domingo, febrero 21, 2010

Ascensión a La Maroma desde el cortijo del Robledal


Longitud: 7,4 km
Desnivel aprox. 950 m
Trayecto: lineal, con la posibilidad de añadirle dos tramos circulares en el descenso, la variante de la fuente de la Tacita de Plata y la de los Charcones.
Dificultad por la dureza del recorrido: Alta/Muy alta (dependiendo si está nevada y según el estado de dureza de la nieve los crampones son imprescindibles, si no queremos vernos expuestos al riesgo de resbalar por tramos de sendero con mucho vuelo).
Dificultad por orientación: Media, aunque si es la primera vez es recomendable llevarse un mapa de la zona, sobre todo si se opta por hacer la variante de la Tacita de Plata. ¡Ojo!, en caso de encontrarnos con un día muy nuboso la dificultad para orientarse en la cumbre pasa a ser muy alta así como las posibilidades de perderse, por lo que a poco tengamos constancia de tiempo inestable es mejor renunciar a subir a la maroma y cualquier otra ruta alternativa donde no existan estos riesgos, ya que en la maroma el tiempo suele cambiar a gran velocidad y suele ser el prototipo de montaña trampa. Empezando la caminata con el cielo completamente despejado y al llegar a la cumbre vernos en unas nieblas ó mejor dicho nubes, muy espesas.

Tras una semana de fuertes lluvias en la que los medios de comunicación coincidían en que este invierno había sido el mas lluvioso de los últimos 60 años en Andalucía, al mismo tiempo anunciaban que el sábado tendríamos una ventana de buen tiempo, así que no nos lo pensamos dos veces, porque cuando aquí abajo se lleva lloviendo varios días y con frío. Allí arriba suele nevar y una vez mas, La Maroma, que cariñosamente apodamos como “el Kilimanjaro de la Axarquía” volvía a lucir sus mejores galas. Finalmente fuimos doce los compañeros que participaos en esta bonita ascensión: Magda la Pimentonera de Águilas encabezando la comitiva que venía desde Sevilla formada por Javi, coordinador de GEMA (grupo Extremo de Montaña Activa), Gabriel “Taxi Driver”y Ana, desde Córdoba: Héctor-El Caimán de Puente Genil y Mª Luisa-El Duendecillo de Sierra Horconera, desde Campillos: Fran-El Flamenco de la Laguna de Capacete y desde la costa: Encarni-La Corresponsal de la Bota Viajera, Eduardo-El Profeta del tajo Gómer, José Antonio-El Vigilante de la Playa y un servidor.

Cualquiera hubiera pensado que aquel sábado 20 de febrero de 2010 la ascensión a la Maroma se convertiría en una romería, sin embargo, nada mas lejos de la realidad. Al llegar poco antes de las 10 de la mañana al cortijo del Robledal, tan sólo vimos un par de coches mas que habían llegado antes que nosotros y cuando llegamos a la cumbre, a penas un grupo de seis amigos de Camino y Jara y tres parejitas comiendo y haciendo unas fotos. Acomodados los crampones dentro de las mochilas, que cada uno llevábamos envueltos en una toalla o cualquier otra cosa para amortiguar los pinchos. Echamos a andar bajo un sol radiante que hacía presagiar una magnífica jornada de montaña, con la tranquilidad de saber lo bien preparado que iba cada compañero. Doy gracias desde estas líneas a Salva-El Jardinero Fiel por dejarme sus crampones y a Javi de GEMA por haber tenido el detalle de acudir con un par de crampones extras para quien los pudiera necesitar.

Prácticamente toda la jornada, al menos, hasta donde lo permitió la nieve, caminamos a un ritmo alegre, pero lo suficientemente cómodo como para mantener conversación con el compañero de al lado. Los regatos de agua a ambos lados del camino daban fiel testimonio de las abundantes lluvias caídas durante toda la semana, abarcando en ocasiones el ancho de la pista por donde discurre la 1ª parte de la ruta hasta mas allá del desvío que nos lleva hasta los corrales de Martín, que es donde la pista se transforma en sendero para situarnos poco después en el primer collado donde ya podemos disfrutar de unas vistas preciosas sobre gran parte del barranco de los Prestillejos y un llamativo espolón de la cara norte de la Maroma, denominado Peña del Sol, que a partir de aquí se convierte en el principal referente visual hasta el Salto del Caballo.

