sábado, noviembre 17, 2012

Ruta circular Pujerra-Bentomí

Ruta circular: Pujerra-Bentomí
Entorno: Valle del Genal
Pueblos de referencia: Pujerra
Hora y Punto de encuentro: 10.00 am
Cómo llegar al punto de encuentro: Tomando como referencia la carretera Ronda-San Pedro A-376, unos 11 km mas allá de Ronda, inmediatamente después de dejar atrás la venta El RINCÓN TAURINO, veremos el desvío hacia Igualeja desde donde continuamos hasta Pujerra.
Si venimos desde la Costa, hay que tomar la carretera de San Pedro hacia Ronda y en las inmediaciones del puerto del Madroño, tomar el desvío que nos indica a Pujerra, se trata de una carretera tipo “Jeeper´s  Creeper”, de paisajes preciosos, que se asfaltó para la cooperativa de castañas, por donde pasaremos poco antes de llegar a Pujerra..
Distancia aprox: 9 km
Desnivel acumulado aprox: 400 m.
Duración aprox: 5-6 horas (quien lo desee, puede finalizar la ruta en mucho menos tiempo, pero hemos estimado unas 5-6 horas, porque el planteamiento es hacerla muy tranquilos, en plan reportaje fotográfico, charla distendida, disfrutando del paisaje y sobre todo SIN PRISAS).
Tipo de ruta: circular
Dificultad: MEDIA
Mapa: IGN, Igualeja 1.065-I ó Valle del Genal, guía del excursionista de Rafa Flores (Edit. La Serranía)
Fecha de realización: miércoles 14-Noviembre-2012
Participantes: Desde Alcalá del Valle (Cádiz) vivieron: Mónica “La Princesa de la Patagonia” y su amiga Mª José. Desde Ronda: Pedro Aguayo “El Vietnamita del río Genal” y desde distintos puntos de la Costa del Sol: Pepe Guerrero “El Maestro Geobotánico”, Eduardo “El Profe” y un servidor Juan Ignacio Amador.
Bibliografía: Valle del Genal, guía del excursionista de Rafa Flores (Edit. La Serranía), Ruta 23: Pujerra-Bentomí.
Pujerra está situada a 769 msnm. sobre la cara norte de una loma que pertenece al cordal que va desde Sierra Bermeja hacia el puerto del Madroño, desde donde parte una angosta, pero preciosa carretera paisajística, que primero entre pinos y después entre castaños, nos lleva a través de 14 km de curvas, hasta esta localidad, desde donde obtenemos unas vistas privilegiadas del Havaral, con la típica postal de Cartajima y Cancho Armola al norte. La superficie de tu t.m. es de 24,3 km2, la temperatura media anual: 13,5 ºC y la media total de precipitaciones por año es de  unos 1.100 l/m2. Por la vertiente sur del cordal sobre el que se asientan, se encuentran las cabeceras de los ríos: el Guadalmina, Guadalmansa ó el Guadaiza.
En Pujerra aparecieron incrustados, según Vázquez Otero, en algunas fachadas unos ladrillos tardorromanos, conocidos en el mundo de la Arqueología como "brácaris" por la inscripción que presentan, en los cuales se representa un crismón flanqueado por el alfa y el ómega. Esa simbología es netamente cristiana y hace referencia a la frase evangélica de Cristo: EGO SUM ALPHA ET OMEGA, es decir " Yo soy el principio y el fin". De tiempos de dominio islámico sí quedan vestigios. Aunque el nombre de Pujerra no sea de etimología árabe, sí lo es en cambio el del cortijo de Bentomí, donde hubo un pueblo de época islámica del que hay documentación que data de la época de la reconquista cristiana y se llamaba Benatamín. Fue anejo de la parroquia de Sta. María de Cenay en el primer reparto parroquial de la comarca, que se efectuó en 1505, y de ella dependían Benatamín, Xalas, otro poblado cercano, Igualeja y Parauta.
