lunes, septiembre 28, 2009

Sábado, 26 de septiembre de 2009 Ruta circular: Contadoras-Pocopán-Lagar de Chinchilla-Área Recreativa Lagar de Torrijos-Contadoras (Parque natural Mo

En principio la ruta estaba prevista realizarse con comienzo y final en el lagar de Torrijos, pero teniendo en cuenta que en los días previos nos informaron de que el último sábado de cada mes de septiembre tiene lugar en el Lagar de Torrijo, una demostración de la elaboración artesanal del mosto y el vino a la antigua usanza, con previsible masificación de coches en dicho lugar y a lo largo de toda la carretera de acceso, decidimos trasladar el inicio y final de ruta a la plazoleta que hay frente al restaurado lagar que hoy se conoce como aula de la Naturaleza, donde un señor muy amable, que parecía mas educador, que técnico en medio ambiente o biologo, nos dio unas breves pinceladas sobre el lugar en cuestión y sobre el parque, haciendo mucho hincapié en el desarrollo sostenible, la falta de civismo de muchos visitantes arrojando basuras en caminos o márgenes de la carretera en algunas ocasiones, etc… No obstante, al menos a lo largo de nuestro recorrido por el parque nos lo encontramos todo limpioen líneas generales, si bien nos llamo la atención la ausencia, casi total de papeleras en miradores, áreas recreativas, la misma plazoleta de Contadoras, o lugares susceptibles de ser escogidos para realizar una comida campestre.

El Aula de la Naturaleza es uno de los lugares mas visitados del Parque Natural Montes de Málaga, declarado como tal por Ley del Parlamento Andaluz en Julio de 1989. El Parque Natural Montes de Málaga está localizado al Noroeste de la ciudad de Málaga, perteneciendo el 97 % de su superficie al término municipal de Málaga y el 3 % al de Casabermeja. Precisamente se nos informó que uno de los riesgos que corre el parque es la masificación de las áreas recreativas los fines de semana, dado la gran proximidad a Málaga capital, única capital de España con un parque natural dentro de su término municipal, donde por desgracia no todas las personas que lo visitan tienen el mismo respeto del medio ambiente y coger algún que otro madroño o setas en otoño, se ha convertido en una especie de competición para algunos que van arrasando cuando empieza la temporada otoñal en la que estos alimentos son uno de los grandes atractivos de la visita al parque, que tiene una extensión próxima a las 5000 hectáreas (4762 de ellas repobladas) .

Su relieve constituye un auténtico laberinto de barrancos, crestas y pronunciadas pendientes, con aspecto alomado gracias a la vegetación.

Su altitud varía entre los 1031 m. de los picos Reina y Viento y los 80 m. de Arroyo Hondo. El suelo típico es la de tierra meridional sobre filitas, esquistos y pizarras de los complejos Maláguide y Alpujárride.

Faunísticamente, la riqueza del Parque Natural Montes de Málaga es altísima. En el Parque se encuentran diversas especies protegidas tales como el camaleón, la comadreja, el turón, el tejón, el gato montés, la garduña, las águilas culebrera y calzada, el azor, el búho real, el ratonero, jabalí y hasta 170 especies de vertebrados.

Vegetación: La mayor extensión de la superficie del Parque está ocupada por los bosques de pino de repoblación (pino carrasco), fruto de las repoblaciones realizadas en los años treinta del pasado siglo para evitar las inundaciones que afectaban a la ciudad de Málaga. Sin embargo estas repoblaciones muestran marcadas diferencias de desarrollo por las diferentes condiciones de clima y suelo. En la zona norte se aprecian pinos carrascos mezclados con encinas, alcornoques y quejigos, especies mediterráneas que colonizaban este espacio antes de su degradación. Abundan también, manchas mixtas de coníferas y frondosas, así como algunas manchas puras de alcornocal.

El matorral presente es el típico mediterráneo adaptado de diversas maneras a la sequía estival, destacando el madroño entre los mas vistosos, cuyas llamativa fruta roja, flanquea grandes tramos de los caminos que recorren el parque durante el otoño, siendo también muy abundante la proliferación de setas comestible, cuya recolecta se suele convertir en improvisada competición por parte de los domingueros cada fin de semana otoñal.

El recurso económico mayor del Parque es la entresaca de madera (7000 metros cúbicos anuales), manteniéndose también otros aprovechamientos, tales como leñas, corcho, ganaderos, cinegéticos, apícolas, etc.

Otras importantes funciones del Parque Natural son el evitar las inundaciones de la ciudad de Málaga, función recreativa, función educativa, preservación del patrimonio histórico y cultural, protección de la flora y fauna, etc.

Los problemas a los que se enfrenta el Parque en la actualidad son los derivados de la gran afluencia de visitantes que soporta durante primavera y otoño.

