sábado, noviembre 17, 2012

Ruta circular Pujerra-Bentomí

Ruta circular: Pujerra-Bentomí
Entorno: Valle del Genal
Pueblos de referencia: Pujerra
Hora y Punto de encuentro: 10.00 am
Cómo llegar al punto de encuentro: Tomando como referencia la carretera Ronda-San Pedro A-376, unos 11 km mas allá de Ronda, inmediatamente después de dejar atrás la venta El RINCÓN TAURINO, veremos el desvío hacia Igualeja desde donde continuamos hasta Pujerra.
Si venimos desde la Costa, hay que tomar la carretera de San Pedro hacia Ronda y en las inmediaciones del puerto del Madroño, tomar el desvío que nos indica a Pujerra, se trata de una carretera tipo “Jeeper´s  Creeper”, de paisajes preciosos, que se asfaltó para la cooperativa de castañas, por donde pasaremos poco antes de llegar a Pujerra..
Distancia aprox: 9 km
Desnivel acumulado aprox: 400 m.
Duración aprox: 5-6 horas (quien lo desee, puede finalizar la ruta en mucho menos tiempo, pero hemos estimado unas 5-6 horas, porque el planteamiento es hacerla muy tranquilos, en plan reportaje fotográfico, charla distendida, disfrutando del paisaje y sobre todo SIN PRISAS).
Tipo de ruta: circular
Dificultad: MEDIA
Mapa: IGN, Igualeja 1.065-I ó Valle del Genal, guía del excursionista de Rafa Flores (Edit. La Serranía)
Fecha de realización: miércoles 14-Noviembre-2012
Participantes: Desde Alcalá del Valle (Cádiz) vivieron: Mónica “La Princesa de la Patagonia” y su amiga Mª José. Desde Ronda: Pedro Aguayo “El Vietnamita del río Genal” y desde distintos puntos de la Costa del Sol: Pepe Guerrero “El Maestro Geobotánico”, Eduardo “El Profe” y un servidor Juan Ignacio Amador.
Bibliografía: Valle del Genal, guía del excursionista de Rafa Flores (Edit. La Serranía), Ruta 23: Pujerra-Bentomí.
Pujerra está situada a 769 msnm. sobre la cara norte de una loma que pertenece al cordal que va desde Sierra Bermeja hacia el puerto del Madroño, desde donde parte una angosta, pero preciosa carretera paisajística, que primero entre pinos y después entre castaños, nos lleva a través de 14 km de curvas, hasta esta localidad, desde donde obtenemos unas vistas privilegiadas del Havaral, con la típica postal de Cartajima y Cancho Armola al norte. La superficie de tu t.m. es de 24,3 km2, la temperatura media anual: 13,5 ºC y la media total de precipitaciones por año es de  unos 1.100 l/m2. Por la vertiente sur del cordal sobre el que se asientan, se encuentran las cabeceras de los ríos: el Guadalmina, Guadalmansa ó el Guadaiza.
En Pujerra aparecieron incrustados, según Vázquez Otero, en algunas fachadas unos ladrillos tardorromanos, conocidos en el mundo de la Arqueología como "brácaris" por la inscripción que presentan, en los cuales se representa un crismón flanqueado por el alfa y el ómega. Esa simbología es netamente cristiana y hace referencia a la frase evangélica de Cristo: EGO SUM ALPHA ET OMEGA, es decir " Yo soy el principio y el fin". De tiempos de dominio islámico sí quedan vestigios. Aunque el nombre de Pujerra no sea de etimología árabe, sí lo es en cambio el del cortijo de Bentomí, donde hubo un pueblo de época islámica del que hay documentación que data de la época de la reconquista cristiana y se llamaba Benatamín. Fue anejo de la parroquia de Sta. María de Cenay en el primer reparto parroquial de la comarca, que se efectuó en 1505, y de ella dependían Benatamín, Xalas, otro poblado cercano, Igualeja y Parauta.
Al  igual que en la mayoría de los pueblos del valle del Genal, esta población es de origen árabe, ya que se suelen mantener patrones muy similares. Las calles del pueblo son estrechas y empinadas, de trazado sumamente irregular. Muchas viviendas son de mampostería con fachada encalada y teja árabe. En algunas, se ven incrustados unos ladrillos con el monograma de Cristo, compuesto con letras griegas (iniciales del nombre Yesous Christos) que marcaban las sepulturas de los cristianos y cuya fecha corresponde al siglo II de nuestra era.
La estructura urbana de Pujerra es la de un conglomerado de calles muy tortuosas que presentan cierta intención de conducir hacia una plaza central en la que se ubica la iglesia. A este núcleo central de población, que es un círculo casi perfecto, le han surgido dos prolongaciones más recientes, una a orillas de la carretera que conduce a Igualeja y Ronda, y otra al borde de la pista forestal que lleva hacia Jubrique por la cordillera de Sierra Bermeja. La zona central es la más antigua e interesante, porque conserva todo el sabor morisco. En la plaza se pueden ver algunas casas de corte dieciochesco, aunque bastante humildes.