Al  igual que en la mayoría de los pueblos del valle del Genal, esta población es de origen árabe, ya que se suelen mantener patrones muy similares. Las calles del pueblo son estrechas y empinadas, de trazado sumamente irregular. Muchas viviendas son de mampostería con fachada encalada y teja árabe. En algunas, se ven incrustados unos ladrillos con el monograma de Cristo, compuesto con letras griegas (iniciales del nombre Yesous Christos) que marcaban las sepulturas de los cristianos y cuya fecha corresponde al siglo II de nuestra era.
La estructura urbana de Pujerra es la de un conglomerado de calles muy tortuosas que presentan cierta intención de conducir hacia una plaza central en la que se ubica la iglesia. A este núcleo central de población, que es un círculo casi perfecto, le han surgido dos prolongaciones más recientes, una a orillas de la carretera que conduce a Igualeja y Ronda, y otra al borde de la pista forestal que lleva hacia Jubrique por la cordillera de Sierra Bermeja. La zona central es la más antigua e interesante, porque conserva todo el sabor morisco. En la plaza se pueden ver algunas casas de corte dieciochesco, aunque bastante humildes.
En la actualidad Pujerra es un pueblo relativamente próspero gracias a su excelente producción de castañas, y casi todos sus vecinos tienen pequeñas parcelas de castaños, por lo que se sustentan con suficiente autonomía, aunque su producción se basa también en las bellotas, trigo, cebada, maiz, frutas y hortalizas, si bien en pequeñas cantidades; por otra parte destaca la cría del ganado vacuno, cabrío y porcino; caza de conejos, cabras monteses, zorras, y pesca en abundancia. En su término se encuentra también una mina de cobre llamada la Cibeles, cuya propiedad pertenece a una sociedad de varios vecinos de Estepona. Celebran sus fiestas patronales el día San Antonio, 13 de junio, siendo las primera de la temporada estival congregando gente de los pueblos vecinos.
Descripción de la ruta: una vez en la Fuente de Hiladero, como punto de encuentro donde habíamos quedado. Tomamos la empinada calle que desde allí parte hacia arriba, llevándonos en unos instantes a la “P-30” (carretera de circunvalación de Pujerra, que tomaremos a la derecha, (SUROESTE), estando atentos unos 200 m mas allá al inicio de un ramal de pista, asfaltada en sus inicios, que se adentra en el castañar, se trata de la antigua vereda Pujerra-Estepona, cuyas rampas iniciales son de cierta dureza, pero pronto comenzará a suavizarse la pendiente.
Desde un principio nos vamos embriagando con la magia del castañar que nos rodea, en muchos casos enormes troncos centenarios, que se prestan a ser fotografiados, mientras tratamos de buscar el equilibro de luz, entre las sombras y los rayos de sol que se filtran por las copas de los árboles, multiplicando el tono de amarillos y dorados si nos encontramos en el apogeo de la primavera de cobre, tal y como era nuestro caso. Aunque como bien saben los amantes de la fotografía si bien los cielos azules, siempre resultan atractivos, para recoger con mayor fidelidad el color de las hojas, erizos de castaño y en general toda la vegetación que nos rodea, en los días nublados las luces se amortiguan mucho mejor y los colores que capturamos con las cámaras son mucho mas fieles a la realidad que perciben nuestros ojos, sin las estridencias de esos contrastes sol y sombra. 
No obstante, la espectacularidad del paisaje que nos rodea es tal, que hasta la persona menos habilidosa con la cámara, conseguirá sacar una bonita postal en cada recodo el camino.
En los primeros compases de nuestro recorrido, podremos divisar algunas casas de Igualeja, ubicada en el fondo del angosto valle donde se encuentra, al noreste de nuestra posición. Varias casas de aperos, en su mayoría construidas para la recolección de la castaña irán quedando a uno y otro lado de nuestro camino, encontrándonos a veces con ramales que salen a derecha e izquierda, pero nuestro camino discurre, claramente por el principal, que mantiene una trayectoria, predominantemente sureste, en todo momento vamos ascendiendo, suavemente, conforme nos vamos dejando Pujerra atrás, las fincas de castaño, van quedando exclusivamente a nuestra izquierda, mientras que a la derecha comienzan a predominar especies como encinas y alcornoques. Hasta que, superados ya los primeros tres kilómetros de ruta, pasamos bajo los cables de alta tensión que forman parte del famoso tendido eléctrico que comunica Francia con África, llegando poco después a un triple cruce, donde debemos tomar el ramal de la izquierda.