El pronóstico meteorológico para esa jornada daba 70% de probabilidades de lluvia, pero al comienzo de la mañana, aunque con cielo cubierto y ausencia de viento, la temperatura resultaba de lo mas agradable, echando a andar desde el Aula de la naturaleza en dirección noroeste, por la senda que discurre paralela a la pista que pasa por la Plazoleta de las contadoras, faldeando nosotros la ladera, por un bonito sendero, donde nos fuimos encontrando con numerosas camas y bañeras de jabalíes de los que nuestro amigo Valentín nos ilustró perfectamente sobre sus costumbres. Poco después de contemplar muy abajo a nuestra izquierda el Lagar de las Vizcaínas y con el aula de la naturaleza a nuestra espalda, enmarcada en el bosque de pinos que aquí tapiza todas las montañas, nos encontramos con una ardilla, tras la cual salió disparado Chukie, que incluso llegó a trepar mas casi 3 m de altura por un tronco inclinado para asombro de los compañeros de ruta. Minutos mas tarde llegábamos a la base del cerro donde se encuentra el Mirador de Pocopán, al que llegamos tras una corta pero empinadísima rampa por un cortafuego que seguía mas allá de su cumbre a donde cada uno llegó como mejor pudo, reuniéndonos frente a una bonita casita de piedra que en su día hizo las veces de caseta de Vigilancia para la prevención contra incendios y un panel descriptivo donde además de mostrarte los hitos visuales mas significativos que podías ver desde allí con su toponimia correspondiente como el Pico de la Reina, Cerro de la Matanza o arroyos de Humaina o de los Frailes, volvía a hacer referencia a la gran importancia de haber repoblado todas las laderas con la actual cubierta vegetal de pino de repoblación y otras especies autóctonas que se han ido recuperando, a diferencia de aquellos años aún no tan lejanos en los que estos cerros estaban completamente desiertos de cubierta vegetal, donde las aguas torrenciales producidas por las grandes lluvias provocaron históricas riadas en la ciudad de Málaga con una periodicidad dramática, que gracias al plan de reforestación del Ingeniero Martínez Falero y los embalses del Agujero y el Limonar no se han vuelto a producir.

Al bajar del Mirador del Pocopán, llegamos al cruce de las Vizcainas, Jotrón-Timoteo, girando ahora a nuestra derecha, dirección norte para llegar hasta las ruinas del Lagar del Pocopan, por desgracia hoy en día abandonado a pesar de la importancia y el señorío que tuvo en su día, testigo del gran esplendor de otros tiempos no muy lejano sobreviven una palmera, que en aquellos tiempos sus propietarios plantaban como un exotismo, alardeando prestigio social y otras especies arbóreas de otros continentes como el cedro del Líbano. Dejando atrás el Lagar del Pocopán, cuyo nombre nos hace pensar en tiempos de hambruna en plena postguerra, comenzaron a caer las primeras gotas con la suficiente insistencia para hacer una pequeña pausa y sacar de las mochilas los impermeables que cada uno nos fuimos enfundando.

Poco después de dejar a nuestra izquierda, en la vertiente contraria del arroyo Chaperas las ruinas del lagar de Serranillos, llegábamos al carismático Lagar de Chinchilla, donde una vez mas nuestro ínclito amigo Valentín gran conocedor de este parque que recorrió una y mil veces en bicicleta, motivado por la práctica del deporte y la observación de la Naturaleza, llegando a dormir en los lugares mas insospechados al raso en las noches de verano, volvió a ilustrarnos sobre cada uno de los lagares por donde íbamos pasando, del lagar de Chinchilla, que a pesar de encontrarse en ruinas, tiene el porte y el tamaño que nos transmite sus aires de antiguo esplendor, rodeados de otras especies de árboles procedentes de lejanos continentes, destacó que en su día había llegado a albergar una fábrica de perfumes con plantas aromáticas del parque siendo tan popular que incluso llegó a exportar a varios países europeos.

Tal y como estaba previsto al llegar al cruce previo a las ruinas del Lagar de Santillana, nos desviamos unos 400 m a la derecha para disfrutar de las bonitas vistas que se contemplan desde el Mirador Martínez Falero, donde la frondosidad de los árboles que lo rodean, nos ayudaron a mitigar el efecto de la lluvia que caía sobre nosotros mientras almorzábamos con una tremenda sensación de paz y silencio a nuestro alrededor. Ni que decir tiene que aquí también nos encontramos con el panel visual que te nombra los hitos principales que se contemplan desde allí con otro texto que destacaba la importancia de la reforestación llevada a cabo por Martínez Falero, encabezado por una profusa frase que rezaba: “Cuando un hombre planta árboles bajo los cuales sabe que núnca se sentará ha empezado a descubrir el significado de la vida” (Elton Torneblood).

Finalizado el almuerzo regresamos al cruce anterior, si bien algunos compañeros descendieron el último tramo pasando junto a los lienzos de los grandes muros y ventanales de las ruinas del Lagar de Santillana a cuyos pies volvimos a reagruparnos, escuchando la correspondiente charla de valentón, frente a la base de una antigua maquina de molienda. Desde allí con la lluvia que seguiría cayendo de forma suave pero ininterrumpida hasta el final de la ruta, retomamos el camino por la placida pista que discurre paralela al arroyo Chaperas, hasta el punto donde un sendero al pie de un olivo sale a nuestra izquierda cruzando al otro lado del arroyo por un pequeño puente de madera, a partir del cual nos adentramos en un entorno de vegetación mas exuberante junto al arroyo, llegando en breves minutos a la zona de acampada y área recreativa de Torrijos, donde el efecto de la lluvia hizo que nos la encontrásemos prácticamente vacía y el Lagar de Torrijos, donde no coincidimos con Manuel Manzanares por cinco minutos, con bastantes menos visitantes de los que habría en caso de buen tiempo, aún así los organizadores del evento fueron muy hospitalarios y nos ofrecieron arroz y vino para quien quisiera. Vino que alguien probó, pero no así el arroz, pues habíamos finalizado de comer hacía menos de una hora.

