miércoles, marzo 01, 2017

Cerro Rebolo y Necrópolis de Las Aguillas, X Travesía del Jurásico (Edición EL CHORRO)


Distancia aprox.  14 km 
Desnivel acumulado subida 600 m
Nivel dificultad: Medio 
Tiempo aprox. 6-7 horas
Tipo suelo:75 % senderos de cabra y caminos antiguos, 10 % pista y carretera (zonas aledañas a las presas Guadalhorce/Guadalteba)  y 10% campo través. Tipo de recorrido: se combinan tramos circulares y lineales.
Cómo llegar al inicio de ruta:  la ruta comienza en un claro del bosque de pinos, junto a la carretera que se encuentra, aproximadamente a 1,8 km más allá del inicio de las escaleras que suben al Mirador de los Tres Embalses tal y como dejamos El Chorro a nuestra espalda y vamos dirección Campillos.

Fecha de realización y meteorología: Sábado 25 de febrero, día nublado y muy malo para fotografíar paisajes lejanos, con cierta bruma en la distancia. Aunque la temperatura si fue muy agradable, así como la ausencia de viento, que dadas las circunstancias no hubiera venido mar para mover las nubes que nos dejaron cielos muy grises (las fotografías de cielos despejados corresponden a las jornadas preparatorias).


48 prestonianos: Doctor Leal, Paco "El Generoso", Maria José Fernández Lara,
Elena Santamaría "La chica que hablaba con los árboles", Marco Martín Santamaría "La Ardilla del Torcal", Paco Jaime "Mr. President", Antonio Pascual, Fernando Jiménez "El Duque de Juanar", Ana Bueno "la Duquesa de Juanar", Manuel Serrato "El Tuno de las veredas", Alicia "En el País de las Maravillas", Alena Rakouskaya "La Amazona Bielorrusa", Paqui Bravo "la Pacificadora", Marlem "la Perla de Venezuela", Francisco Moreno Barea, Diego Martínez Linares, José Luis Ortega, Maite Narváez , Jesús Rodríguez, Maria Jesús Benítez "La Venus del Genal", Eduardo Campos González "El Último Samurai", Mercedes González, Sancho Adam "Master Chef", Manuel Esteban, Marlis Hofer, Juan Antonio López Mayorga, Marivi Aragón "La Dama de Violeta", Carmen García, Jerónimo Alba, Dolores Villaseca, Fran de la Jungla, Joaquín Molina Rodríguez "El Quemasangre", Paco Quintero, Francisco Javier Carnero López, Aurelio Campos Rico, Alejandro Campos, Pedro Arenas Colomo, Shi Chiun Hung, Álvaro Millán Padilla, José Guerrero Bermúdez,  Julio Peláez Reiner, Pepi Rebollo Olmedo, Alejandro Germán Gómez Herrera y los siguientes cronistas y fotógrafos:

Crónica: Juan Ignacio Amador

Fotografías de: Rafael Molina "Fali", Arnaud "Nono", Rafael Castillo "Rafa Castle", Salvador Moreno "El Ornitólogo" y Juan Ignacio Amador.
Bibliografía: Rutas 10 y 11 del libro EL CHORRO, Desfiladero de Los Gaitanes, guía del Excursionista.
Sobre el mal uso de la "Casa del Administrador": El PAÍS 
Sobre la Guerra Civil: http://fbravoconejo.blogspot.com.es/
1ª Parte: Tafonis del cerro Rebolo:
La ruta comienza en un claro del bosque situado muy cerca del km3 de la carretera MA-451, El Chorro-Campillos, desde donde vamos a tomar una antigua pista forestal en dirección O, que pronto vamos a abandonar para encarar una rampa por la que vamos a ir ganando altura por un sendero de cabras, esquivando las ramas bajas de los pinos y algún que otro tronco caído hasta situarnos en la parte superior del cerro, en busca de nuestro primer tafoni, que ya queda a tiro de piedra de allí, pero antes ascendemos a la parte de arriba del mismo donde nos encontramos con un mojón de "monte público" y unas vistas magníficas sobre el embalse del Guadalteba, con el telón de fondo del Castillón de Peñarrubia, la localidad de Cañete la Real y, el castillo de la Estrella y  parte de Teba, semi oculto tras el cerro de La Camorra, como principales referencias al OESTE.
Bajo las aguas del embalse del Guadalteba yacen los restos de la localidad de Peñarrubia desde que en la primavera de 1973 las aguas del embalse la inundaran para siempre, a excepción de los largos periodos de sequía y concretamente algunos veranos, como el de 1995, en que los restos de la torre del campanario y parte alta de algunas casas se dejaban ver por encima del nivel de las aguas al mermar el caudal del embalse.
Peñarrubia perteneció al Condado de Teba desde la conquista castellana. En 1843 se independizó de Teba y pasó ser término municipal propio, gracias a la cesión del territorio que hizo el municipio matriz: 35,8 kilómetros cuadrados.
Este pueblo blanco de la comarca de Guadalteba contaba con una pequeña pedanía o barriada a orillas del cercano río Guadalhorce, llamada Gobantes, que disfrutó de una época de gloria gracias a la construcción de una cercana estación de ferrocarril que llevaba su nombre, lo que mejoró la comunicación de Peñarrubia con el exterior. Como ocurría con todos los pueblos que contaban con estación de tren o/y una buena carretera que pasara por el mismo. La economía de Peñarrubia se basada en la agricultura, en concreto, en el olivo y el trigo, aprovechando la fertilidad y productividad de sus tierras, la mayoría heredadas de sus mayores.
Pero los llamados 'polos de desarrollos' impulsados por el Ministerio de Fomento, a las órdenes del Generalísimo pusieron los ojos en la zona a mitad de los años sesenta y proyectaron construir dos embalses en los ríos Guadalhorce (al que los lugareños le llamaban río Gobantes) y en el Guadalteba, que discurrían por los fértiles campos de olivares y de cereales de Peñarrubia. Ambas corrientes se unían en la confluencia, lo que los peñarrubieros denominaban "La junta de los ríos", muy cerca de la presa del Conde del Guadalhorce, que era la única que existió en la zona desde 1921 hasta finales de los 60, que se empiezan a construir las presas del Guadalhorce en las cercanías de Gobantes y del Guadalteba en las cercanías de Guadalteba.
Al principio los peñarrubieros, inocentemente, pensaron que la presencia de aquellas enormes máquinas núnca vistas antes en la zona y que hacían tanto ruido, iban a significar, trabajo en abundancia para todos y generosos salarios, para una obra que seguramente sólo les afectaría  a una pequeña parte del pueblo, pero no a toda la localidad. Rumor, que conociendo la falsedad de los gobernantes de la época, (no muy distinta a las actuales), no sería de extrañar que hicieran correr, para tranquilizar a los habitantes de Peñarrubia y Gobantes, y de camino que no incordiaran demasiado el desarrollo de las obras en el plazo establecido.
El Gobierno de la época justificó esta obra por la concesión al Ayuntamiento de Málaga de un caudal continuo para abastecimiento de la ciudad y por la aprobación en 1961 del Plan de Riegos del Guadalhorce. Al principio se pensó en construir una gran presa, pero problemas geotécnicos lo desaconsejaron y se optó por otra solución: construir dos presas gemelas, una en cada río, pocos metros más arriba de su confluencia, que, con aguas altas, formaban un solo embalse.
Las obras empezaron en la primavera de 1966. Las primeras excavaciones revelaron que el terreno de cimentación era mucho más problemático de lo que habían mostrado los estudios previos a la redacción del proyecto, lo que obligó a una sustancial modificación del mismo. Los trabajos crearon inquietud en la población. Los vecinos vieron que aquella gran obra hidráulica era ya irreversible y empezaron el éxodo en 1970, coincidiendo con el auge de la emigración. En esos momentos Peñarrubia, que contaba con Ayuntamiento, colegio, iglesia y cuartel de la Guardia Civil, tenía 1.832 habitantes censados. Muchos de ellos se fueron a Barcelona, donde encontraron trabajo y allí terminaron sus vidas. Otros se establecieron en Gerona y algunos se quedaron en pueblos de los alrededores como Ardales o Campillos, cerca de Campanillas. También contribuyó al éxodo el deterioro en el que entró Peñarrubia, ya que se dejaron de hacer las obras de mejoras en el pueblo a sabiendas de que pronto quedaría sumergido bajo las aguas del embalse del río Guadalteba.
En ese periodo, los peñarrubieros vivían en una constante incertidumbre, sin conocer realmente su destino final ni las compensaciones que iban a recibir por las pérdidas de sus fincas y de sus casas. Hartos de la falta de información, una comisión se trasladó a Málaga para entrevistarse con el gobernador civil, Víctor Arroyo.
En la reunión, celebrada el 13 de abril de 1970, Víctor Arroyo, que previamente había sido informado de las indemnizaciones previstas por el Estado para los afectados, instó a los vecinos a que en un breve plazo de tiempo indicaran en qué pueblos o fincas del Instituto de Colonización querían instalarse. A los peñarrubieros le ofrecieron, finalmente, en Santa Rosalía, muy cerca de Campanillas, casas a precios económicos, mientras que su territorio de origen -que incluía también el núcleo de Gobantes- pasó a formar parte de Campillos, aunque no sin cierta disputa con las localidades de Teba y Valle de Abdalajís.
Tras el desalojo, las casas del municipio fueron derruidas para evitar la reocupación de las mismas, quedando sólo en pie la iglesia, el colegio y el cuartel de la Guardia Civil, que fueron usados temporalmente como oficinas por la Confederación Hidrográfica del Sur. La Presa del Guadalteba comenzó a embalsar agua en octubre de 1971 y llegado el mes de diciembre la localidad de Peñarrubia, ya había sido borrada del mapa (bajo las aguas del embalse).
 
