lunes, mayo 31, 2010

Descenso al valle del Hoyo (Paraje natural Desfiladero de los Gaitanes)

Distancia aprox. 24 km

Desnivel aprox. 1.115 m

Punto de partida: 380 m, inicio de la pista del cortijo de Las Pilas.

Punto mas elevado: 900 m, camino del Cortijo del Madroño

Punto de mas bajo: 280 m, río Guadalhorce en el valle del Hoyo (corazón del Desfiladero de los Gaitanes)

Tiempo aprox. 7 horas (sin contar paradas).

Nivel dificultad técnica: Medio/Alto pues el descenso hasta el Valle del Hoyo bajo los tajos Ballesteros discurre por una ladera de fuerte pendiente con restos de pequeñas sendas abiertas por las cabras montesas donde las pequeñas piedrecillas sueltas hace que el terreno sea muy resbaladizo. A lo que hay que sumarle la dificultad de atravesar el río Guadalhorce, si queremos acercarnos a la zona por la que discurría el ahora cerrado Caminito del Rey.

Nivel dificultad física: Alto, pues a los 500 m del desnivel ascendido en la ida, hay que sumarle los 600 m de vuelta que son casi ininterrumpidos, sin un solo respiro desde el valle del Hoyo hasta la parte mas alta del camino del Madroño con la única sombra en todo el camino de dos pequeños cipreses junto al cortijo del Madroño.

Tipo suelo: 70% pista terriza y 30% escualidos senderos por ramblas arenosas y piedra suelta.

Tipo de recorrido: lineal, con la opción de recorrer el valle del Hoyo de forma circular, por ejemplo a la ida de desfiladero del Gaitanejo al de los Gaitanes por el caminito del Rey y la vuelta por la orilla del río, aunque no siempre resulta fácil encontrar un paso, de hecho lo mas seguro es que al final tengamos que terminar mojándonos para atravesar el río que en algunas zonas a penas rebasa la altura de las rodillas.

Mapa: 1038-I (Pantano del Chorro)

Itinerario: La ruta parte desde el antiguo camino de las Pilas, una pista terriza bien asentada que en dirección este, sale desde el margen derecho de la carretera que rodea la orilla este del embalse del Guadalhorce, unos 2 km. Antes de llegar al apeadero de Gobantes. El comienzo de esta pista es ancho y se pueden dejar los coches al principio de la misma tal y como hicimos nosotros. Desde aquí comienza un suave ascenso con vistas a la cara oeste de la sierra del Valle de Abdalajís (pico Capilla 1.186 m), mientras que a nuestra derecha tenemos el último espolón de los tajos del Cabrito o de los Cabreros, situado en el extremo oeste de Sierra Llana que durante el primer tramo de ascensión va a ir quedando a nuestra derecha.

A penas superado el primer kilómetro de ruta estamos a la altura de la salida del AVE en su trayectoria norte hacia Madrid-Córdoba, que vemos a nuestra izquierda y que tanta polémica levantó en su día con la destrucción de numerosos acuíferos en la sierra del Valle de Abdalajís, que era precisamente la mayor fuente de riqueza de esta localidad y que ahora tienen problemas de abastecimientos, silenciado por los dirigentes de la Junta de Andalucía. Mas a la derecha, hacia el noreste de la vía férrea, podemos distinguir las ruinas del cortijo del Chopo junto a una pequeña nave industrial. Éste cortijo es un posible punto de partida para acceder al pico Capilla desde el oeste, si bien su trayectoria comparte un tramo de esta misma ruta, por lo que nuestro punto de partida sería igualmente valido para ascender al pico Capilla, que preside la primera parte de esta ruta hasta mas allá del cortijo del Madroño.