Del ecomuseo Lagar de Torrijos cabría destacar que se encuentra ubicado en el corazón del Parque Natural Montes de Málaga, a su vez hace la función de Centro de Interpretación creado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, rodeado de pinos, marcando el inicio de uno de los senderos más atractivos del Parque, como es el que va desde el propio “Lagar de Torrijos al Lagar de Chinchilla y Mirador Martínez Falero”, de donde precisamente veníamos. El actual Lagar de Torrijos es una construcción del año 1843 y prácticamente se conserva en su estado original. Y es que esta parte de Málaga fue muy famosa por sus magníficos vinos dulces, semidulces y secos, y en este ecomuseo se puede conocer en detalle el proceso de elaboración artesanal de los exquisitos caldos que dieron fama a la comarca como se acababa de llevar a cabo una hora antes de nuestra llegada, así como los procesos de elaboración del aceite y el pan. También se pueden distinguir perfectamente las distintas partes de la casa: el lagar, el patio, las estancias con chimenea, los hornos para la cocción de pan, el molino de aceite, la bodega, la sala de fermentación, la almazara, etc. La parte superior estaba destinada a vivienda.

El Lagar de Torrijos posee un antiguo molino de aceite y dos hornos artesanales para la elaboración del tradicional “pan cateto”. Un párrafo aparte merece este pan: muy rico, de sabor y miga fuertes, es un pan popular que se deja en reposo todo un día antes de su cocción, con lo cual se vuelve correoso. Nacido en épocas de escasez, a veces se le añadía trigo sin moler para compensar la falta de harina. La parte central de la casa era la viga, que da nombre a la prensa de uva. Los racimos que se traían del viñedo eran volcados directamente a la prensa, en la época de la vendimia cuya fiesta se celebra también en la Casa Lagar. Se denominaba de husillo, pues estaba construida en base a un tornillo que al girar hacía subir o bajar la viga, que actuaba sobre la torre de capachos que contenían la uva pisada.

Con la pequeña frustración de no haber coincidido por pocos minutos con nuestro buen amigo Manuel Manzanares, ya que el Lagar de Torrijos se encuentra en una de las muchas zonas del parque donde no hay cobertura y no nos fue posible comunicarnos. Iniciamos el último tramo de unos 3,7 km por el denominado carril de Linares, que hace referencia al nombre del único lagar que se encontraba en este último tramo, del que sólo quedan unos pequeños restos de muros, que fácilmente podrían pasar desapercibidos para la mayoría de visitantes. Ni que decir tiene que es uno de los tramos mas atractivos del parque en lo referente a la cantidad de madroños y encinas cargadas de bellotas que flanquean el camino por el que plácidamente llegamos a la Plazoleta de las Contadoras, donde nos despedimos hasta la próxima ruta. Agradeciéndo la participación de todos los compañeros y compañeras de GRUME y Pasos Largos que se desplazaron hasta allí ese día y muy especialmente a Valentín que nos deleitó con sus amplios conocimientos y mil y una historias de este parque natural de Los Montes de Málaga.

NOTA: Los lagares son edificios cuya parte principal se haya destinada a la elaboración de vinos.

sábado, septiembre 19, 2009

La Ruta Roja del Torcal de Antequera

Una vez finalizada la ruta verde-amarilla, breve visita al Centro de Visitante, aseos y maleteros de los coches para coger o dejar lo que cada uno estimó oportuno, bajo un cielo azul intenso y con una agradabilísima brisa, iniciamos nuestro segundo itinerario conocido como la ruta roja, antaño abierta al público al igual que las dos anteriores, pero en la actualidad tan sólo autorizada para grupos con guías especializados y con el permiso correspondiente. Pues a pesar de su aparente docilidad para orientarse, una vez inmersos en la zona alta del Camorro de las Siete Mesas, su interior resulta ser un auténtico laberinto de callejones, úvalas y valles ciegos por donde se han producido el mayor número de incidentes de excursionistas perdidos por el torcal, especialmente cuando todo queda inundado por los mares de nubes que con frecuencia se posan sobre el torcal algo relativamente frecuente, que unido al alto valor faunístico de esta zona del paraje, el ganado que se encuentra en su interior, la nidificación de pequeñas rapaces, como búhos y primillas y algunos pasos expuestos con cornisas vertiginosas en su extremo noroeste, llevaron en su día a tomar la decisión de catalogarla como a´rea restringida, dejando que los antiguos restos de flechas rojas se hayan ido borrando con el paso del tiempo.

