martes, mayo 05, 2009

Mesa de Fornes y río Cebollón, sábado 2 de mayo de 2009

El pronóstico meteorológico no podía ser mejor para el día señalado con un mapa repleto de soles. Pero llegados al punto de encuentro sobre las 9,30 am. en la entrada del carril de la Resinera de Fornes, bajo un cristalino cielo azul, el viento de levante nos traía el frío que venía arrastrando desde las nevadas y relativamente cercanas cumbres de Sierra Nevada. Una vez que nos adentramos con los coches en caravana por la pista hacia el interior de la sierra a tan sólo 1,6 km de la entrada del carril hicimos la obligada parada en el Centro de Visitantes de la Resinera. Un centro muy bonito y bien preparado, pero que de nada sirve cuando llegas y te lo encuentras cerrado a pesar de coincidir con su horario de apertura sin que por allí aparezca un alma, que todos los funcionarios no serán iguales, pero no hay mayor chollo en España que ser funcionario.
No obstante, aprovechamos para hacernos la foto de grupo de los 22 participantes de esta singular ruta frente a la capilla anexa. Sin mas dilación, volvimos a montarnos en los coches para terminar de cubrir los 2 km de pista que separan el divertido vado del Cacín del cruce de caminos desde donde bastones, cámaras y mochilas en ristre iniciábamos la ruta remontando la cañada del Colmenar para acceder a la Mesa de Fornes, curiosa meseta donde las haya, delimitada al este por el río Bacal o Grande de Jayena y al oeste por el río Cebollón.

Una vez que accedimos a la meseta no tardamos en llegar a la pista de aterrizaje en cuya cabecera reposaba una flamante avioneta amarilla hacia la que nos acercamos con gran curiosidad, saliendo a nuestro encuentro de la caseta cercana el piloto en cuestión, junto a su ayudante, que muy amablemente nos dio una interesante charla, sobre el protocolo a seguir en caso de incendio, sus distintas etapas, técnicas diversas, anécdotas y curiosidades varias. Además de dejar subir al aparato a todo aquel que quisiera hacerse una foto. ¡Vamos, que sólo le faltó darnos una vueltecita sobrevolando Sierra Tejeda!. Finalizada la charla mas por lo mucho que aún nos faltaba por cubrir, que por su propia voluntad, retomamos la caminata, todavía en paralelo a la valla del aeródromo mientras íbamos disfrutando de una inesperada panorámica de Sierra Nevada, haciendo honor a su nombre como pocas veces la veremos en un mes de mayo. Hasta que tomamos el ramal de pista por el que comenzamos a avanzar en dirección sureste, a través de este altiplano conocido como la Mesa de Fornes, dejando primero a la izquierda un ramal que lleva directamente a Fornes y varios kilómetros después otro que lleva a Jayena y que enlaza con la atractiva ruta del río Bacal o Grande de Jayena. Finalizado el tramo llano, la pista asciende suavemente por la Loma de Los Morros a través de la cual llegamos al mirador del mismo nombre ubicadoen una zona conocida como la Haza de la Encina.

El Mirador de los Morros bien merece una mención especial, porque aunque sus 1.277 msnm no parezcan demasiado frente a las cumbres almijaracas que con facilidad superan o se acercan a los 1.700 m, lo cierto y verdad es que disfrutamos de una panorámica espectacular del Skyline de Sierra Almijara vista desde su cara norte, abarcando desde el pico Cabañeros, justo tras el cual se ocultaba el Navachica hasta la sierra de Jatar, pasando por el Salto del Cabrero, Piedra Sillada, el Lucero, Cerro de la Mota, puerto de Cómpeta, etc… frente a nosotros la inconfundible silueta del cerro del Águila que cobija al cortijo de Machiche y a nuestros pies el río Cebollón hacia el que descendimos de forma vertiginosa a través de una cresta arenosa con escarpados barranquillos a ambos lados no aptos para quienes tienen vértigo. Una vez mas el Doctor Leal volvió a convertirse en el angel de la guarda de quienes necesitaron alguna que otra ayuda. Que un poquito de aventura no venía mal tras los monótonos kilómetros de pista que tuvimos que tributar para llegar al privilegiado mirador de Los Morros.