Tras superar un par de empinados zig-zags de la pista pasamos junto a una pequeña cantera abandonada, que vamos a dejar a nuestra izquierda, adentrándonos ahora en una llanura que se ha utilizado para plantar cereal en el margen izquierdo del camino, mientras que en el margen derecho abundan matorrales como el romero, matagallos, aulagas y sabinas cada vez mas frecuente y de mayor porte conforme vamos abanzando. Superado el segundo kilómetro de ruta nos vamos a encontrar con el primero de los dos ramales de pista que nos llevarían hacia el puerto de Ramos. En el primer desvío un cartel tallado en madera oscura reza “Despegue de Poniente” y es que no hay que olvidar que el valle de Abdalajís es la capital del parapente y ala delta. Pero nosotros seguiremos de frente siempre por la pista principal, en dirección sureste. El siguiente desvío a la derecha, en suroeste es el que nos lleva hacia Sierra Llana, por lo que hasta este punto la descripción coincide con la ruta de Sierra Llana y el torcalillo de los tajos Ballesteros. Pero nosotros seguiremos caminando entre campos de cultivo con vallas a ambos lados del camino hasta que llegamos a un cruce en forma de “T”. Es el momento de girar a la derecha dirección suroeste que a partir de ahora será nuestra dirección predominante hasta descender al valle del Hoyo con el sol de frente.

Estamos en el denominado camino del Madroño, hasta el cruce donde comienza se puede llegar con un turismo pues la pista está perfectamente asentada. Sin embarga a partir de aquí, aunque la pista comienza a ascender de forma suave, unos 500 m después, la pendiente se hace muy fuerte, describiendo suaves zig-zags, pero donde predominan las pequeñas piedrecillas que hacen de la pista un lugar muy resbaladizo, según que zona de vayas pisando, especialmente donde las aguas torrenciales han comenzado a formar marcar las primeras huellas de lo que podrían ser torrenteras en un futuro. A pesar de que a lo largo de todo el camino del Madroño se ha construido una pequeña canaleta con sus zanjas paralelas al camino e incluso en la zona mas alta algunas presas rudimentarias como las que se pueden ver camino del Torrecilla cuando superamos el puerto de Pilones. La parte mas dura de la cuesta es la que se encuentra a la altura del tajo de las Zorreras que llevamos a nuestra derecha, pero cuando llegamos a un paso con barrera, que superamos sin dificultad, a partir de ahí la pendiente se suaviza y ya nos quieda menos de un kilómetro para llegar a la zona mas alta del camino por el que vamos. Al llegar a este paso con barrera, de seguir por el camino que gira a la izquierda en menos de 2 km llegamos al cortijo Campano, situado en una idílica Pradera cercana al puerto del Rosalejo con el impresionante telón de fondo del Huma y el pico Capilla tal y como describimos en la ruta de la Estación de Gobantes al valle de Abdalajís.

Una vez rebasado el paso con barrera, junto al cual nos encontramos una baliza que nos señala la ruta 4 en bicicleta por el Valle de Abdalajís y otra señal de prohibido el paso a vehículos motorizados no autorizados, la pendiente comienza a suavizarse, contemplando a nuestra izquierda varios diques que a modo de pequeños muretes rudimentarioshan sido colocados por Medio Ambiente, para frenar el efecto erosivo de las aguas torrenciales. La parte final de la cuesta, atraviesa una zona de dóciles prados a ambos lados del camino que inspiran esa gran sensación de paz de los caminos poco transitados, a nuestra espalda aún podemos ver el pico Capilla, a la izquierda la cara oeste del monte Huma y a la derecha los tajos Ballesteros, que ya nos van a acompañar por nuestro flanco derecho hasta lo mas profundo del valle del Hoyo. Al poco de empezar la cuesta abajo que coincide con los dos últimos kilómetros del camino del Madroño y que viene a morir junto al cortijo del mismo nombre, ya vemos en dirección suroeste, un amplio sector de la campiña de Ardales, Teba y Campillo con la sierra Ortegicar al fondo, parte del embalse del conde del Guadalhorce y mas abajo, la parte alta de los tajos del Almorchón y el pico del Convento, que desde esta posición a penas parece un pequeño espolón rocoso, que a penas destaca por encima de los tajos, todo esto por debajo de nosotros y tenemos que situarnos al pie de los tajos, con lo cual empezamos a adquirir conciencia del gran desnivel que nos queda de bajada y posteriormente de subida. Como comentábamos la dócil pista acaba junto al cortijo del Madroño que a juzgar por su aspecto exterior está recientemente reformable y en perfecto estado. Justo frente al cortijo existen un par de jóvenes cipreses que nos invitan a hacer una parada de rigor en los únicos metros cuadrados de sombra que nos vamos a encontrar en el largo recorrido hasta el fondo del valle.