A través de este ramal de la izquierda, volvemos a introducirnos de lleno en un castañar, iniciando una suave ascensión, por donde nos adentramos en una preciosa umbría, llegando poco después a otro cruce, donde volvemos a girar a la izquierda (NORTE), que distinguiremos fácilmente porque discurre por lo alto de una loma. 
A cada paso el Maestro Pepe Guerrero y su aventajo alumno: Pedro Aguayo, nos deleitan con sus conocimeintos sobre botánica y mas concretameente sobre la gran variedad de setas que nos vamos encontranddo, llegando a hacerse una degustación se setas crudas, y recibiendo una auténtica lección sobre el tema. en cuestión. 
A penas, unos minutos después, cuando no faltaría mucho para volver a pasar por debajo los cables de alta (cosa que no llegamos a hacer), vemos que a nuestra derecha salen dos caminos, cuyos inicios, ambos con cadenas, están muy próximos entre sí, debemos tomar el primero de los dos, tal y como hemos llegado. En su día se distinguía fácilmente este camino, porque en sus márgenes había unos hierros hendidos en unos mazacotes de hormigón, actualmente cubiertos. 
No obstante, reconoceremos fácilmente, que estamos en el camino correcto, porque emprendemos un pronunciado descenso, desde el que comenzamos a tener vistas del inconfundible cerro Cascajares al noreste, con la carretera San Pedro-Ronda a media ladera, mientras que nos aproximamos a la oscura cañada de Las Escabezás, que a lo largo del descenso nos va acompañando a la derecha, junto con pequeños montículos de leña apilada y casitas de apero, en la loma que llevamos a la izquierda y que rodeadas de castaño, nos trasladan a paisajes de cuento, tipo “Hansel y Gretel”.
LLega un momento en que la pista por la que vamos, comienza a girar decididamente hacia el OESTE, alejándonos momentáneamente del arroyo de Las Escabezás y acercándonos a la carretera MA-527 Pujerra-Igualeja, a la que accedemos después de pasar una berja que siempre dejaremos cerrada tras nuestro paso.
En este punto, nuestras compañeras Mónica y Mª Jesús, tomaron hacia la izquierdaa dirección Pujerra, ya que tenían que regresar pronto a Alcalá del Valle, no sin antes despedirse encantadas con la ruta y agradecidas por la magnífica lección de setas que nos dio el maestro geobotánico: Pepe Guerrero, degustación de setas crudas incluidas. 
Mientras que los otros cuatro compañeros, tal y como estaba previsto, tomamos por la carretera a la derecha, dirección Igualeja, llegando en poco mas de 15 minutos la idílica ubicación de la ermita de San Antonio, en el margen derecha de la carretera, según el sentido de nuestra marcha, (imagen de abajo).
Mientras que a la izquierda queda la piscina municipal. 
Desde ambos lugares se obtienen bonitas vistas hacia Pujerra, que desde esta perspectiva nos regala una bonita postal con el peñón de Benadalid al fondo.
Ni que decir tiene, que como era una hora propicia y tras la entretenida y muy paisajhística caminata, estaba mas que justificado disfrutar de un buen almuerzo montañero, aprovechando la comodidad de las mesas que se encuentran en el áarea recreativa de la ermita, que también cuenta con apartamentos rurales, un pequeño sendero circular por sus alrededores y el ya clásico panel de aves mas frecuentes por esa zona de la Serranía,
del que el Maestro Don José, se lamentaba antepusieran el nombre en inglés de las distintas especies al nombre científico (que no aparecía), o al no dar una escala comparativa del tamaño de los pájaros entre sí, apareciendo en las fotos una curruca o un petirrojo, mas grandes en la foto que el águila calzada (por poner un ejemplo).