No obstante, iniciamos la ruta desde el mismo parking siguiendo el difuminado sendero que en permanente subida, suave pero constante durante casi un kilómetro nos llevaría a un collado donde hicimos una breve parada de reagrupamiento, para desde allí llegar juntos al lugar conocido como “Abrigo de Juan Ramos” donde disfrutamos de un relajado almuerzo, tras una breve charla sobre el lugar donde nos encontrábamos recordando que la denominación de abrigos era la que daban los lugareños a esa especie de refugio construidos con piedras aprovechando las oquedades del terreno al pié de una gran roca, actividad que realizaban “los canteros” con gran habilidad, precisamente el tal Juan Ramos fue el último cantero que trabajó en el torcal y tal vez por ello, su abrigo se conserva en muy buen estado. Junto con la profesión de “cantero” la otra que incluso hasta hoy en día se ha venido desarrollando en el torcal ha sido la de la ganadería siendo todavía frecuente encontrarse con algún rebaño de cabras y ovejas en el interior o alrededores del Camorro de las Siete Mesas. Ni que decir tiene que el “abrigo de Juan Ramos” además de ser un lugar emblemático del torcal es una atalaya perfecta para desde allí contemplar el Torrecilla, la Crestería del Pinar coronada por el Torreón y la Sierra del Terril, techos respectivamente de las provincias de Málaga, Cádiz y Sevilla, además de las inconfundibles siluetas mas cercanas a nosotros del Monte Huma y el Pico Capilla.

Una vez abandonamos el abrigo de Juan Ramos, en vez de coger el tramo escalonado que comienza junto a una sima cercana, desde donde en pocos minutos llegas al Champiñón, proseguimos en dirección norte para cubrir la totalidad de la antigua ruta roja con unas vistas cada vez mas espectaculares del Poldje de la Nava y la piramidal silueta del Camorro Ancho, rodeando a continuación el perímetro norte del Camorro de las Siete Mesas con Antequera y la Peña de los Enamorados a nuestros pies, pudiendo distinguir perfectamente Archidona con su sierra y las Subbéticas cordobesas. En este punto otro de los grandes hitos de la ruta es la impresionante entrada de la sima del Duque. Desde la Sima del Duque en unos instantes llegamos a la denominada cornisa del Diablo, con unas sensaciones aéreas verdaderamente inolvidables, al igual que las panorámicas grandiosas, uno de esos lugares difíciles de olvidar, que en condiciones de viento en calma no sólo atravesamos sin ninguna dificultad, sino que disfrutamos enormemente. Aún así algunas compañeras no pudieron pasar por motivos de vértigo y otra compañera que debido a una lesión de rodillas se veía obligada a regresar por donde habíamos venido, siendo varios los voluntarios que generosamente las acompañaron hasta el final de ruta donde nos veríamos mas tarde.

Tras el paso por la cornisa del Diablo, llegamos sin ninguna dificultad al monumento natural del Champiñón, también conocido como la Montera del Torero o el Platillo Volante, desde donde proseguimos la marcha para finalizar con la visita a la piedra mas emblemática y fotografiada del Torcal, conocida como Monumento Natural de “El Tornillo” desde donde llegamos rápidamente al parking del Centro de Visitantes donde nos reencontramos todos los compañeros, con la grata sensación compartida que siempre te dejan las jornadas inolvidables.

La ruta verde y amarilla del Torcal de Antequera

Como de costumbre, después de desayunar en el hostal restaurante de Casabermeja, cogimos la carretera hacia Villanueava de la Concepción que nos brinda una bonita estampa asentada a los pies de los tajos y laderas de la cara sur del Torcal, sobre el cual comenzaba a posarse un amplio frente de nubes que hacían presagiar una primera hora de caminata muy fresquita, tal y como nos encontramos al llegar al punto de encuentro situado en el parking del Centro de Visitantes, donde la mayoría de compañeros que iban bien equipados echaron manos de polares y sudaderas para mitigar el enorme contraste entre: la cálida temperatura de la franja costera de donde veníamos la mayoría y la temperatura directamente invernal que hacía en el torcal cuando llegamos. Y es que habría que recordar una vez mas que dada la estratégica situación del torcal, que coincide con el punto intermedio del arco calizo central y con la gran planicie de la hoya de Antequera por donde las nubes arrastradas por los vientos del norte avanzan a placer, al encontrarse con la repentina elevación del torcal (1.260 snm), los frentes de nubes quedan atrapados con bastante frecuencia dando lugar a un microclima que ha favorecido la proliferación de gran variedad de plantas rupícoras que son esas que vemos crecer por las paredes y grietas mas insospechadas, amen de una gran variedad de plantas, que especialmente a finales de invierno y principios de primavera harán las delicias de cualquier amante de la botánica donde la llamativa peonía y lirios de grandes dimensiones son algunas de las mas llamativas.

Una vez hecha la ronda de presentaciones y saludos, repartidos los mapas y la ficha de ruta, realizamos numerosas fotos de inicio de caminata, superándose la cifra de 30 senderistas, mientras un servidor se prestaba de voluntario para hacer la foto de grupo con todas y cada una de las cámaras que le iban pasando. El frío que hacía nos obligó a abreviar bastante la charla de introducción, con lo que sin mas dilación nos pusimos en marcha por la denominada ruta verde.

