¡En fin! todo sea por disfrutar de una buena ruta gastronómica, colaborando de camino con la economía de este genuino pueblo serrano, que se recuesta en una ladera bastante inclinada, presentando una estructura netamente morisca; y es que todas su calles, sin excepción, son absolutamente irregulares. Se divide en lo que podría llamarse dos barrios, muy conectados entre sí por la zona en que se encuentra la plaza, donde hicimos nuestra parada. En el barrio que mira más al norte se encuentra la iglesia, una de las más antiguas de la comarca.

Si bien los pueblos del Genal con sus encaladas casas, su idílico entorno y sus azulejos historiados, incluso en ocasiones con los escudos heráldicos de las familias que habitan sus casas, convierten a cada localidad en un improvisado museo viviente. Parauta, además, tiene la peculiaridad de ser uno de los únicos cuatro pueblos que existen en toda España con el certificado AENOR, que le otorga la denominación de “pueblo ecológico” y es que además de ser modélico, toda su producción está enfocada hacia los cultivos ecológicos y los pequeños rebaños de cabras y ovejas que aún podemos encontrarnos por sus alrededores pastando a la antigua usanza nos hace remontarnos a tiempos pretéritos. Su término municipal es tan amplio como diverso abarcando gran parte de la zona occidental del parque natural sierra de las Nieves con sus montes calizos y sus bosques de pinsapos, , como el de la ladera norte del Alcojona, parajes paradisíacos como el “Cambullón de Vélez”, esto lo tienen muy a gala tal y como refleja el azulejo que podemos ver junto al ayuntamiento y por otra parte caben destacar sus bosques de castaños, encinas y alcornoques que colaboran en gran medida con la magia que envuelve a esta parte del alto Genal.

Abandonamos la localidad de Parauta por la calle Salvador Márquez, donde ya nos encontramos el primer indicador del PR.A-222 (Parauta-Cartajima), en el que un gran atleta tuvo a bien añadir la estimación de 1 hora y 15 minutos hasta Cartajima. Comenzando un prolongado descenso por el denominado camino del Molino Real, mientras íbamos disfrutando de preciosas vistas de Cartajima con su emblemático torcal al fondo a través de las ventanas que forman las ramas de los castaños que flanquean ambos lados de este espectacular recorrido, enmarcando el paisaje de tal manera que cada pocos metros disfrutábamos de una preciosa postal otoñal a cual mas bella. No por casualidad la emblemática portada del libro “Valle del Genal, guía del excursionista” está sacada desde este mismo tramo de ruta que íbamos haciendo. Para darle aún mayor sabor otoñal a la ruta no faltaron magníficos ejemplares de madroños cuyas dulces bolas rojas hicieron las delicias de pequeños y mayores. En todo momento en los tramos altos de esta ruta, tenemos siempre presente las siluetas del Cancha Almola, junto al piramidal cerro Malhacer, presidiendo el horizonte al noroeste, como los grandes centinelas del alto Genal. Hasta que poco a poco fuimos sumergiéndonos en el fondo del valle que nos recibió con la hilera de chopos teñidos de amarillo delatando la ubicación del arroyo del Nacimiento, dejando a nuestra derecha la antigua casa donde se encontraba el Molino Real, construido seguramente sobre los vestigios del desaparecido pueblo de Benahazín, que fue uno de los muchos pueblecitos moriscos que se vieron obligados a capitular con los Reyes Católicos, allá por el año 1485, cuando fue conquistada la ciudad de Ronda y la mayor parte de su serranía.

Nada mas atravesar el arroyo del Nacimiento, aprovechamos para hacer la comida oficial del día, en un pequeño prado a la orilla del camino, donde el sol del medio día y la buena compañía, hacían que uno se sintiera en la gloria. Mientras disfrutábamos de nuestras viandas no faltaron la música acuática del arroyo, el hipnótico cántico del mirlo y del petirrojo, los puntos de humor de mi cuñado Juan Enrique “El Profeta de Nervión”, las poesías de Carlito y hasta algún que otro cántico de una vecina de Cartajima, que con simpatía nos recordó que estábamos comiendo en su finca, mientras acudía allí con varios miembros de su familia, buscando setas, cesta de mimbre en ristre. ¡Por cierto!, también nos comentó que en su día habían tenido muy cerca de allí corralones con conejos y gallinas, pero que finalmente tuvieron que quitarlos de allí porque los jabalíes no dudaban en comérselos cuando tenían hambre, ocasionándoles grandes destrozos.

Finalizado el almuerzo, comenzamos a subir por el que la buena señora nos dijo que era el camino de la Cuesta, nombre poco original donde los haya, que seguramente nos encontraremos en cualquier pueblo de montaña. El caso es que comienza con tres curvas en zig-zags muy empinadas, pero rápidamente comienza a suavizarse aunque siempre en permanente ascensión hasta llevarnos a los 864 m sobre el nivel del mar donde se encuentra ubicado el ayuntamiento de Cartajima, pueblo mas alto de toda la comarca, siendo además el que registra el índice mas alto de pluviosidad. ¡Por cierto! que como no había coches suficientes para trasladar a todos los participantes a Igualeja, donde se encontraban el resto de vehículos. Mientras los conductores nos trasladábamos hasta allí para recuperarlos, el resto de compañeros que se quedaron esperando en Cartajima, con la esperanza de encontrar algún bar, cuando confirmaron que allí no había ningún bar (debe ser el único pueblo en toda España). Fueron agasajados por parte de una hospitalaria vecina, con una generosa bandeja de torrijas, que fue sin duda alguna la anécdota simpática de la jornada. Y es que los que vivimos en núcleos urbanos mas o menos grandes, ya casi hemos olvidado la generosidad y la improvisada hospitalidad de la buena gente de la sierra, y es que aunque de todo hay en todas partes. Estos detalles de tanta humanidad son un bien cada día mas escaso y ya prácticamente inexistente en la sociedad actual.

Cartajima se encuentra enclavado en la empinada ladera donde confluyen los roquedos calizos de la Sierra del Oreganal y las pizarras que bordean la corriente del Genal. La zona rocosa al norte de la población es un complejo kárstico de enorme belleza que se conoce como “Los Riscos de Cartajima”, dignos de ser visitados con acompañamiento de paisanos que conozcan los mejores rincones y las cuevas más interesantes. Y como no, más al norte aún destaca el gran protagonista de nuestra ruta que no es otro que el monte Almola, desde cuya cumbre se puede disfrutar de una de las mejores vistas del alto Genal, también conocido como Havaral.

Una vez reagrupados todos, nos tomamos la última copa, en este caso merienda de despedida en la venta “El Rincón Taurino” donde terminamos charlando de lo humano y lo divino, en ese ambiente distendido y de gran camaradería, con ese magnífico sabor de boca que siempre te dejan jornadas de campo tan agradable como esta.