Una vez finalizado el almuerzo, en el que no faltaron interesantes propuestas sobre nuevas modalidades de rutas, volvimos a retomar la carretera, con dirección Igualeja, es decir tal y como salíamos del área recreativa de la Ermita a la derecha, llegando unos 400 m después a un cortijo, que se encuentra en el margen derecho y que viene a coincidir con la ubicación exacta del antiguo poblado morisco de Bentomí, donde tras pedir permiso, entramos a hacer una curiosa inspección, encontrándonos con algunos frutales curiosos como un “níspero nipón” o una higuera que daba unos higos que eran auténticos caramelos, el lugar irradiaba ese magnetismo especial, propio de antiguas poblaciones cuya ubicación, no fue escogida precisamente al azar, como vestigio de aquella época queda el esqueleto de un tremendo castaño, 
cuyos años de juventud, probablemente coincidieron con los últimos años de ocupación musulmana.
Una vez finalizada la pequeñaa exploración en el poblado de Bentomí, retomamos la carretera en dirección Igualeja, llegando unos 100 m después a un cruce, con lo que no hace tanto era una pista, actualmente, angosta carretera asfaltada, que nos señala dirección Juzcar, por donde vamos a tomar, hasta que unos 200 m mas allá, justo al llegar a la altura de una pequeña cortijada con perros, pequeños pero muy ruidosos, en el margen derecho de la carretera, justo a nuestra izquierda, sale una vereda, por la que nos adentramos en un bosque de encinas y alcornoques, manteniéndose paralela a una hilera de postes de hierro, instalados para la colocación de una valla metálica que de momento no se ha instalado, llegando nosotros a una valla con cerrojo, pero sin candado, con el ya clásico cartelito del: “CIERRE AL PASAR-CLOSE BEHIND YOU”. 
En un palmo de terreno vamos a vadear los arroyos de Las Escabezás y a renglón seguido el de Las Pasás, que unos metros mas abajo se unen para formar el arroyo Bolage, tributario del Alto Genal.
Esta zona, del vadeo de los arroyos, coincide con un corto tramo en el que caminamos por la mencionada carretera que va hacia Júzcar, estando muy atentos a los muros de contención que tiene esta carretera a su izquierda, para evitar desprendimientos. Ya que de no haber sido por Pedro Aguayo “El Vietnamita del genal”, nos habría pasado desapercibido, el minúsculo, pero bien marcado sendero, que parte justo desde la parte de atrás del muro, justo donde el primer tramo de pared finaliza y que en suave ascensión nos vuelve a adentrar en un espectacular castañar, 
donde nos encontramos con la mayor concentración de ejemplares centenarios, viniendo a desembocar un kilómetro mas allá en el popular mirador de La Cruz, que curiosamente se encuentra en la parte mas baja del pueblo, pero aún así nos permite disfrutar de una de las postales mas clásicas del Alto Genal, repleto de castaños con la Sierra del Oreganal al fondo, a cuya falda se encuentra Cartajima, con el Cancho Armola, marcándonos el NORTE.



























miércoles, noviembre 14, 2012

Ruta familiar-otoñal: Parauta-Igualeja-Parauta


Ruta familiar-otoñal: Parauta-Igualeja-Parauta
Entorno: Valle del Genal
Pueblos de referencia: Parauta-Igualeja
Punto de encuentro recomendado: explanada del cementerio a la entrada del pueblo.
Cómo llegar al punto de encuentro: Tomando como referencia la carretera Ronda-San Pedro A-376, unos 10 km mas allá de o antes de llegar Ronda (depende en que sentido vayamos), en las inmediaciones de la antigua venta El RINCÓN TAURINO, que ahora tiene otro nombre junto a una amplia explanada junto a una gasolinera, veremos el desvío hacia Parauta-Cartajima, que debemos tomar y poco después inmediatamente a la izquierda dirección Parauta, no tiene pérdida.
Longitud del recorrido: Longitud del recorrido:+/-10 km
Desnivel acumulado aprox: 450 m.
Duración aprox: 6-7 horas
Tipo de ruta: lineal con tramo circular
Dificultad: BAJA
Material: Botas, impermeable, ropa de abrigo, comida y bebida suficiente para echar el día.