La catalogación de rutas por colores responde a un criterio que durante una época se llevo a la práctica en algunas sierras y parques naturales, para señalizar sus distintos itinerarios. Sin embargo, ésta práctica ha caído en desuso en la actualidad dado que con frecuencia suele llevar a confusión en los cruces de ruta o tramos compartidos, por no decir cuando dichos colores comienzan a borrarse con el paso del tiempo. Pues por desgracia, al menos en Andalucía, el mantenimiento periódico de la red de senderos sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes en política de medio ambiente.

Aunque teníamos previsto realizar en primer lugar la ruta roja, dado el mar de nubes que nos impediría disfrutar de las espectaculares panorámicas que nos ofrece la mítica ruta roja, de todos los alrededores pudiendo contemplarse hasta 5 techos provinciales, además de privilegiadas vistas de la sierras y pueblos mas cercanos, decidimos invertir el orden de las rutas con la esperanza de que en un par de horas como mucho ya tendríamos el cielo despejado. Así que decidimos apostar por hacer en primer lugar la ruta verde-amarilla.

La Ruta Verde-Amarilla: En realidad se trata de dos rutas circulares superpuestas que comienzan y finalizan en el centro de visitantes del Torcal Alto, para entender el trazado de ambas esquemáticamente, es como si pusiésemos una herradura pequeña sobre una grande, de manera que la herradura pequeña es la verde y la grande que coincide con la verde en su principio y final es la herradura amarilla. Actualmente si no se tiene la correspondiente autorización son las dos únicas rutas abiertas al uso público que se pueden realizar libremente en este paraje natural.

El inicio de la ruta verde-amarilla lo realizamos bajo ese alo de misterio que nos transporta a un mundo de fantasía mientras íbamos atravesando los callejones y corredores del torcal con rocas de todas las formas y tamaños, formando una especie de museo al aire libre mientras nos íbamos abriendo paso entre los lienzos de nubes que se iban fusionando entre nosotros y las colosales figuras y paredes que nos rodeaban aquí y allá, encontrándonos también con grupo de cabras montesas justo en la confluencia donde se separan la ruta verde que desde allí desciendo hacia la izquierda con la ruta amarilla que desde allí continúa recta en dirección al Callejón Oscuro por el que nos deleitamos caminando entre sus paredes de donde colgaban pequeñas encinas desafiando la gravedad, además de magníficas yedras y otras plantas rupícolas, bajo los efectos de esas luces y sombras que nos acompañan en estos callejones angostos.

Y recreándonos con el paisaje fuimos pasando junto a la Esfinge, el Cohete, la cara de la Isla de Pascua, el angosto Callejón del Tabaco o la emblemática figura del mal llamado Camello, que en realidad es dromedario por tener dos jorobas hasta las cuales treparon dos de nuestros mas intrépidos compañeros, aprovechando una de las pausas que realizamos para reagruparnos y descansar un poco. Reanudada la marcha y tras pasar junto a la figura conocida como “El Adelantado”, llegamos hasta los pies de unas altas paredes conocidas como “Las Catedrales” donde volvíamos a contactar con la ruta amarilla, a la altura de una gran uvala con forma de anfiteatro. Desde aquí ya quedaban a penas 500 m para regresar al Centro de Visitantes, pero al llegar a la altura del collado de la “Tortuga” nos salimos de la senda oficial, para tomar una senda secundaria a la derecha por la que llegamos hasta la denominada plataforma del “Barco” y a continuación la plataforma de “la Plancha”, popularmente conocido como “El Mirador del Amonite” donde nos estuvimos recreando con unas vistas privilegiadas sobre la cabecera del río Campanillas con Villanueva de la Concepción a nuestros pies, en dirección este la prolongación del arco calizo con la Sierra de las Cabras en primer término, seguida de la Peña Negra, Camarolos, la Maroma y parte de Sierra Almijara, Montes de Málaga hacia el Sur, con el mar Mediterráneo difuminado en la calima por encima de la Hoya de Málaga que también veíamos perfectamente con toda la zona de Guadalmar y a partir de llí hacia el suroeste, la Sierra de los Pájaritos, Benalmádena, Mijas, Coin, Sierra Blanca, etc…

viernes, septiembre 11, 2009

Desde Frigiliana hasta la Cascada final del Alto Chillar

Lo mas lógico hubiera sido comenzar desde la Fuente del Esparto, pero el Tritón de las Chorreras nos había confirmado días antes que la barrera de acceso que corta el paso al comienzo de la pista que se adentra en Sierra Almijara desde el parking de las Cuevas de Nerja estaría cortada hasta el 15 de octubre, por las medidas de prevención contra incendios que vienen llevando a cabo las distintas direcciones de los parques naturales en Andalucía durante los últimos años. Otra cosa muy distinta es la dudosa eficacia de estas medidas con las que como siempre terminamos pagando justos por pecadores. Otro gallo nos cantaría si en España el código penal dictara medidas ejemplarizantes, donde los pirómanos pagaran su condena de sol a sol limpiando y reforestando toda la extensión de sierra que quemaran hasta que los árboles crecieran al doble de altura que tenían antes de arder. Lo dicho, de sol a sol, a pico y pala que el que la hace la paga, ¡pero coño!, mientras tanto no paguemos justos por pecadores.