Poco después del collado 1, se llega al lugar conocido como el Contadero, que recibe su nombre por tratarse de una angostura por la que pasa el sendero entre un angosto roquedo, resultando ser el lugar ideal para el recuento de cabezas de ganado, cuando antaño esta zona era lugar de pastoreo. Una serie de empinados zig-zags nos sitúa en el collado 2, desde donde ya podemos disfrutar de unas bonitas vistas de la vega de Alhama de Granada y Sierra Nevada a nuestra espalda, que en aquella jornada estaba espectacular de nieve. Tras el collado 2, la zona boscosa que nos ha acompañado desde el inicio de ruta desaparece y nos adentramos en una zona de matorral bajo, repleta de lascas donde el sendero se confunde entre tanta piedra, entre otras cosas porque es el típico terreno por donde casi da lo mismo andar, mientras que vayamos siempre ascendiendo, así que la senda aparece y desaparece, pasando junto a alguna baliza aquí y allá y flechas pintadas sobre la roca, que ya he ido viendo cambiar de color en los últimos 7 años. En poco mas de 400 m nos vamos a encontrar con dos plazoletas caracterizadas por tratarse en ambos casos de una pequeña llanura con un precioso bosque de pinos alrededor, que nos da una pequeña tregua, para volver a reanudar la ascensión hacia el denominado Collado Rojo. Desde mi punto de vista, éste es el único lugar, junto con la gran meseta somital de la cumbre, que se presta un poco a confusión en todo el recorrido si hay nieve o mucha niebla ya que en este tramo hay varios senderos secundarios que descienden hacia la fuente del Tejo Abuelo. Pero para evitar cualquier duda, siempre tomaremos el sendero principal que será el que continúa subiendo en zig-zag ó en todo caso manteniéndose a la misma altura en cortos tramos de tregua, pero en ningún momento bajando y así es como llegamos al denominado Salto del Caballo coincidiendo con el final del precioso tramo de zig-zags por el que llegamos a este punto bajo un precioso farallón rocoso que hemos ido teniendo nuestra izquierda, y que ya nos deja a tiro de piedra del collado Lobera, que da paso a una pequeña planicie donde nos encontramos con un pequeño grupo de tejos, rodeados por la correspondiente valla metálica protectora.

Aunque el contacto con la nieve comenzamos a tenerlo ya antes del collado Rojo, aún no habíamos decidido colocarnos los crampones porque los tramos con nieve se intercalaban con los de roca o piedra suelta. Y en los pocos pasos con hielo el piolet del Vigilante nos acomodaba los escalones. Pero a partir del collado Lobera el inmenso blanco de nieve que teníamos delante, cada vez mas dura y resbaladiza, hizo que procediéramos a colocarnos todos los crampones al mismo tiempo. Sin duada, la diferencia es abismal y quienes núnca lo habíamos utilizado hasta ese momento, pudimos comprobar in situ de la enorme diferencia que existe entre llevarlos o no. Una auténtica gozada, amén de la increible sensación de seguridad.

Sin embargo, 500 m después al situarnos en el filo del impresionante tajo Volaero, el fuerte viento que suele soplar allí, dejó sin nieve un tramo de sendero lo suficientemente amplio, como para que la mayoría optaran por volvérselos a quitar. Llegando al punto geodésico sin problemas, a pesar de que ya comenzaban a revolotear sobre la cumbre nubes que parecían venir de todas partes como si La maroma actuara de imán gigante. Aún así la ausencia de viento y una agradable temperatura hasta aquel momento, hicieron que la nieve estuviera blandita y pudiéramos caminar por la cumbre sin ninguna dificultad. Una vez hechas las fotos de rigor en tan mítico vértice geodésico de 5 m de altura. Disfrutamos de un almuerzo montañero con unas vistas de lujo sobre todo el litoral malagueño, toda la zona del embalse de la Viñuela hacia el arco Calizo Central, tajos del río Sabar y por supuesto Canillas del ceituno, semioculta tras el peñón Grande, junto con Salares y SEdella a nuestros pies. Un paisaje grandioso con el Medietraneo frente a nosotros y un inmenso ramillete de sierras a levante y poniente, donde destacaban las nieves del Torrecilla hacia el oeste y las ierras de Gador, La Contraviesa y Sierra Nevada al este, pues en esta ocasión no observamos ninguna lengua de nieve en Sierra Almijara que posiblemente se habría reducido a algun nevero por alguna ladera norte oculta desde nuestra posición.