De la parte sur de la cortijo sale un camino esbozado, que se abre paso por un bucólico prado, un hilillo de agua atraviesa el camino, procedente de un abrevadero a 50 m de distancia, alimentado por un cercano nacimiento que Chukie localizó en el camino de vuelta y que resultó tan oportuno como salvador, para la mayoría de compañeros/as que ya llegábamos exhaustos y sin agua, tras superar el tramo mas duro de ascensión bajo un sol de justicia, con mas de 30º y sin una sola sombra en todo el camino, con algunas rampas superiores al 30% de desnivel. Unos 200 m. mas allá del cortijo del Madroño, justo donde acaba la pradera al pie de los tajos se encuentran las ruinas del cortijo del Manco que vamos a dejar a nuestra derecha, para superar una pequeña alambrada, que por cierto, es la única en todo el camino. Hasta aquí llevamos recorrido unos 8 km, que se pueden hacer fácilmente en hora y media, por discurrir en su totalidad por una pista cuya longitud podemos simplificar si nos adentramos con el coche. No obstante, hacerla entera es un buen ejercicio de calentamiento para lo que nos espera a continuación, en cualquier caso se puede decir que hasta el cortijo del Manco, finaliza la 1ª parte de nuestra ruta que podríamos calificar como fase de aproximación.

Una vez superada la vieja alambrada junto a las ruinas del cortijo del Manco, se puede decir que comienza el descenso de verdad, sobre todo la comodidad de la pista, sin embargo esto es lo que de verdad nos gusta. El descenso se convierte en una especie de yinkana a modo de slalom gigante esquivando grandes ejemplares de retama, palmitos, sabinas, matagallo, majuelos y otros matorrales de espino, que en casi todo momento podemos esquivar sin problemas, tal y como caminamos por la senda que en su día utilizaron las personas que vivieron y trabajaron al amparo de un pequeño cortijillo del que ya a penas quedan unas ruinas y una era unos 100 m mas para abajo. Con el paso del tiempo el sendero ha quedado muy perdido y a tan sólo el paso en hilera de rebaños de cabras montesas y antiguamente el pastoreo por la zona, ha sido el que nos permite reconocer siempre algún esbozo de senderito que nos permite seguir descendiendo en todo momento. En cualquier caso hay una referencia muy clara, a nuestra izquierda llevamos una cañada cada vez mas profunda y a la derecha la base de los tajos, pues bien, en caso de dudas, siempre nos mantendremos mas cercanos a la base de los tajos ballesteros que llevamos a nuestra derecha, sobre todo en dos momentos del descenso en los que seguir bajando parece imposible porque nos da la impresión que llegamos al filo de un saliente donde ya tenemos un cortado ante nosotros. Pero sólo solo es una sensación, fruto de la fuerte pendiente escalonada por la que vamos descendiendo, haciendo mas cómodo nuestro descenso conforme nos mantenemos mas cerca de la base de los tajos, en cualquier caso, tanteen el descenso, como posteriormente en la subida por la misma zona, nos resultará mucho mas fácil y menos peligroso caminar en zig-zag que no hacerlo de forma directa, ya que en este caso resbalaríamos con gran facilidad. La fuerte pendiente requiere tomarse con calma tanto el descenso como la posterior ascensión, por lo que de vez en cuando es altamente recomendable hacer una paradita, conforme vamos ganando cada vez mayores perspectivas del valle del Hoyo a nuestros pies, incluidos algunos tramos del mítico caminito del Rey, los tajos y montañas colindantes y por supuesto la grandiosidad de los tajos ballesteros que nos hacen sentir como hormiguitas a sus pies, mientras que bandadas de chovas piquirojas y algún que otro buitre nos contemplan con curiosidad, sobrevolando la zona con majestuosidad aprovechando las corrientes térmicas de los tajos. En el tramo final del descenso la pendiente al pie de los tajos se hace vertical, por lo que tenemos que desviarnos un poco mas hacia la izquierda, es decir, hacia la cañada que mencionábamos anteriormente. Con el fondo del valle y la entrada del desfiladero del Gaitanejo cada vez mas cercano, nuestra referencia va a ser el puentecito colgante que sale del caminito del Rey hacia el lado del desfiladero donde ahora nos encontramos, haciendo zig-zags, nos pondremos a la altura del puente, coincidiendo con lo que llemaban el Polvorín, una pequeña cantera de la que echaron mano en su día para contruir parte del trazado de la vía férrea y algunos tramos del caminito del Rey, al que vamos a llegar, inmediatamente después de cruzar la vía del tren por el angosto puente de hormigón, de a penas un metro de ancho y sin barandillas, que salva un abismo de mas de 30 m hasta el río Guadalhorce que encajonado entre gigantescas paredes de caliza hace su entrada en el valle del Hoyo. Una vez en el caminito del Rey, hacia la derecha nos adentraríamos en el desfiladero del Gaitanejo, con varios tramos rotos y sin barandillas que debemos descartar y unos 20 m a la izquierda, es decir, en dirección al valle del Hoyo, el camino colgante tiene otro tramo roto. Sin embargo, unos 10 m a nuestra izquierda, mientras avanzamos en paralelo a la acequia que acompaña al caminito del Rey, nos encontramos con un oportuno sendero, abierto por escaladores, que rodea el último tramo de pared rocosa, de donde cuelga el último tramo del caminito del Rey que se encuentra roto, justo antes de discurrir por tierra firme, faldeando el valle, sin el peligro de reunirte con tus antepasados al mínimo tropezon.