Y en la primavera de 1973 le llegaba el turno a la barriada de Gobantes, que junto con la antigua estación y carretera que pasaba por allí quedaría para siempre sumergida bajo las oscuras aguas del embalse del Guadalhorce. Creándose el nuevo Apeadero de Gobantes unos 4 km al Noreste de la antigua estación (orilla noreste del embalse), junto a la, por aquel entonces, "nueva carretera", que es la que hoy discurre cerca de la orilla oriental del embalse del Guadalhorce, por la vertiente oeste de Sierra Llana y rodea el pico Capilla llegando hasta el Valle de Abdalajís y continuando hasta Antequera o Álora.
Una vez que nos recreamos con las vistas desde esta magnífica atalaya, rodeamos su base para admirar este precioso tafoni, tipo nido de avispa, donde al igual que la mayoría de los tafonis que alberga el cerro Rebolo (o de la "Escopeta"), ha sido principalmente erosionado por los vientos procedentes del Atlántico, pues la gran mayoría se encuentran orientado hacia el Oeste.
Después de nuestro primer tafoni del itinerario, tomamos dirección sur, llevando a nuestra izquierda el bosque de pinos y a la derecha, la caída hacia la zona que alberga la mayor concentración de tafonis, muchos de ellos ubicados en la misma base del pequeño tajo por cuyo borde vamos caminando, llevando la caída a nuestra izquierda, con la debida precaución. Otro de los hitos que nos encontramos en este primer tramo, son los restos de trinchera, parcialmente colmatadas por la tierra que se ha ido colando en su interior,
Antequera es tomada por las fuerzas franquistas, el 12 de agosto de 1936, el gobierno republicano de Málaga se ve obligado a establecer una línea defensiva que frene el avance de los sublevados. El 20 de agosto se hace cargo de Comandancia Militar de Málaga el Comandante Sabaté, que se queja al Ministro de Guerra de que carece de las reservas indispensables y dispone sólo de mil soldados sin armas. El Gobierno del Frente Popular prometió enviar mil hombres desde Cartagena, de los que sólo llegaron a Málaga 700, sin que se supiera que fue de los 300 restantes. Por orden del Gobierno de 17 de agosto es creado el ejército voluntario, que en teoría debía regirse por unas normas prefijadas. A partir de aquí comienzan a crearse batallones de milicias, compuestos por “voluntarios”, tanto malagueños como refugiados llegados a la capital desde las localidades ocupadas, con gran entusiasmo y valentía, pero con escasa o nula formación y mal organizados.