Mapa y bibliografía de referencia: Valle del Genal, guía del excursionista, por rafa Flores (Edit. La Serranía)
Fecha de realización: domingo, 11 de noviembre de 2012. A pesar de los pronósticos de lluvia, desafiamos la meteorología que nos respetó en el tramo de ida, regalándonos algunos momentos incluso con sol. Pero a la vuelta nos cayó un breve pero intenso chaparrón, cuando iniciábamos el descenso hacia el arroyo de Los Granaos.
Participantes: desde Sevilla vino: Paco Maravillas. Desde Villaluenga del Rosario vinieron: Juanjo y su hijo Pablo. Desde Ardales: Juan con un matrimonio amigo suyo de Cártama. Ronda: Isa con sus dos hijos: Dani y Raul. Y desde distintos puntos de la Costa del Sol: El Doctor Leal con Auro, la Psicoanalista. Paco Jaime “El sabio de Hortaleza” con la Rosa de Los Boliches. La imparable Rosa “la matriarca” con su hijo Rusik, su Paco Maravillas, Paco la Ardilla Voladora y el resto del séquito. Además de María “la ninfa do río Verdugo”, Nacho “El Demonio de Timanfaya”, su amigo Juanjo “El Maestro de Esgrima” y un servidor: Juan Ignacio Amador.
Antes de la ruta:
Un cielo completamente encapotado y una lluvia que por momentos hacía trabajar a conciencia los limpiaparabrisas, le hizo pensar a mas de uno/a aquello de: “¿a dónde coño vamos en un día como hoy?”. Todavía lloviznaba cuando paramos para desayunar en la antigua venta el RINCÓN TAURINO. Al salir de la venta ya no llovía y en el corto tramo hasta Parauta, el cielo se abría parcialmente, multiplicándo las mil y una tonalidades de la primavera de cobre que ya veíamos en el fondo del valle, mientras nos frotábamos las manos, pensando en la maravillosa caminata que estábamos a punto de iniciar. Mientras esperamos los últimos coches por llegar, aprovechamos para fotografiar la entrada del pueblo, con los primeros castaños dorados ya junto a la carretera, ante la imponente presencia del Cancho Armola, el centinela del Alto Genal, con su cumbre cubierta de nubes, tal y como permanecería la mayor parte de la jornada.
Una vez reunidos todos, ronda de presentaciones y una breve presentación con algunas pinceladas sobre Parauta, recordando aquello de que nos encontrábamos en el Havaral, denominación de los lugareños para referirse al Alto Genal. Y concretamente de Parauta, recordar que está situada en la vertiente sur de la Sierra del Oreganal. Su término municipal se adentra en el Parque Natural de la Sierra de Las Nieves, declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera, por su gran valor ecológico, abarcando hasta mas allá del cerro Alcojona cuya ladera norte alberga un magnífico pinsapar o la Nava de San Luis. El paisaje ofrece un fuerte contraste entre los grises cerros en los que las rocas se asoman bajo un escaso manto vegetal y las colinas cubiertas de pinos, castaños, encinares y olivos que se abren al Valle del Genal.
Pueblo blanco que guarda en su trazado la memoria de su pasado andalusí, calles estrechas, empinadas, conservando buena parte de sus calles empedradas, con casas de fachadas encaladas y rematadas por una cubierta de teja árabe. Entre sus calles se encuentran dos plazas y tres fuentes. Especial mención merecen el arco de entrada a la calle Altillo y su iglesia. No obstante, ante la inestabilidad meteorológica y aprovechando la momentánea ventana de buen tiempo, una vez hecha la primera foto de grupo, junto al pinsapo que nos da la bienvenida a la calle de entrada en el pueblo, tomamos la primera calle a la izquierda, siguiendo la baliza amarilla del PR.A-226, Parauta-Igualeja, estimado en hora y media según la baliza. La calle por donde subimos, pasa junto aa la mítica encina de Valdecilla (en esta imagen),
situada al este del casco urbano, centenario ejemplar de más de 3 m. de diámetro y 20 m. de altura, que figura en el inventario de árboles singulares de Andalucía. El nombre de Valdecilla, le viene dado a esta encina a la que se le calcula unos 250 años de edad, por el nombre de su antiguo propietario que dejó escrito en su testamento, que no se le cortara ni una sola rama y así se ha respetado hasta nuestros días.