Reagrupados todos junto al cauce del río Cebollón, pasamos a la otra orilla unos pocos caminando por el agua y la mayoría saltando sobre unos troncos, para poco después situarnos al pie de la lengua de tierra hasta donde habíamos llegado el año anterior, en una jornada que se planteo de forma completamente diferente, enfocado mucho mas a los baños en sus cristalinas pozas y a fotografiar el paisaje y las pequeñas maravillas del camino, pero en esta ocasión el planteamiento era mas ambicioso, pretendiendo llegar no sólo hasta su nacimiento, sino mas allá, remontando uno de sus dos afluentes cabeceros y descendiendo por el otro. En un principio la mayor parte del grupo se dirigió hacia la mencionada lengua de tierra, para seguir remontando el cauce del Cebollón, a través de un precioso tramo de senda que discurre por su margen derecho, de manera que el río quedaba a nuestra derecha en el sentido de la marcha, mientras que un pequeño grupo de intrépidos quisieron remontar el Cebollón, adentrándose poco a poco en un tramo de pozas y pequeños cahorros que prácticamente obligaban a un baño en un día que se hacía cada vez mas frío conforme se acercaba el mediodía y el cielo comenzaba a cubrirse de nubes ante todo pronóstico. Por lo que finalmente, abandonaron el cauce, para remontar de forma heroica la empinadísima ladera sobre la que discurría la senda donde nos habíamos quedado a esperarlos, mientras aprovechábamos para comer algo recreándonos con el cristalino cauce del recién nacido río Cebollón a nuestros pies.

Una vez reagrupados todos, resto de víveres guardados hasta el almuerzo propiamente dicho, nos pusimos en marcha continuando siempre sobre la misma senda a lo largo de un bonito tramo donde abundan los pinos y gran variedad de florecillas de colores diversos, con el cauce del río Cebollón siempre a nuestra derecha. El nacimiento de éste tiene lugar donde se unen el modesto arroyo de Las Culebras y el Monticana que aporta mucho mas caudal, pero un gran saliente rocoso a nuestra derecha, nos impide ver el lugar exacto donde se unen. De manera que a partir de éste punto siempre por la misma senda y sin cambiar de dirección, ya vamos remontando el cauce del arroyo de Las Culebras, aunque a penas seamos concientes de ello, pues sigue quedando abajo a nuestra derecha semioculto entre la abundante vegetación, hasta que la senda por la que vamos, cruza el pequeño regato que es el arroyo de Las Culebras, justo en el lugar donde comienza y finaliza un gran tramo circular que vamos a iniciar a continuación valiéndonos la mayor parte de su trazado de la pista que tenemos ante nosotros. De manera que da igual coger a la derecha o a la izquierda de la pista pues finalizaremos en el mismo punto donde nos encontramos. Pero tal y como indicaba la guía que teníamos como referencia, tomamos la pista a la izquierda, para continuar dirección sureste.

Tras remontar varios zig-zags a lo largo de la cuesta del Encuarte, llegamos al puerto de los Triunfos cerca del cual nace el modesto arroyo de Las Culebras que en este tramo de pista habíamos ido llevando a nuestra izquierda, entre un paisaje de arenas blanquecinas típicamente almijaracas, fruto de los mármoles fragmentados y pinos retorcidos de forma inverosímil desafiando la ley de la gravedad, sobre las empinadas laderas o vertiginosos picos que son signo de identidad de esta peculiar sierra. Dede el puerto de los Triunfos realizamos una suave bajada hasta el abandonado cortijo Cabañero de fantasmagórica estampa en su actual estado de abandono rodeado de maleza, pero al mismo tiempo de bucólica estampa por la belleza de la olmera que en su día o sombreaba. Llegados al cortijo Cabañero, hemos enlazado con la ruta del río Grande de Jayena o Bacal, que es el hermano del Cebollón, concretamente con el arroyo de las Golondrinas, uno de los dos afluentes principales del Bacal, pero desde el cortijo hacia el sur, es decir hacia nuestra derecha que es hacia donde continuamos, deja de llamarse Golondrinas y pasa a denominarse arroyo Cabañero, aunque en realidad sea el mismo. Continuando por la pista comenzamos una nueva ascensión en zig-zags con unas vistas espectaculares a nuestra izquierda del imponente cerro Cabañero, que con sus 1.715 m. aparece a nuestra izquierda con su preciosa silueta piramidal que tanto hubiera llamado la atención en otro lugar, pero que ha quedado históricamente marginado y casi olvidado, por tener justo en la vertiente opuesta, el no menos imponente Cerro Navachica que con sus 1.830 m es el techo de Sierra Almijara. Justo donde finalizaba este tramo de ascensión hicimos la parada del almuerzo al amparo de la sombra que ofrecían unos pinos, junto al recién nacido arroyo del Tranco.