Con unas vistas espectaculares de todas las sierras hacia levante, dejamos a nuestra espalda el vértice geodésico regresando sobre nuestros pasos, hasta el collado Lobero donde tal y como teníamos previsto, hicimos la pequeña variante circular hacia la Fuente de la tacita de Plata, donde tuvimos unas vistas privilegiadas del sendero que sin duda podría ser nuestra apuesta para una futura ascensión a La maroma desde Salares o Sedella a través de la senda de la Acequia, la cresta de las Lomas de Cuascuadra, cortijo Picaritos, cerro Cuascuadra y collado de la Cuesta Pardilla, que sin dua promete ser una ascensión espectacular, aunque de mas de 1.300 m de desnivel. Probablemente mas dura que la extenuante subida desde canillas del Aceituno, que tan sólo volvería a repetir planeando previamente un cambio de llaves en la cumbre para descender por El Robledal o la siempre recomendable área recreativa del Alcázar.

El caso es que estando en el idílico paraje de la Fuente de la Tacita de Plata, vimos como ante todo pronóstico se nos echaba encima un tenebroso frente de nubarrones negros desde el este. El mero hecho de que se fuera el sol, hizo que en cuestión de minutos el sendero por el que íbamos caminando de forma apacible sobre nieve blanda, se tranformara en algunos puntos en una pista de patinaje, que bien podría haberse convertido en una trampa mortal, a la hora de pasar junto a unas laderas empinadísimas y al filo del tajo que nos devolvió hasta el collado Lobera, donde el piolet de José Antonio “El Vigilante de la Playa” jugó un papel fundamental para quien necesitó su ayuda. Afortunadamente una vez de regreso en la senda principal hacia el cortijo del Robledal, volvimos a ganar en seguridad ya que aunque las nubes lo cubrían absolutamente, se habían quedado a muy poca distancia por encima de nosotros. Pero aún así los crampones siguieron jugando un papel fundamental para evitar correr riesgos por el tramo de zig-zags con bastante vuelo que hay entre el Salto del Caballo y el collado Rojo, a partir del cual ya caminamos sin ellos.

Gracias a los crampones y por ende, a la responsabilidad de venir bien equipados de los 12 compañeros, la ruta además de una gozada, resultó ser un ejemplo perfecto de que para hacer una cumbre nevada llevar crampones o no, no es una cuestión de elección, sino de obligación. Lo único que si nos podemos plantear es si comprarlos (precio medio entre 60 y 90 €) ó alquilarlos (precio medio fin de semana entre 6 y 10 €). Un consejo, tanto si es para alquilar y sobre todo para comprar, llevarnos una de las botas bajo la cual nos la vamos a acoplar, porque el único problema que suele plantear es que, la anchura de la puntera de la bota, sea mayor que la anchura de la puntera del crampón. Y otra cosa, que el tema de las correas sea lo mas sencillo posible y rápido de poner y quitar, mientras menos correajes, menos pérdida de tiempo.

domingo, febrero 07, 2010

Ascensión al Navachica desde Peña Escrita (Sierra Almijara)

Ascensión al Navachica (1.831 m), techo de la Sierra Almijara, desde el Parque de la Naturaleza de Peña Escrita (vertiente granadina dentro del t.m. de Almuñecar) Un buen punto de encuentro para quedar en Almuñecar siempre es l gasolinera Campsa que se encuentra en la travesía principal de Almuñecar a donde vamos a llegar sin problemas entres por donde entres. Dicha gasolinera está a la altura del recinto ferial de Almuñecar y si se llega con tiempo, a unos 200 m. de la gasolinera, en la misma avenida, pero en la acera de enfrente dirección Almería hay un Bar/Hostal donde se puede desayunar de maravilla. Las 9 puede ser una hora èrfecta para quedar y para evitar cualquier tipo de dudas la mencionada gasolinera CAMPSA se encuentra entre los puntos kilómetricos 314 y 315 de la N-340, antigua carretera que atraviesa el pueblo de Almuñecar y que está también junto a la rotonda que da inicio la entrada de la carretera de la cabra montés de los pueblos Jete y Otivar.