Descripción de la ruta:
La salida de Parauta hacia Igualeja, se realiza por el allí denominado camino de Igualeja (como no podía ser de otra manera), encontrándose asfaltado sus primeros 400 m, aunque se trata de una pendiente muy suave, donde la belleza de los castaños que nos rodean, muchos de ellos centenarios, mitiga cualquier señal de cansancio. La pista deja de estar asfaltada cuando llega al final de la pendiente, pasando a ser terriza, a partir de aquí. 
A nuestra espalda, el imponente Cancho Armola preside el horizonte al norte (imágen de arriba).
Mientras que al oeste, durante la mayor parte de la jornada divisamos la localidad de Cartajima al pie del paraje de Los Riscos, que llevan su misma denominación (en la imágen de abajo)
y Pujerra, rodeada de castaños en la parte alta de una loma al sur (en la imágen de abajo). 
Todo ello por encima del mar de castaños, que impregna el valle de una espectacular paleta de color con mil y una tonalidades de verdes, ocres, dorados, marrones, amarillos y anaranjados, que se conoce como “LA PRIMAVERA DE COBRE”.
Haciendo bueno el dicho del Mago Gandalf de la Serranía de que en el valle del Genal: “cuando no estás subiendo estás bajando y muy rara vez llaneando”, Finalizada la pendiente con la que dejamos atrás la localidad de Parauta, la pista, ya terriza, nos lleva por un corto tramo llano, que primero en suave pendiente y después en una pendiente muy pronunciada nos lleva directos al arroyo de Los Granaos. Antes de llegar al mismo, en una curva cerrada del tramo mas empinado de bajada, las fuertes lluvias caídas de finales de septiembre para acá, habían provocado un corrimiento de tierras, dejando dicha pista en estado muy precario, ya que la parte izquierda de esta calzada, en sentido descendente, se ha quedado literalmente en el aire, sin tierra que la soporte debajo. Al llegar al arroyo de Los Granaos, como era previsible, nos lo encontramos con mas agua que nunca, la mayoría lo atravesaron por un precario vado de cañas, donde quien mas y quien menos metió al menos un pie en el agua. 
Unos pocos preferimos descalzarnos, el Doctor Leal (sobre estas líneas), ¡mariconadas las mínimas!, se metió con las botas por las bravas, cargando a borriquieta a su querida Auro, en un gesto tan romántico como heróico y es que como diría Antonio Machado: “¡en el amor, la locura es sensatez!”.
Una vez salvado el vado del crecidísimo arroyo de Los Granaos, la pista se convierte en sendero, manteniéndose paralelo al arroyo, que ahora llevamos a nuestra derecha, unos 200 m, pero justo donde el sendero cruza una pequeña cañada, cometimos el error momentáneo de seguir, la misma trayectoria, por un ramal de sendero, en principio bien dibujado, pero que mas adelante terminaba difuminándose. 
Y es que se trata del único punto conflictivo y mal señalizado de la ruta, porque justo donde el sendero, se cruza con esta pequeña cañada, debemos ascender ladera arriba, es decir, hacia nuestra izquierda, en perpendicular, hasta enlazar con el ramal de sendero, perfectamente dibujado, que identificaremos fácilmente con sus balizas amarillas y blancas. Que minutos mas tarde alcanzamos, remontando la ladera, campo través, bajo el bosque de castaños, que en todo momento nos acompaña entre Parauta e Igualeja, siendo este sin duda alguna, uno de los tramos mas frecuentados en la temporada de otoño.
A pesar de lo clásico de este recorrido uno no se cansa de repetirlo año tras año, pues si bien es cierto que por muchas veces que repitamos un itinerarios, son muchos los elementos del paisaje que están en constante cambio, así como las luces sobre el mismo, dependiendo de la meteorología, la presencia o ausencia de nubes, intensidad del viento lluvia, nevadas, etc… Todo ello se hace doblemente cierto en la primavera de cobre, donde cada castaño amarillea de una forma diferente, unos antes, otros después y ninguno de la misma manera, ni exactamente en la misma fecha que el año anterior, si bien es cierto, que el mes de noviembre es la época mas propicia para visitar esta preciosa comarca, cuya belleza otoñal dejará boquiabierto al senderista mas exigente. Y embriagados por la belleza del paisaje que nos rodea a lo largo de esta ruta, llegamos al denominado alto de la Loma. 