Descartada la opción de remontar todo el río Chillar desde su comienzo por lo mucho que se ralentiza la marcha hasta la famosa poza de la cascada, que suele ser el punto hasta el que llegan la mayoría de excursionistas. No nos quedaba otra opción que realizar nuestra aproximación al río Chillar desde Frigiliana, desde donde después de desayunar junto con el Gran Rafa Flores en el bar Las Virtudes en la Plaza del Ingenio nos pusimos a andar en compañía de Chukie tomando una vez mas la preciosa senda excavada en roca por la que descendemos al río Higuerón muy cerca de esa gran alberca conocida como Pozo Batán sobre el que en épocas de lluvias abundantes cae la famosa con todo el excedente de agua de la alberca de Lízar unos 100 m. por encima, dando lugar a una de las estampas mas espectaculares de este paraje que de por sí ya es de gran belleza, pues si bien el río Chillar ya es casi internacionalmente conocido en ámbitos senderistas, su hermano el río Higuerón guarda rincones e incluso tramos de cahorros que nada tienen que envidiarle a los del Chillar. Sin embargo, la sobre explotación del río Higuerón para alimentar la acequia de Lízar le roba prácticamente todo su cauce hasta unos 3 ó 4 km mas allá de donde comienza la ruta del río Higuerón. Pero nosotros, tan sólo íbamos a tocar brevemente el río Higuerón de manera que nada mas dejar atrás la alberca del Pozo Batán, abandonamos el cauce del río Higuerón, por la senda de la Sierra de En medio, con su panel correspondiente mapa incluido y breve explicación de la ruta Frigiliana-Fuente del Esparto.

Desde el panel nos encontramos con una subida muy pronunciada, pero la sucesión de zig-zags y la sombra que nos brinda el espeso bosque hasta la divisoria de aguas de la Sierra de En medio ayuda bastante a mitigar el esfuerzo. Una vez en la divisoria de aguas las vistas son magníficas 360º alrededor desde parte de la localidad de Nerja a orillas del Mediterráneo al sur, hasta algunos de los colosos mas emblemáticos de Sierra Almijara envolviéndonos de este a norte con las inconfundibles siluetas del pico del Cielo, la imponente mole del Almendrón ó el Raspón de los Moriscos (Lucero) y al oeste a nuestros pies posiblemente el tramo mas frondoso de vegetación de todo el valle del río Higuerón y sobre él en la vertiente contraria el escalonado cordal que va desde la alberca de Lízar hasta el cerro del Fuerte. Al llegar a la divisoria de aguas de la Sierra de Enmedio, la senda que nos encontramos allí perfectamente marcada tiene una prolongación sur que nos lleva hasta la Cruz del Pinto, pero nosotros tomamos la oficial que es la que durante un pequeño trecho discurre por la misma divisoria de aguas, hasta que al coincidir con un cortafuegos, abandona el cordal para comenzar a faldear la Sierra de En medio con el Alto de la Garza o Pandera Garzón como principal referente visual en este tramo de suave perfil, que describe tres curvas a modo de gran herradura, en la última de ella nos encontramos con un tramo empedrado que da fé de la importancia que tuvo esta senda en su día y a continuación una serie de requiebros muy cerrados y escalonados en roca, son la antesala de un espectacular collado que ya da vistas al valle del Chillar, cuya frondosidad contrasta con los secarrales de las zonas altas y medias de las montañas que lo circundan.

Las vistas desde este collado sin nombre son sencillamente grandiosas, a nuestros pies el valle del Chillar por su vertiente contraria vemos como serpentea la prolongación de la misma senda en la que estamos ascendiendo por la cuesta de Los Galgos cruzándose con la trayectoria de la acequia que ahora vemos a menor altura que nosotros y mas arriba la pista terriza por la que se llega hasta la Fuente del Esparto y a su derecha la altiplanicie que es la divisoria de aguas entre el valle del Chillar y el Barranco de la Coladilla. De frente en dirección nordeste el Cerro de la Camatocha, nos impide ver la Torre del Almendrón, también conocida como Almendrillo y a la izquierda de la Camatocha asoma la parte alta del imponente Almendrón, que a su vez oculta la silueta del Navachica, pués se encuentra en su misma trayectoria. No obstante, la cumbre que tenemos mas cerca de nosotros es la del Alto de la Garza o Pandera Garzón que casi la tenemos a nuestra izquierda (noroeste). Iniciamos el pronunciado descenso de la denominada Cuesta Jiménez a través de una sucesión de zig-zags a veces muy escalonados, dejando a nuestra derecha unas curiosas paredes desde las que ya comenzamos a escuchar con claridad el alegre bullir del cauce del Chillar donde desemboca nuestra senda al pié de unas paredes rocosas en un paraje de gran umbría conocido como El Rincón de los Hermanos, siendo este en realidad el inicio de nuestra ruta, pues por encontrarse en este punto el enlace con el río Chillar viniendo desde Frigiliana o desde la Fuente del Esparto y quedando unos 500 m aguas abajo la poza hasta la que suelen llegar la mayoría de excursionistas, podemos decir que a partir de este punto comienza la ruta del Alto Chillar.