Cómo llegar a Peña Escrita desde Almuñecar:
Antes de venir por primera vez a Peña Escrita, en todos los mapas que había consultado, el camino a seguir me parecía un auténtico laberinto de cruces, requiebros y ramales, que ya me llevaban a la duda y la confusión desde la misma localidad de Almuñecar. Sin embargo, nada mas lejos de la realidad. Para empezar la carretera de referencia es la mítica carretera paisajística de la Cabra Montes, que pasa por los pueblos de Jete y Otivar y que ya conocemos de todas las veces que hemos venido al paradisiaco Río Verde. Como ya hemos comentado anteriormente la rotonda de acceso a esta carretera se encuentra muy cerca de la mencionada gasolinera Campsa en el centro de Almuñecar. A unos 3 ó 4 km. de dicha rotonda, iniciada la ascensión por la carretera de la Cabra Montes, como si fuéramos para río Verde, cuando todavía no hemos dejado atrás las últimas casas y naves industriales de la periferia de Almuñecar. Nos encontramos un cartel bastante grande que nos señala Peña Escrita a la izquierda (11 km), a partir de aquí entramos en una pista asfaltada, que da acceso a las fincas de aguacates y otros frutos tropicales, denominación de origen de la Costa Tropical, atrás vamos dejando curvas cerradísimas en fuerte pendiente que a veces nos obligan a meter primera, pero la pista aunque estrechita está perfectamente asfaltada. No tardamos en pasar bajo uno de los dos viaductos, al tiempo que atravesamos el río Seco y a partir de aquí la subida ya es permanente, no serán pocos los ramales de pista que van quedando a izquierda y derecha, pero en cada uno, te viene perfectamente señalizado hacia donde continuamos dirección Peña Escrita y el número de kilómetros que nos falta por cubrir. Conforme vamos ganando altura el paisaje se nos muestra epectacular, especialmente a nuestra derecha con magníficas vistas sobre gran parte de la zona por la que discurre la carretera de la Cabra Montés, incluida la seductora Sierra de los Guajares que tanto nos llama la atención con su afilada crestería al rebasar el puerto de la Cabra Montes. Llega un momento en que llegamos a un cruce donde nos marca a la izquierda casa de la Bóveda, El Rescate, el Cerval y Peña Escrita siempre de frente por el ramal principal que poco después comienza a discurrir por una crestería, donde si no tienes la cámara a mano, te verás tentado a parar el coche y cogerla del maletero, pues ya el paisaje a ambos lado es digno de fotografiar y cuando ya nos creemos que estamos llegando, tras una curva a la derecha que rodea un saliente, nos encontramos una cadena que nos corta el paso, con su correspondiente caseta, donde se podía leer: Horario de visitas de 10.00 a 18.00 h. Precio de entrada: coches 5€, motos 2€. Eran aproximadamente las 9.45 am, nos habíamos bajado todos de los coches y algunos compañeros hasta cogieron sus mochilas totalmente decididos a dejar los coches aparcados a un lado y a seguir a pie. Pero entre que aún faltaban mas de 3km para llegar al recinto donde se encuentran los animales y este se veía a unos 200 m de desnivel, decidimos esperar hasta las 10.00 conservando las fuerzas para la ruta y ahorrándonos la siempre insulsa pista, mucho mas estando asfaltada. Pasados unos minutos de las diez llegó el hombre encargado que rápidamente se puso a cobrar los correspondientes 5€ por coche, que ya comenzaban a desfilar pista arriba, con la única consigna de que estuviéramos de vuelta antes de las 18.00 pm pero sin la mas mínima mención de pautas de conducta, ni medidas de seguridad al acercarnos a los recintos donde se encontraban los animales. Pero mira tú por donde que cuando Blackmountain mete su mochila en el maletero y nos disponemos a montarnos: Celia, Ilse y yo. Nada mas cerrar el maletero Blackmountain se da cuenta de que se ha dejado las llaves dentro de la mochila y su flamante Mercedes se ha cerrado automáticamente. Todavía quedan un par de coches por partir con los compañeros que se quedan tan atónitos como nosotros ante este despiste, que al fin y al cabo a casi todo el mundo a pasado alguna vez o ha estado a punto de pasarle. Mientras Blackmountain no paraba de maldecirse (lógica reacción), no parabamos de quitarle importancia, al tiempo que ya le pedimos a los compañeros que quedaban por allí que siguieran, mientras el resto de la carabana, ya a punto de llegar arriba del todo era totalmente ajena al incidente. Tras llamar a la Mercedes para ver si existía alguna fórmula secreta, Blackmountain, no dudo en romper el triangulito de la ventana trasera con el martillo que nos dejó el hombre de la caseta. Tan duro estaba el cristal, que tan sólo con un martillazo al mas puro estilo THOR consiguió vencer su resistencia, abierta esa puerta, se abrieron las demás y así el maletero. Dando por finalizado los 15 minutos de quimeras para encontrar una fórmula mágica sin recurrir al martillazo, que al final fue la única solución. En tiempo record cubrimos los 3 km que nos llevaron a lo mas alto de Peña Escrita donde ya nos esperaban nuestros compañeros que ya estaban al tanto del incidente, al tiempo que comentábamos la peculiaridad de aquel lugar tan recóndito y nuestro paso junto a los lobos, hipopótamos, hienas, leones, avestruces, osos, etc…Cada uno en sus recintos, lástima que la mayoría de las parcelas donde tienen ubicados a las distintas especies, se caracterizan por unas fuertes pendientes que por otro lado es la constante en Sierra Almijara, pero donde no hace falta ser biólogo para deducir que los pobres animales deben sentirse incomodísimos en esas fuertes pendientes. De hecho los que vimos en grupo, se encontraban echados en la única repisa con pequeño espacio llano, dentro de su respectiva parcela. Una pena porque si bien se ve que los animales están bien alimentados, al menos el 60/70% de las parcelas me resultaron pequeñas y totalmente inapropiadas para que los animales que se encuentran en ellas, estén cómodos.