En la actualidad Pujerra es un pueblo relativamente próspero gracias a su excelente producción de castañas, y casi todos sus vecinos tienen pequeñas parcelas de castaños, por lo que se sustentan con suficiente autonomía, aunque su producción se basa también en las bellotas, trigo, cebada, maiz, frutas y hortalizas, si bien en pequeñas cantidades; por otra parte destaca la cría del ganado vacuno, cabrío y porcino; caza de conejos, cabras monteses, zorras, y pesca en abundancia. En su término se encuentra también una mina de cobre llamada la Cibeles, cuya propiedad pertenece a una sociedad de varios vecinos de Estepona. Celebran sus fiestas patronales el día San Antonio, 13 de junio, siendo las primera de la temporada estival congregando gente de los pueblos vecinos.
Descripción de la ruta: una vez en la Fuente de Hiladero, como punto de encuentro donde habíamos quedado. Tomamos la empinada calle que desde allí parte hacia arriba, llevándonos en unos instantes a la “P-30” (carretera de circunvalación de Pujerra, que tomaremos a la derecha, (SUROESTE), estando atentos unos 200 m mas allá al inicio de un ramal de pista, asfaltada en sus inicios, que se adentra en el castañar, se trata de la antigua vereda Pujerra-Estepona, cuyas rampas iniciales son de cierta dureza, pero pronto comenzará a suavizarse la pendiente.
Desde un principio nos vamos embriagando con la magia del castañar que nos rodea, en muchos casos enormes troncos centenarios, que se prestan a ser fotografiados, mientras tratamos de buscar el equilibro de luz, entre las sombras y los rayos de sol que se filtran por las copas de los árboles, multiplicando el tono de amarillos y dorados si nos encontramos en el apogeo de la primavera de cobre, tal y como era nuestro caso. Aunque como bien saben los amantes de la fotografía si bien los cielos azules, siempre resultan atractivos, para recoger con mayor fidelidad el color de las hojas, erizos de castaño y en general toda la vegetación que nos rodea, en los días nublados las luces se amortiguan mucho mejor y los colores que capturamos con las cámaras son mucho mas fieles a la realidad que perciben nuestros ojos, sin las estridencias de esos contrastes sol y sombra. 
No obstante, la espectacularidad del paisaje que nos rodea es tal, que hasta la persona menos habilidosa con la cámara, conseguirá sacar una bonita postal en cada recodo el camino.
En los primeros compases de nuestro recorrido, podremos divisar algunas casas de Igualeja, ubicada en el fondo del angosto valle donde se encuentra, al noreste de nuestra posición. Varias casas de aperos, en su mayoría construidas para la recolección de la castaña irán quedando a uno y otro lado de nuestro camino, encontrándonos a veces con ramales que salen a derecha e izquierda, pero nuestro camino discurre, claramente por el principal, que mantiene una trayectoria, predominantemente sureste, en todo momento vamos ascendiendo, suavemente, conforme nos vamos dejando Pujerra atrás, las fincas de castaño, van quedando exclusivamente a nuestra izquierda, mientras que a la derecha comienzan a predominar especies como encinas y alcornoques. Hasta que, superados ya los primeros tres kilómetros de ruta, pasamos bajo los cables de alta tensión que forman parte del famoso tendido eléctrico que comunica Francia con África, llegando poco después a un triple cruce, donde debemos tomar el ramal de la izquierda.
A través de este ramal de la izquierda, volvemos a introducirnos de lleno en un castañar, iniciando una suave ascensión, por donde nos adentramos en una preciosa umbría, llegando poco después a otro cruce, donde volvemos a girar a la izquierda (NORTE), que distinguiremos fácilmente porque discurre por lo alto de una loma. 
A cada paso el Maestro Pepe Guerrero y su aventajo alumno: Pedro Aguayo, nos deleitan con sus conocimeintos sobre botánica y mas concretameente sobre la gran variedad de setas que nos vamos encontranddo, llegando a hacerse una degustación se setas crudas, y recibiendo una auténtica lección sobre el tema. en cuestión. 
A penas, unos minutos después, cuando no faltaría mucho para volver a pasar por debajo los cables de alta (cosa que no llegamos a hacer), vemos que a nuestra derecha salen dos caminos, cuyos inicios, ambos con cadenas, están muy próximos entre sí, debemos tomar el primero de los dos, tal y como hemos llegado. En su día se distinguía fácilmente este camino, porque en sus márgenes había unos hierros hendidos en unos mazacotes de hormigón, actualmente cubiertos. 
No obstante, reconoceremos fácilmente, que estamos en el camino correcto, porque emprendemos un pronunciado descenso, desde el que comenzamos a tener vistas del inconfundible cerro Cascajares al noreste, con la carretera San Pedro-Ronda a media ladera, mientras que nos aproximamos a la oscura cañada de Las Escabezás, que a lo largo del descenso nos va acompañando a la derecha, junto con pequeños montículos de leña apilada y casitas de apero, en la loma que llevamos a la izquierda y que rodeadas de castaño, nos trasladan a paisajes de cuento, tipo “Hansel y Gretel”.