Este sendero alternativo remonta el lateral de la peña que vamos rodeando, por una bonita zona de umbría a los pies de los tajos del Almorchón que llevamos a nuestra derecha, hasta situarnos junto a una antigua torreta de electricidad tras remontar una corta pero fuerte pendiente de unos 25m de desnivel, que tenemos que volver a descender zig-zagueando con bastante vegetación hasta situarnos en el tramo del caminito del Rey que discurre por tierra firme faldeando el Valle del Hoyo de manera que en todo momento llevamos la abandonada acequia a nuestra derecha y unos 30 ó 40 m por debajo de nuestro nivel el río Guadalhorce, del que nos separa un impenetrable bosque de rivera que vemos enmarcado entre los pinos que tiñen de verde oscuro esta ladera del valle, desde la que vamos disfrutando de espectaculares panorámicas del Desfiladero de los Gaitanes a cuya entrada nos vamos acercando poco a poco con el peñón del Cristo a la derecha y los tajos del Estudiante horadados por la vía del tren a la izquierda y echando la vista atrás el desfiladero del Gaitanejo, formado por los tajos del Almorchón y los tajos Ballesteros. Un paisaje grandioso presidido por el monte Huma al norte que nos hace sentir como auténticos privilegiados, por encontrarnos en uno de los parajes mas inaccesibles de la provincia. Ya que en teoría el único acceso conocido era por el caminito del Rey, cuyas entradas están cortadas por ambos extremos, quedando sólo al alcance de alpinistas con un alto factor de riesgo ó bien a través de la vía del tren, cuyo acceso está fuertemente penalizado desde los atentados del 11-M. Aunque la acequia que tenemos a nuestra derecha se encuentra seca y muy descuidada en la mayor parte de su trazado, este tramo del caminito del Rey de unos 2,5 km que discurre por el valle del Hoyo, nos brinda una sombra y un frescor que revitalizan nuestros músculos tras la larga caminata. Justo antes de llegar a la vertiginosa cornisa por la que nos adentraríamos en el Desfiladero de los Gaitanes, dejamos una cueva a nuestra derecha con mas de dos palmos de agua sobre el suelo, que mas bien parece un profundo túnel inundado. La entrada al Desfiladero de los Gaitanes también está cortada, pero podemos llegar justo a su inicio, con bastante precaución ya que la escalofriante caída hacia la izquierda es de mas de 80 m en vertical.

Poco después de la mitad del recorrido de este tramo del caminito del Rey que faaldea la vertiente sur del valle del Hoyo, nos encontramos con un sendero que se dirige hacia el cortijo del Hoyo, deshabitado en la actualidad, pero junto al cual todavía existe un huerto con naranjos. Hechas las fotos de rigor en la entrada del Desfiladero de los gaitanes, por donde ya era literalmente imposible continuar, desandamos unos 50 m, para descender hasta el río Guadalhorce, por un sinuoso sendero, bastante resbaladizo, pero sin la peligrosidad de tramos con vuelos, en todo caso algún que otro terraplen arenoso, que en poco mas de 5 minutos descendiendo cuidadosamente, nos dejó en la orilla del Guadalhorce, haciéndonos la correspondiente foto de grupo, porque en esta ruta la cumbre está en el valle.