De Peña Escrita al Navachica:

Tipo de ruta: lineal con posibilidad de doble tramo circular tanto al comienzo como a mediación de recorrido.
Dificultad: Alta, principalmente debido al desnivel y a la posible confusión de desorientación que se le puede plantear a la persona que no esté acostumbrada al manejo de mapas topográficos o al dominio del GPS en caso de optar por el tramo circular en el camino de vuelta.
Distancia proyectada: 14,78 km
Ascenso acumulado: 978 m
Altura máxima: 1.841 m
Altura mínima: 1.159 m

Antes que nada debemos avisar que una vez en la zona alta de Peña Escrita donde estacionamos los vehículos lo único que te encuentras es una panel donde te vienen marcadas varias rutas de senderismo, alrededor del parque. Pero absolutamente nada referente al Navachica, ni a ningún paraje emblemático del Parque natural Sierra Tejeda, Alhama y Almijara. Sobre Peña Escritatodo lo que queras, pero sobre lo demás búscate la vida. Sin embargo lo primero que debemos hacer es ubicarnos y localizar un camino que parta en la dirección oeste-noroeste que es la que nos lleva de Peña Escrita hacia el Navachica, rápidamente localizamos por la parte alta de la ladera que teníamos ante nosotros la pista que nos marcaba el camino a seguir y a la que se puede acceder de dos maneras:
a) Comenzando a descender por una pista que parte desde el mismo aparcamiento dirección noroeste y a los 50 m. sale un ramal de senda con un precioso cartelón de madera que nos indica “Camino del Collado de la Encina” y que nos lleva directamente a la pista que tenemos por encima de nosotros, hacia la que queremos llegar.
b) Tomando dicha pista desde su inicio, que con la mente puesta en ganar altura cuanto antes nos llevó a caminar durante unos 200 m en dirección contraria este, pasando junto a unas cabañas turísticas que quedaban a nuestra izquierda y dejando a la derecha otro recinto en fuerte pendiente donde había unos caballos que nos miraban con curiosidad, mientras rodeábamos el pequeño morrión que se encontraba a nuestro costado izquierdo tras el cual ya encontramos el inicio de la pista, encontrándonos con la agradable sorpresa de unas vistas espectaculares de Sierra Nevada al noreste, embellecida por la claridad de atmósfera bajo el sol resplandeciente y el intenso cielo azul que nos acompañó durante toda la jornada.