En la zona noroccidental de la provincia, la línea de frente quedó establecida por los accidentes geográficos que ofrecían la sierra del Torcal, la de Abdalajís, y El Chorro hasta Ardales. Así como su prolongación hacia la Sierra de las Cabras, puerto de Las Pedrizas y sierra de Camarolos hasta el Puerto de Los Alazores. Más de tres mil hombres y mujeres recorrieron estos campos formando parte de algún Batallón. 
En estas trincheras y en las que nos encontramos, mas adelante, en el cerro de Las Aguilillas, combatieron integrantes del Batallón Nº 8 Pablo Iglesias y del Batallón Nº1 "Metralla", que tomó su nombre del miliciano Francisco Villodres Rodríguez a, “el Metralla”. El 18 de julio cuando estalló la guerra, se encontraba este, preso en la cárcel de Málaga porque había cometido algunas raterías, pero al quedar libre formó su propia patrulla, compuesta por “el Raya”, “el Hucha” y otro más. Tras cometer numerosas detenciones y ejecuciones, concibió el plan de viajar a Sevilla disfrazado de falangista para asesinar al propio Queipo de LLano; plan por el que se hizo famoso entre los suyos, pero que no llegó a realizarse porque moriría el 4 de septiembre, en una operación contra el enemigo cerca de Alfarnate, donde recibió el impacto de una bala de grueso calibre, que le dejó gravemente herido, para morir algunos días después en Málaga. Fue enterrado con honores de héroe.
El batallón que llevó su apodo: "Metralla", comenzó a formarse el 22 de septiembre de 1936, con la inscripción de voluntarios que fuesen avalados por una organización del Frente Popular. Los milicianos voluntarios que ocuparon estas trincheras, cobraban diez pesetas diarias por vigilar estas posiciones, para sabotear y dificultar el avance de las tropas fascistas desde el momento en que las tropas fascistas establecen su campamento de avanzada en la localidad de Peñarrubia. Algunos de los intrépidos miembros del batallón Metralla llegaron acudieron en apoyo de los camaradas apostados en la zona del Puerto del Viento (carretera Ronda-El Burgo), donde llegaron a recuperar posiciones. También acudieron algunos de sus miembros a la Cuesta de la Reina (carretera Málaga-Madrid), para frenar a los italianos. Hasta que las tropas fascistas consiguen tomar estas posiciones a finales de enero de 1937, viéndose obligados a replegarse hasta Málaga capital.
La ruta continúa por el mismo cordal, con algún que otro paso aéreo escalonado en descenso, un precioso mirador natural por encima de un almendro y poco después una brecha por la que descendemos, describiendo una curva de unos 180º a nuestra derecha, para progresar por el sendero de cabras que discurre más cerca de la base de los tajos sobre los que hemos venido caminando hasta aquí, hasta llegar a un claro de bosque, situado unos 300 m mas allá, desde donde nos separamos de la base de los tajos, para acercarnos a otra espectacular agrupación de tafonis, donde estuvimos realizando una generosa sesión de fotos. Mientras otros compañeros se dedicaban a recolectar un buen puñado de espárragos que  fueron en aumento, conforme la ruta iba avanzando.
Los tafonis son cavidades redondeadas socavadas en las paredes verticales o subverticales de arenisca (y en otras zonas de granito), excavadas por la erosión en las paredes y escarpes verticales desprovistos de vegetación en zonas de clima seco. La parte superior de la boca del Tafoni está parcialmente cerrado por un delgado resalte o voladizo. Son formas debidas a la erosión por disgregación de rocas areniscas en las zonas de menos cementación. En general el interior de estas oquedades no suelen presentar rellenos arenosos, puesto que el material desagregado es fácilmente evacuado por deflacción eólica, es decir, por el viento. En algunos casos, también puede ser evacuado por desbordamiento o aguas de arroyada. Las cavidades con el mismo origen pero más pequeñas se denominan alveolos.