Como no queríamos repetir el último trayecto que nos había traído hasta aquí, cruzando el angosto puente de hormigón frente al Polvorín, calcando el mismo trazado por el caminito del Rey. Decidimos avanzar por la orilla del Guadalhorce, pasando junto al cortijo del Hoyo y su abandonado huerto, a veces por la orilla, otras veces algo mas adentro según nos cortaba el paso la abundante y cerrada vegetación de ribera, hasta que encontramos un vado relativamente asequible para atravesar las aguas del Guadalhorce por donde el agua llegaba poco mas arriba de las rodillas. Aprovechando la oportunidad de refrescarnos antes de encarar la ascensión definitiva, sin duda alguna, el peaje a pagar para acceder a este privilegiado paraje tan impresionante como inasequible. Varias son las sendas que nos llevan hasta la vía del tren, nosotros cogimos la que se dirige hacia el puente verde de hierro, nada mas cruzar la vía, dejando el puente a nuestra izquierda y en todo momento fuera de los márgenes de la vía, llegamos a un túnel de unos 200 m de longitud, que no hace falta atravesar, porque a través de un sendero podemos pasar por encima del mismo y de hecho una vez en el otro lado del túnel, ya a la altura del Polvorín, a donde vinimos a salir tras el descenso, calcamos la ascensión sobre el track del GPS. Como a cámara lenta y sin a penas agua potable, encaramos la que seguramente recordaremos como la ascensión mas dura del año por la tremenda calor que nos hizo ese día, la resbaladiza ladera y un sintomático silencio sepulcral de cada compañero, siendo prácticamente el único sonido el de los bastones y las botas sobre las piedras sueltas que rodaban hacia abajo, cada pocos metros, algún que otro resbalón y el compás de la respiración, con la boca reseca y la cabeza fantaseando con una jarra gigante de cerveza en el primer bar que nos encontremos en el camino de vuelta una vez en los coches. Al mismo tiempo te das cuenta de que por mucho que a uno le guste la montaña, a las puertas del mes de junio, hay que descartar grandes rutas montañeras o con fuerte desnivel, para redescubrir el encanto de las rutas acuáticas, los valles, las laderas norte, zonas de costa por acantilados, las rutas nocturnas, travesías de alta montaña que se mantengan por encima de los 2.000 m donde el aire fresco compense las largas horas a pleno sol y naturalmente todo aquel que se lo pueda permitir una buena escapada a Pirineos, picos de Europa, Alpes, Himalaya o hasta donde llegue el bolsillo de cada cual, que si te lo puedes permitir pocas inversiones hay mejores en esta vida que el viajar y mientras mas lejos mejor.

Fecha de realización: sábado 29 de mayo de 2010

Participantes: Ana Mª Jurado y Gabriel del Coronil (Sevilla), Celia, la Hechicera du Sao Paulo de Ojén, Juan Antonio Mena “El Elfo”, Vicky Beltrán “La Botánica”, Eduardo Campos “El Profeta del tajo Gómer”, Miguel “El Hombre que sabía demasiado”, Patri “La Chica que miraba las estrellas” de Málaga capital, un Chukie totalmente recuperado para el Mundial de Sudáfrica 2010 y un humilde servidor, Juan Ignacio Amador, que suscribe esta crónica desde Fuengirola. Un total de diez amigos, buen número para adentrarse en una ruta exploratoria sin mas referencia para acceder al valle del Hoyo que un mapa topográfico sin constancia de ningún camino señalado y la empinada ladera a los pies de los tajos Ballesteros que hasta ese día sólo habíamos contemplado desde el mirador de las Buitreras del Almorchón cada vez que subíamos al pico del Convento o recorríamos la zona alta de los tajos del Almorchón, como en la última edición del Jurásico con espectaculares vistas sobre el valle del Hoyo, que desde que cerraran los dos accesos al caminito del Rey tras el verano de 2000 se ha convertido en un lugar prácticamente inaccesible, una vez descartado el acceso por la vía del tren desde El Chorro totalmente prohibido en la actualidad.

No hay comentarios :

Publicar un comentario