Donde el sendero PR.A-226, Parauta-Igualeja, se cruza con una pista terriza, para iniciar un pronunciado descenso, que poco después se suaviza para desembocar un kilómetro y medio después en la calle de la Tetona, por donde normalmente se entra en Igualeja, por el denominado barrio Alto. Pero en nuestro quisimos reservar este tramo para el regreso y de esta manera iniciar en este punto, lo que sería nuestro tramo circular del recorrido.
Por lo que al llegar a la mencionada pista, la tomamos a la derecha, comenzando a disfrutar ya de una preciosa imagen de postal con Igualeja al sur, rodeada de castaños. Hechas las fotos de rigor, reanudamos la caminata por la pista que inmediatamente se bifurca, formando una “Y”, tomando en nuestro caso el ramal de la izquierda, que pasa junto a la base de una torreta de tendido eléctrico, a partir de aquí vamos caminando cerca de la parte alta de una loma, con bonitas vistas de Igualeja a nuestra izquierda y de vez en cuando de Pujerra, mas lejana al suroeste. A partir de la mencionada bifurcación, donde hemos tomado el ramal de la izquierda, hay que calcular algo mas de un kilómetro, dejando dos ramales que bajan a la izquierda y que nos pueden inducir error, porque en ambos casos, inician el descenso en dirección Igualeja, pero en realidad vienen a morir en fincas privadas. Por lo que una vez superado aproximadamente 1km, desde la mencionada bifurcación, justo al inicio de una cerrada curva que gira a la derecha, sale hacia la izquierda un ramal de pista, que a los pocos metros se convierte en un angosto sendero, que en su día fue una vereda vecinal, y que en la actualidad tiene pasillo de chumberas y zarzas dispersas a ambos lados, pero que a pesar de su angostura, nos permite descender, no sin bajar la guardia, porque en su parte central el agua de la lluvia ha excavado una pequeña cárcava de esas que a veces nos obliga a caminar con un pié a cada lado de la cárcava y  ésta bajo nuestra entrepierna.
Viniendo a desembocar en un puente, por el que entramos en la parte baja de Igualeja, donde acordando con el grupo dar una hora y cuarto para que cada cual fuera a almorzar donde quisiera, unos a la zona del Nacimiento y otros a la plaza del pueblo. En la mayoría de los casos, optamos por el bocata “anticrisis” que cada cual llevábamos en la mochila. ¡Eso sí! Aprovechando la coyuntura nos tomamos un cafelito en el bar El Perol, donde nos encontramos con Carlos Tapia, que acababa de llegar desde Pujerra con dos compañeros del NATIONAL GEOGRAPHIC, como delataban sus espectaculares cámaras, con grandes objetivos y trípodes profesionales, reconfírmándonos, lo que ya nos había parecido desde la distancia: “que los castaños de Pujerra” se encontraban en su momento óptimo.
A la hora indicada, nos reagrupamos todos en el singular paraje del nacimiento del río Genal, donde nos hicimos las clásicas fotos de grupo, pero los nubarrones cada vez mas oscuros y varios amagos de lluvia, momentos antes, nos obligaban a iniciar el regreso hacia Parauta sin demora y sin tiempo para que le recordásemos al grupo algunos datos de Igualeja, como por ejemplo que su término municipal tiene una superficie de 43,8 km2;   se encuentra situada a 693 msnm. Se encuentra en lo más hondo de la cañada donde según dicen nace el río Genal. No es visible desde ningún otro pueblo, salvo desde la parte alta de Pujerra. 
Lo encajonado de su ubicación y la falta de terreno para construir ha hecho que sus casas cobren una altura inusitada en la comarca, habiendo sido motivo de crítica por parte de algunos visitantes, que inevitablemente comparan lo destartalado de algunas de sus casas con el sabor morisco que conservan la fisionomía del resto de pueblos del Valle en la mayoría de los casos y que Igualeja parece presentar un poco a medias, pero es cierto que hay que tener en cuenta el encajonamiento del valle en el que se encuentra.