A difrenecia que la conocidísima ruta del bajo Chillar donde la mayor parte del tiempo estamos obligados a caminar por el agua, siendo este uno de sus principales atractivos, a lo largo de la ruta del Alto Chillar casi siempre tienes la opción de ir por fuera con tramos intermitentes de senda como la que va desde El Rincón de los Hermanos hasta la entrañable Casa de la Presa a la que se llega en poco mas de 10 minutos, donde en su día florecía el albaricoque, actualmente la casa está en estado ruinoso, unos metros mas arriba de la casa se encuentra la presa desde la que se reconduce parte de la acequia del Chillar que abastece un gran número de huertas de Nerja. A partir de la presa la senda que acompaña el cauce del río, predominantemente en dirección norte, va pasando alternativamente de una orilla a otra por lo que resulta casi inevitable caminar por el agua en algún momento. Aunque casi siempre tenemos la opción de abandonar el cauce para ganar en comodidad y velocidad de avance a veces nos encontramos con tupidos cañaverales o pequeños tramos de zarzas rastreras que nos obligan a reconducir nuestra trayectoria paralela al río en mas de una ocasión, pero también nos encontramos con dóciles tramos llanos que incluso han dado lugar a dóciles bosquecillos de pinos como el lugar donde nos encontramos con los hitos de piedra que nos marcan el sendero que se dirige a Puerto Umbrales por el barranco Pradillos, que queda a nuestra izquierda, tal y como vamos realizando la ruta, remontando el Chillar. Casi a la misma altura pero a mano derecha otros hitos de piedra nos marcan el inicio de la senda que va al Cortijo del Imán, y que aunque en los mapas se vea situado al lado del río, no hay que olvidar las curvas de desnivel que lo sitúan a mas de 100 m por encima del nivel de su cauce. Por lo que si no es a través de esta senda, o de otra que igualmente está marcada con hitos de piedra unos 300 m mas adelante sobre el mismo lecho del río, no existe otra posibilidad al menos oficialmente para acceder al cortijo del Imán desde el río Chillar. Poco después de dejar a nuestra derecha el segundo hito de piedra que nos señala el segundo y último acceso a la senda del cortijo del Imán, estamos a la altura del Cerrajón, un pequeño, pero afilado cerro que queda a nuestra izquierda, y que el Chillar rodea formando un pequeño encajonamiento a través de una angosta cascada, que evitamos fácilmente si abandonamos el cauce subiendo sin dificultad por las dóciles rocas de la orilla izquierda, hablando siempre en el sentido de nuestra trayectoria. LLegamos ahora a una zona donde el cauce se ensancha de forma impensable para quien sólo conozca el bajo Chillar, en este tramo el Chillar y sus tributarios han ido acumulando una enorme cantidad de piedras de manera que el río discurre discretamente por su extremo occidental, bajo los verticales paredones que quedan a nuestra izquierda, mientras que vamos llegando a una zona de cañaveral que es la antesala de un pequeño llanito con sus pinos bajo los cuales se ve que han acampado con relativa frecuencia, aunque por desgracia no siempre respetando normas tan básicas como las de llevarse todos los restos de bolsas, botellas y envases que uno traiga consigo e incluso las que te encuentres por el camino, cosa que si hicimos a nuestra vuelta tanto Rafa Flores como yo, en este punto y en otros mas del recorrido.

A partir de la zona donde el valle del Chillar se ensancha de vez en cuando, atravesamos grandes extensiones de piedras sueltas que han cubierto todo el lecho del río sobre el que vamos caminando y que en muchas ocasiones nos marca el nivel de las aguas en época de crecidas o lluvias torrenciales como las que tuvieron lugar en septiembre de 2007. El ejemplo mas espectacular para comprobar el devastador fenómeno erosivo lo tenemos al llegar al punto donde al Chillar se le une una espectacular torrentera procedente nada mas y nada menos que de la base del Almendrón que ahora tenemos a nuestra derecha. Y que deja muy a las claras la vulnerabilidad del terreno en las zonas donde no hay suficiente masa forestal para frenar la avalancha de piedra y todo tipo de sedimentos que arrastran las torrenteras y tributarios del Chillar, pudiendo incluso observarse el impacto de piedras ó troncos arrastrados por la corriente sobre los pinos que han quedado cada vez mas desprotegido en medio del cauce. Incluso las adelfas muy abundantes en todo el Chillar han quedado talmente inclinadas hacia el sentido de la corriente, fenómeno que se va repitiendo cada vez con mas frecuencia mientras mas vamos remontando su cauce. Poco después del punto donde al pedregoso cauce del Chillar se le une la mencionada torrentera del Almendrón por la derecha, con la anchura de una carretera, llegamos al primero de los cahorros altos, también conocido como cahorro del Imán, que recuerdo de principios de julio de 2005 como una especia de santuario natural con magníficos ejemplos de tobas calcareas, rezumando agua de ambas paredes de la que colgaban líquenes, helechos y algunas plantas de forma inverosímil, incluso había crecido un magnífico ejemplar de higuera. Pero siendo en esta ocasión principios de septiembre de 2009, nos encontramos este primer cahorro con mucha menos humedad, las paredes casi secas del todo y tan sólo la higuera y parte de aquella vegetación exuberante que yo recordaba junto a la higuera, alimentadas ahora por un pequeño regato de agua que era el Chillar a esa altura, nada que ver con las cantarinas aguas del caudal que recordaba haber visto pasar por allí a principios de julio de 2005. Pero aguas arriba el cauce volvía a aumentar y con él nuestras esperanzas de la idílica imagen de la cascada final del Chillar a la que tanto tiempo llevábamos esperando llegar.