Finalizado el almuerzo continuamos llaneando en dirección oeste hasta que la pista finalizaba de repente justo en el lugar, donde según describía la guía que nos servía de referencia una senda que seguía de frente nos llevaría junto al barranco Cerecillos, para girar bruscamente a la izquierda rodeando el Barranco de la Alfaja, tras el cual llegaríamos a las casas de la Monticana. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Pues lo cierto y verdad es que continuando por la única senda visible que teníamos ante nosotros y que coincidía mas o menos con la dirección que marcaba la guía fuimos a situarnos justo sobre la misma crestería del tajo del Duende, que si bien no era lo que estaba previsto en nuestros planes. Hizo que disfrutásemos de una panorámica espectacular de las casas de la Monticana, ubicadas en el fondo de un abrupto valle flanqueado por el Cerro del Salto del Caballo y la peculiar Piedra Sillada al suroeste y el imponente cerro Cabañeros al sureste, sobre el cual ya se dejaba ver la redondeada cumbre del Navachica. Una panorámica grandiosa de uno de los rincones mas recónditos de Sierra Almijara que por desgracia no pudimos capturar con las cámaras todo lo bien que hubiésemos querido pues el sol estaba justo de frente a nosotros. Desde el extremo superior del tajo del Duende, iniciamos un empinado descenso con Valentín a la cabeza, al mas puro estilo espartano dirección norte, abriéndonos paso entre un infernal mar de aulagas que durante unos minutos hizo que la típica sonrisa de Darío el Magnífico, que vestía con bañador y calzado para ruta acuática se transformara en un nuevo gesto de dolor, que aguantó estoicamente como un auténtico jabato, hasta que volvimos a reagruparnos tras el particular descenso a los infiernos que realizó cada uno recuperando la respiración y la sonrisa al llegar al arenoso cauce del arroyo de Cueva Blanquilla, desde el cual retomamos la pista sin ninguna dificultad, saliendo muy cerca del lugar al que habíamos accedido a través del arroyo de la Culebra. Volviéndo a cerrar el círculo de esta manera con la pena de no haber visitado las casas de la Monticana, pero con la impresionante panorámica de la que habíamos disfrutado desde el Tajo del Duende, desde donde también pudimos comprobar que de haber enlazado con el camino correcto la mayor parte del recorrido lo hubiéramos hecho por una insulsa pista que ya hubiera resultado un tanto cansina, habiéndole añadido de esta manera un toque de aventura a la ruta que de no haber existido, junto con el divertido descenso desde el Mirador de los Morros al río Cebollón hubiera resultado, demasiado fácil y asequible.