En Igualeja nacieron bandoleros míticos como: El Zamarra, El Zamarrila y Flores Arrocha. Actualmente Igualeja presume de ser el primer productor de castañas de la comarca, prácticamente la totalidad de los castañares de su t.m.  e incluso de otros términos vecinos pertenecen a igualejeños, que tienen fama de defender cada metro cuadrado de su parcelas con uñas y dientes como atestigua, la cruz de cemento, que nos encontramos a unos 30 m del sendero, a medio camino entre Igualeja y Parauta, donde un vecino mató a otro de un disparo porque ambos porfiaban sobre la pertenecía de un castaño ubicado en la linde de sus fincas.
Un dato muy significativo del gran apego que sienten sus habitantes por su tierra es que es el único pueblo de la serranía y posiblemente de toda la provincia de Málaga, donde el 100% de su t.m. pertenece a los habitantes del pueblo. Su cooperativa de castañas “la pilonga de Igualeja” es de gran tradición. También ha tomado importancia el incremento de la industria cárnica y de embutidos. Su producción se basa en trigo, maiz, hortalizas, algunas frutas y aguardiente; cría ganado cabrío y caza perdices y conejos en abundancia.
Como íbamos diciendo: abandonamos el paraje del Nacimiento, cruzando el puente, de manera que tanto la piscina municipal como el río quedaron a nuestro costado izquierdo, iniciando la ascensión por el barrio Alto, a través de recoletas calles, pasando por delante de la fuente, donde se encuentra el azulejo donde nos habla de la celebración de la Semana Santa en Igualeja, 
que abandonábamos instantes después por la peculiar calle de La Tetona, cuyo nombre ha tachado algún capullo, de esos que una vez mas demuestran que la estupidez humana es infinita. 
Retomando de esta manera el PR. A-226 que nos llevaría de regreso hasta Parauta, que íbamos dejando atrás, primero entre encinas y alcornoques y poco a poco retomando el contacto con los castaños, conforme íbamos remontando la pendiente que de forma pronunciada nos situaba en el Alto de la Loma, donde tres horas antes habíamos iniciado el tramo circular, con la diferencia que ahora comenzaba a llover de forma persistente.
Una vez reagrupados todos, para quien todavía no lo hubiera hecho, llegaba el momento de sacar, paraguas, chubasqueros, funda impermeable de mochilas y todo lo que uno tuviera a mano para protegerse de la lluvia, pero afortunadamente a partir de este punto, el sendero en dirección a Parauta, pasa por debajo de muchos castaños, que al menos de forma intermitente hacían las veces de paraguas natural. Coincidiendo el descenso hacia el arroyo de Los Garanaos, con una granizada de casi diez minutos, donde quien mas y quien menos acabó calado hasta los huesos. Si el arroyo de Los Granaos, nos había parecido el Guadalquivir, ahora parecía el Amazonas.
No obstante, gracias a la colaboración del Doctor Leal y algunos compañeros, quienes necesitaron ayuda, la tuvieron para salvar el vado de forma acrobática por el cañaveral. Pasado el vado, nos encontramos con un grupo de compañeros de La Bota Viajera, asistiendo a una señora que iba en su grupo y que al parecer se había roto una pierna. Ya habían avisado a una ambulancia y nos ofrecimos para llamar a la guardia civil, con quienes nos cruzamos poco antes de entrar en Parauta, minutos después llegaba el furgón de la ambulancia, a quienes les dimos las indicaciones sobre la localización y distancia aproximada, pareciendo muy reacios a aventurarse por la angostura de la pista y sobre todo por el empinado descenso hasta el arroyo en cuya orilla se encontraba la señora.
Con la tranquilidad de saber que la situación ya estaba teóricamente controlada, nos despedimos algo empaapados por laa lluvia caída en el camino de vuelta, pero aún así contentos de haber disfrutado de este paisaje mágico, que cada año, nos regala la madre Naturaleza, en el valle del Genal, con el espectacular fenómeno de LA PRIMAVERA DE COBRE.