Después de dejar atrás el primero de los cahorros altos nos espera un dócil tramo de unos 500 m donde se suceden pequeños rápidos y saltitos que nos llevan a una cerrada curva a la derecha donde nos encontramos con dos cascadas seguidas que nos cierran el paso pues son la puerta de acceso al segundo y último de los cahorros altos. La primera cascada mide unos 3 m que tan sólo pude superar gracias a la imprescindible ayuda de Rafa Flores y a la generosidad de los senderistas anónimos que habían instalado allí unos troncos estratégicamente colocados de forma rudimentaria, pero que desde estas líneas agradeceré infinitamente. La segunda cascada a penas supera los 2 m de altura pero ésta es bastante mas asequible pues además tenemos la doble opción de superarla bien por la pared de la derecha aupándonos con los dos brazos el derecho en la pared y el izquierdo sobre la gran roca que hay en el centro de la cascada que fue por donde la superó Rafa Flores, o bien por la izquierda que es por donde cae el agua, ya que hay un tipo de musgo que no resbala y algunos salientes sobre la roca que con ayuda de Rafa superé sin problemas aunque de manera poco ortodoxa, dada mi torpeza y poca flexibilidad en las zonas de trepada. Todo lo contrario que mi Chukie capaz de subir paredes sin pensárselo dos veces o de perseguir a las cabras montesas hasta lo alto de los tajos y laderas mas escarpadas.

Unos 400 m mas allá de este segundo y último cahorro con sus dos cascadas, el cauce del Chillar pasa entre una piedra enorme y la base de una de las pared que queda a nuestra derecha, observando un intenso color rojizo sobre algunas piedras del cauce que denotan la presencia del mineral de hierro. A estas alturas del recorrido la ruta se ha convertido en una jincana en la que tenemos que ir esquivando intermitentes túneles de adelfas que incomodan nuestro avance, pero en ningún momento lo imposibilitan, pues casi siempre tenemos la opción de caminar en paralelo al cauce, salvando el aluvión de piedras arrastradas en las crecidas, bajo las cuales comenzaban a desaparecer preocupantemente las aguas del Chillar encontrándonos por aquí con el cauce totalmente seco. No tardamos en llegar a un pequeño llanito, donde las lomas que flanquean al Chillar se suavizan a ambos lados, pudiendo ver a nuestra derecha restos de una incipiente senda que conduce al cortijo del Imán, unos 130 m por encima de nuestra. Antes de darnos cuenta nos encontramos de frente con los tajos del Imán y poco antes de llegar a su base, el río se divide en dos, formando una “Y”, que nos lleva a dudar unos instantes por primera vez en todo el recorrido sobre cual será el Chillar y cual su afluente. Pero tras una breve comparativa de ambos cauces, nos decidimos por el de la derecha pues parece algo mas ancho y por lo tanto el principal, continuando ahora en paralelo a la base de los tajos del Imán que llevamos a nuestra izquierda, hasta que tras una curiosa curva que describe el río en forma de interrogación nos encontramos con la mítica cascada final del Chillar que tal y como nos temíamos estaba completamente seca. Unas manchas de humedad sobre su base indicaban que debía hacer casi dos meses, tal vez mas, que dejó de caer la última gota por allí a principios de verano, finales de primavera.

Quien nos lo iba a decir cuando al principio de la mañana llegábamos al Chillar deleitándonos con las cantarinas aguas de de su cauce bajando en una sucesión de burbujeantes rápidos y pequeñas cascadas, sin ninguna disminución de caudal respecto a otras muchas veces que lo habíamos visitado en primavera o comienzos de verano. Estadísticamente teníamos idolatrado al Chillar como el río de caudal mas regular de toda su provincia y posiblemente lo siga siendo desde las casas de la Presa hasta la primera presa de cemento donde definitivamente le roban todo su caudal antes de llegar a Nerja. Sin embargo, hay que reconocer que cualquier río o arroyo a lo largo de su recorrido se va alimentando de los distintos tributarios, fuentes y manantiales que le aportan agua a lo largo de todo su recorrido ya que mientras mas nos acerquemos a su zona alta o inicio, esos aportes son cada vez menos y sobre todo en verano, mas que nunca, mientras mas ascendamos en montaña mas seco nos lo encontraremos todo. Claro que también cabría preguntarse si ha habido años donde la cascada final del Chillar ha sido una permanente cortina de agua los 365 días del año. Porque de haber sido así tendríamos un clarísimo y preocupante ejemplo de calentamiento global.

De momento el calentón de la gran decepción nos lo llevamos Rafa y yo, con el sabor agridulce de haber llegado a este recóndito paraje tan poco visitado, pero al mismo tiempo sin la guinda del pastel que al final nos supo un poquito amargo. Razón por la cual nos prometimos mutuamente regresar la próxima primavera y tal y como recomendamos hacer a todos los amigos que lean esta breve crónica, preferentemente en abril, mayo y si es posible después de días de abundante lluvia mucho mejor para venir sobre seguro.

Juan Ignacio Amador Tobaja