Una vez en la bonita senda paralela al arroyo de las Culebras, desandamos el camino sobre nuestros pasos, hasta regresar al pie del río Cebollón, justamente a la altura de donde habíamos llegado el año anterior. Y desde aquí iniciamos el descenso, algunos por su cauce y otros por la senda, pero todos disfrutando de las bonitas estampas que nos regala este idílico río que en ocasiones parece atravesar un bosque encantado, donde los rayos de sol se filtran entre los pinos para brillar sobre la superficie de sus cristalinas aguas turquesas. No obstante habría que recordar para quienes padezcan de vértigo, que existen algunos tramos del sendero del río Cebollón, que cuelga sobre algunas cornisas, que como mínimo imponen bastante respeto. Si bien siempre está la posibilidad de caminar por el mismo cauce del río del que algunos compañeros disfrutaron de lo lindo como el Doctor Leal, Darío el Magnífico, Ana-la Venus de Boticcelli ó Carlitos-el Poeta de las Cumbres y de forma intermitente combinando senderos de agua, con senderos de tierra: Celia-la Hechicera du Sao Paulo senderista destacada 2009 (categoría femenina), Guillermina-la Astrónoma, Rafa Flores-el Mago Gandalf y Juani-Tito Pulo. Mientras el resto optaron por hacer el recorrido por la senda paralela intentando esquivar el agua a toda costa cada vez que había que salvar un vado. Ni que decir tiene de la belleza y la grandiosidad del paisaje del río Cebollón a la altura de los tajos del mismo nombre o del tajo Caído, donde se encuentra su idílica presa, considerado un lugar mágico y de culto para los amantes de las rutas acuáticas. Donde según cuenta la leyenda: el Elfo de la Malagueta quedó perdidamente enamorado de la Princesa Druida fruto del hechizo de las hadas, duendes y sirenitas del río Cebollón que forma en este lugar, un auténtico jacuzzi natural, bajo el cual cae una cortina de agua permanente los 365 días del año y donde teníamos previsto habernos dado el gran baño de la jornada. Sin embargo, las bajas temperaturas de aquel día inusualmente frío para el mes de mayo, unidas a que a nuestro paso por las mejores zonas de baño, el cauce ya había quedado inmerso bajo las sombras de la tarde, hizo que al final nos tuviésemos que conformar con el placer de haber caminado por el agua, pero sin llegar a bañarnos. Desde la presa a los Prados del Tito accedimos en poco mas de 20 minutos una vez reagrupados y desde aquí completamos el último kilómetro y medio de ruta pasando junto a la fuente del Berro, hasta llegar el cruce de pista donde habíamos dejado los coches completando los 30,3 km. que marcaban los GPS.

Otros compañeros no mencionados fueron: Rafa Márquez-El Aristóteles de la senda auténtico compañero de lujo para cualquier ruta montañera, Paco Domínguez- el Reportero de las cumbres o Fuera de cobertura que casi siempre en cola del grupo va inmortalizando con su cámara los pequeños detalles del camino, Erminia- La Ninfa de la Monticana que una vez mas volvió a dejar muy alto el pabellón rondeño con su espectacular forma de andar, Manolo Supersonic un auténtico titán de la senda con su perspicaz sentido del humor y su rapidez mental, Curro Rojas el Webmaster que junto con Eduardo Campos-el Profeta del tajo Gómer y Paco Jaime el Bolichero se están haciendo un hueco entre los senderistas de leyenda. Alejandro el Guardián de la Alhambra con su increíble instinto montañero, nuestra anfitriona Maribel-la Sirenita del río Cebollón que acabó la ruta viendo las estrellas por un problema en la planta del pie, acompañada en todo momento por su amigo Miguel-el Guardaespaldas, que realizó un magnífico debut con Pasos Largos. Juan Moreno-el Porteño gran caminante donde los haya, amante de los grandes desafíos, Manolo-el Tritón de las Chorreras, también conocido como Derzu Usala que antes del comienzo de la ruta sorprendía a propios y extraños con un artesanal dibujo de la ruta a ojo de buen cubero que a la postre resultaría un calco del trazado final de los GPS, su mujer Carmen-la Princesa Galadriel, una criatura superdotada para la montaña, capaz de trepar, escalar y descender por lugares mas escarpados e inasequibles para la mayoría de mortales y por supuesto nuestro querido amigo Paco Leal-el Doctor Leal, senderista destacado 2009, que en el desayuno me hacía entrega de una preciosa foto en tamaño grande del Castaño Santo en cuyo reverso se podía leer: “En el bosque cuando las ramas se pelean, las raíces se abrazan…”

2 comentarios :

  1. Que relato tan interesante. Siempre me ha llamado la atención el senderismo,
    y auqnue lo he hecho alguna vez por falta de tiempo no lo puedo practicar. 
    http://www.trivago.es

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  2. MI comandante, una crónica digna del precioso día que pasamos.

    A tus ordenes

    Rafafló

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