LLega un momento en que la pista por la que vamos, comienza a girar decididamente hacia el OESTE, alejándonos momentáneamente del arroyo de Las Escabezás y acercándonos a la carretera MA-527 Pujerra-Igualeja, a la que accedemos después de pasar una berja que siempre dejaremos cerrada tras nuestro paso.
En este punto, nuestras compañeras Mónica y Mª Jesús, tomaron hacia la izquierdaa dirección Pujerra, ya que tenían que regresar pronto a Alcalá del Valle, no sin antes despedirse encantadas con la ruta y agradecidas por la magnífica lección de setas que nos dio el maestro geobotánico: Pepe Guerrero, degustación de setas crudas incluidas. 
Mientras que los otros cuatro compañeros, tal y como estaba previsto, tomamos por la carretera a la derecha, dirección Igualeja, llegando en poco mas de 15 minutos la idílica ubicación de la ermita de San Antonio, en el margen derecha de la carretera, según el sentido de nuestra marcha, (imagen de abajo).
Mientras que a la izquierda queda la piscina municipal. 
Desde ambos lugares se obtienen bonitas vistas hacia Pujerra, que desde esta perspectiva nos regala una bonita postal con el peñón de Benadalid al fondo.
Ni que decir tiene, que como era una hora propicia y tras la entretenida y muy paisajhística caminata, estaba mas que justificado disfrutar de un buen almuerzo montañero, aprovechando la comodidad de las mesas que se encuentran en el áarea recreativa de la ermita, que también cuenta con apartamentos rurales, un pequeño sendero circular por sus alrededores y el ya clásico panel de aves mas frecuentes por esa zona de la Serranía,
del que el Maestro Don José, se lamentaba antepusieran el nombre en inglés de las distintas especies al nombre científico (que no aparecía), o al no dar una escala comparativa del tamaño de los pájaros entre sí, apareciendo en las fotos una curruca o un petirrojo, mas grandes en la foto que el águila calzada (por poner un ejemplo).
Una vez finalizado el almuerzo, en el que no faltaron interesantes propuestas sobre nuevas modalidades de rutas, volvimos a retomar la carretera, con dirección Igualeja, es decir tal y como salíamos del área recreativa de la Ermita a la derecha, llegando unos 400 m después a un cortijo, que se encuentra en el margen derecho y que viene a coincidir con la ubicación exacta del antiguo poblado morisco de Bentomí, donde tras pedir permiso, entramos a hacer una curiosa inspección, encontrándonos con algunos frutales curiosos como un “níspero nipón” o una higuera que daba unos higos que eran auténticos caramelos, el lugar irradiaba ese magnetismo especial, propio de antiguas poblaciones cuya ubicación, no fue escogida precisamente al azar, como vestigio de aquella época queda el esqueleto de un tremendo castaño, 
cuyos años de juventud, probablemente coincidieron con los últimos años de ocupación musulmana.
Una vez finalizada la pequeñaa exploración en el poblado de Bentomí, retomamos la carretera en dirección Igualeja, llegando unos 100 m después a un cruce, con lo que no hace tanto era una pista, actualmente, angosta carretera asfaltada, que nos señala dirección Juzcar, por donde vamos a tomar, hasta que unos 200 m mas allá, justo al llegar a la altura de una pequeña cortijada con perros, pequeños pero muy ruidosos, en el margen derecho de la carretera, justo a nuestra izquierda, sale una vereda, por la que nos adentramos en un bosque de encinas y alcornoques, manteniéndose paralela a una hilera de postes de hierro, instalados para la colocación de una valla metálica que de momento no se ha instalado, llegando nosotros a una valla con cerrojo, pero sin candado, con el ya clásico cartelito del: “CIERRE AL PASAR-CLOSE BEHIND YOU”. 
En un palmo de terreno vamos a vadear los arroyos de Las Escabezás y a renglón seguido el de Las Pasás, que unos metros mas abajo se unen para formar el arroyo Bolage, tributario del Alto Genal.
Esta zona, del vadeo de los arroyos, coincide con un corto tramo en el que caminamos por la mencionada carretera que va hacia Júzcar, estando muy atentos a los muros de contención que tiene esta carretera a su izquierda, para evitar desprendimientos. Ya que de no haber sido por Pedro Aguayo “El Vietnamita del genal”, nos habría pasado desapercibido, el minúsculo, pero bien marcado sendero, que parte justo desde la parte de atrás del muro, justo donde el primer tramo de pared finaliza y que en suave ascensión nos vuelve a adentrar en un espectacular castañar, 
donde nos encontramos con la mayor concentración de ejemplares centenarios, viniendo a desembocar un kilómetro mas allá en el popular mirador de La Cruz, que curiosamente se encuentra en la parte mas baja del pueblo, pero aún así nos permite disfrutar de una de las postales mas clásicas del Alto Genal, repleto de castaños con la Sierra del Oreganal al fondo, a cuya falda se encuentra Cartajima, con el Cancho Armola, marcándonos el NORTE.



























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