Unos 100 m después de iniciada la pista, cambiamos de vertiente y dejamos de ver Sierra Nevada a la derecha, para comenzar a disfrutar de las vistas sobre el Mediterráneo a la izquierda y gran parte de la línea de costa malagueña hasta el Faro de Calaburra con todas las sierras litorales y la Sierra de las Nieves dominando el horizonte hacia el oeste. 1 km después quedaban a nuestra izquierda los correspondientes hitos de piedra que nos marcaban la conexión con el sendero que mencionábamos anteriormente como opción “A” y que fue la que utilizamos a la vuelta, alegrándonos de no haberla localizado al principio para conocer y disfrutar de estas dos posibles alternativas. Aproximadamente 1,5 km mas allá, siguiendo siempre por la pedregosa pista en permanente ascensión, llegamos a una curva cerrada de la pista donde ésta comienza a descender, justo en esa curva nos encontramos con una sencilla escalera, pero bastante segura, que nos posibilita pasar al otro lado de la valla metálica que circunda el extremo norte de la finca de Peña Escrita muy fácilmente.

Una vez en el otro lado de la valla, comienza la ruta propiamente dicha y con ella el sendero que nos va a llevar hasta el Alto de los Buitres. El sendero aunque estrechito, está muy bien marcado y se abre paso decididamente entre el abundante matorral de romero, alguna que otra aulaga y típicos matorrales mediterráneos, con pequeños bosquetes de pinos y alguna que otra encina, cuya sombra agradecemos mientras nos abrimos paso dirección norte durante un buen trecho intentando buscar el ritmo apropiado de respiración para minimizar el esfuerzo. Y así llegamos al collado de la Huerta Grande, sin duda nombres que hacen referencia a lo que allí hubo en un pasado no tan lejano, donde hombre y Naturaleza vivían en perfecta armonía y simbiosis, a la antigua usanza. Unos 300 m mas allá el sendero gira bruscamente a la izquierda, dirección oeste, y comenzamos a faldear pequeñas barrancos cuya caída siempre queda a nuestra derecha, en una sucesión de cañadas y algunos tramos de muretes, que atestiguan la esmerada labor de aquellas personas que vivieron en los cortijos que ahora vemos reducidos a ruinas con sus muros de piedra a merced de las inclemencias meteorológicas. Precisamente conviene destacar que justo cuando el sendero nos lleva directamente a las ruinas de un pequeño cortijillo, del que parecen partir varios senderos poco claros, para no equivocarnos debemos tomar el que parte en dirección norte, de manera que pasamos junto a los muros dejando las ruinas a nuestra izquierda y nosotros siguiendo de frente según la trayectoria que traíamos. Con las piernas relajadas por el suave perfil de este tramo del recorrido, no tardamos en llegar a la que posiblemente sea la rampa mas dura de todo el itinerario, donde el sendero, se fusiona con un pedregal de menos de 200 m de longitud, pero con una fuerte pendiente que durante unos minutos nos pondrá a prueba la resistencia física y psicológica, pues para añadir dificultad nos encontramos con bastantes piedras sueltas, pero poco a poco, sin agobios y sobre todo con buen humor y alguna que otra broma se llega al Alto del Buitre, que en realidad es una especie de pradito, desde el cual volvemos a recuperar unas vistas magníficas hacia el este, con Sierra Nevada dominando el paisaje hacia levante.

Ni que decir tiene que aquí hicimos una parada obligada de reagrupamiento, para recuperar el resuello y tomarse un merecido descanso. Prácticamente a menos de 100 m hacia el oeste ya teníamos el mítico cordal que une el Navachica con el pico del Cielo, una vez en esta dócil y redonda crestería, retomamos ya claramente la dirección noroeste que nos llevaría a nuestro objetivo, mientras nos íbamos recreando a nuestra izquierda con cumbres míticas como el Almendrón, Almendrillo ó Torre del Almendrón, Tajos del Sol, Nido del Buitre, La Maroma, Barranco de Cazadores allí abajo. Unas vistas realmente impresionantes, mientras el sendero se difuminaba aquí y allí entre la caliza y los mármoles dolomíticos de la crestería. El trazado del sendero, suele discurrir paralelo a la crestría y a muy poca distancia de la misma, discurriendo la mayor parte del tiempo por la vertiente oeste, pero a veces también por la este, no obstante, la crestería aunque con sus canchales, es bastante dócil y se puede discurrir por ella tranquilamente sin ningún tipo de problemas, tanto es así que dado su suave perfil decidimos abandonar la senda 1 km antes de coronar el Navachica (1.831 m) a cuya cumbre llegamos literalmente cresteando los dos cerros anteriores que nos separaban de la cumbre. Donde volvimos a coincidir con un grupo de profesores de instituto de Málaga aficionados a la montaña con quienes fuimos coincidiendo y adelantándonos y cediéndonos el paso, alternativamente en distintos puntos del recorrido.

Una vez hecha la foto de rigor, dado el frío que reinaba en la cumbre, alimentado por el constante viento norte que no nos dio tregua durante el trayecto de ida y ocupado por el otro grupo de compañeros el refugio-corraleta, que se encuentra junto a la cumbre. Decidimos desandar un pequeño trayecto, acomodándonos en algún punto, aún cercano a la cumbre de la ladera sur, con unas vistas de lujo sobre el Barranco de Cazadores, que ahora quedaba a nuestros pies, disfrutando de unas vistas increíbles de todo el entorno incluido el Rif de Marruecos y después de haber visto desde la cumbre gran parte de Granada, cara norte de Sierra Almijara, cerro Cabañeros, Piedra Sillada, El Cisne, Lucero, Crestería de los Civiles, etc… Y allí nos encontrábamos los 26 compañeros que nos dimos cita aquella jornada disfrutando de nuestro almuerzo montañero en muy grata compañía sin que faltaran nuestras bromas, comentarios jocosos y grandes muestras de afectos no sólo de algunos compañeros presentes, sino de otros ausentes. Mirando la profundidad del barranco de Cazadores, me preguntaba que día haré mi ansiada ruta circular: Fuente del Esparto-Barranco de Cazadores-Navachica- crestería hasta el Pico del Cielo-Fuente del Esparto.

El Camino de regreso, como no podía ser de otra manera, lo reanudamos sobre nuestros pasos en el camino de ida, hasta llegar a las inmediaciones del Alto de los Buitres, donde ya se abandona la crestería si se decide escoger la opción totalmente lineal. Pero ya que todo había salido a pedir de boca y la continuación por la crestería, todavía dirección sur, sureste, antes de comenzar hacia el suroeste (hacia el Pico del Cielo), no sólo seguía siendo asequible, sino que la senda se presentaba cada vez mejor marcada, a lo largo de la crestería, tal y como parecía indicar el track que nos habíamos descargado con el aliciente de realizar al menos un tramo circular, seguimos delante a buen ritmo, confiados plenamente en que al llegar al lugar conocido como el Barranco del Pino, aledaño a la crestería, accederíamos al Collado de la Encinilla tal y como teníamos marcado en nuestro mapa. Sin embargo, cuando ya llevábamos un rato avanzando por la crestería y esta comenzaba a virar al suroeste, sin el mas mínimo atisbo de sendero hacia el este. Decidimos abandonarla dirección este, aprovechando la docilidad de una loma muy despejada por la que descendimos sin ninguna dificultad dirección este, hasta encontrarnos con un gran hito de piedra justo al final de la cuesta de la Encina con un sendero perfectamente marcado, pero que no era el nuestro. Por lo que tuvimos que continuar dirección este, hacia la cual sabíamos que tarde o temprano nos toparíamos con el sendero de ida, faldeando laderas entre pinares y algún que otro barranquillo nos fuimos abriendo paso entre canchales y matorral, hasta que por fin localizamos el sendero de ida unos 200 m al este, al que accedimos abriéndonos pasos por antiguas sendas de cazadores cubiertas por altísimos matorrales, cual jabatos al acecho de la jauría. Lo cual aportó ese punto de aventura translíbica, sin perder el buen humor, que hasta es de agradecer cuando se va con un grupo de tan magníficos caminantes como allí se dieron cita aquella jornada. Poco después llegábamos a la mencionada escalerilla y desde allí coser y cantar hasta los coches, tomando ahora el ramal de sendero cuyo comienzo no habíamos localizado al inicio de la jornada y llegando a así a los coches sin el menor problema, con mas de una hora de luz, que nos acompañó hasta volvernos a reunir en Almuñecar en el mismo bar en el que habíamos desayunado aquella mañana.

Desde aquí mis palabras de agradecimiento a nuestra compañera Magdalena Mayor “La Pimentonera de Águilas” por su buen hacer y a todos los compañeros que participaron en esta ruta, que una vez mas se convirtió en una inolvidable jornada montañera donde predominó, el buen humor, la camaradería, el reencuentro con viejos amigos y la oportunidad de conocer nuevos amigos, que además de magníficos caminantes también se ven muy buena gente.