También se puede definir como: Forma cavernosa de meteorización que puede oscilar entre varios centímetros, decímetros o metros. Vistos desde lejos se asemejan a pequeños nichos agrupados cual gigantesco queso de gruyere.  A veces su profundidad puede alcanzar los 4 o 5 metros que visto desde la distancia podría parecernos la entrada de una cueva, como los que se encuentran a la salida del túnel del sendero del Gaitanejo, poco antes de llegar al actual inicio oficial del Caminito del Rey.
No obstante, los tafonis que predominan en el cerro Rebolo, presentan una gran concentración de pequeñas oquedades, que asemejan a grandes nidos de avispa, estos son los conocidos en el argot geológico como "alveolos". 
La sierra del Almorchón o de la Pizarra y el cerro Rebolo, pertenecen a una cuenca marina intramontañosa, que se formó justo después de las principales etapas del plegamiento alpino, hace unos 20 millones de años. Los geólogos engloban a estas rocas bajo la denominación de Depósitos Post-orogénicos de la Cordillera Bética.
Todo el entorno está compuesto por una serie de capas de areniscas y conglomerados color ocre, donde podemos apreciar fácilmente dos tipos de rocas sedimentarias detríticas (formadas por fragmentos grandes  y pequeños de otros tipos de roca). Algunas capas de areniscas presentan delgados niveles dispuestos oblicuamente en relación a los límites horizontales de dichas capas. A esta disposición los geólogos la han llamado con el nombre de Estratificación oblícua o cruzada, y su origen está ligado a los ambientes marinos agitados por corrientes y sometidos a un fuerte oleaje desde el periodo Jurásico hasta que emergieron a la superficie.
En estas areniscas se han encontrado resto de conchas de moluscos marinos bivalvos (ostras y almejas) que permiten datarlas en 10 millones de años de antigüedad (Época Mioceno Superior de la Era Terciaria). Y por supuesto, Amonites y belemnitas, todavía más frecuentes en la cercana cumbre del Huma o en el cercano desfiladero de Los Gaitanes. Los estratos se presentan prácticamente horizontales, ya que se depositaron con posterioridad al plegamiento ocasionado por el acercamiento de las placas Ibérica y Africana. Estos materiales no están deformados en pliegues, aunque sí podemos ver algunas fallas provocadas por reajustes del terreno.
Finalizada la visita al que denominamos "Tafoni de la Calavera" y a otro muy próximo con doble entrada, tipo "ventana", descendimos por un terraplén, enlazando con uno de los muchos senderos de ganado de la zona, que en dirección norte, nos conduce a otro gran tafoni, que se encuentra al final de una pista que procede de las inmediaciones del kilómetro 3 de la carretera El Chorro-Campillos.

Nada más pasar por delante del mencionado tafoni, abandonamos la pista, remontando la pendiente que tenemos a la derecha (dirección Este), y que en escasos minutos nos conduce al interior del bosque de pinos pasando frente a otro espectacular tafoni, donde tampoco faltó la foto de grupo y minutos más tarde, regresando a nuestro punto de retorno. Este primer tramo se puede realizar como complemento a una jornada de baño en temporada de verano o antes de disfrutar de un buen almuerzo en cualquiera de los restaurantes de la zona, pero en nuestro caso, apenas era el primer cuarto de la travesía que aún teníamos por delante.
 
Una que volvimos a pasar por la explanada terriza donde todavía permanecía nuestro autobús, volviendo a saludar brevemente al chófer, descendimos un terraplén para enlazar con una pista terriza que discurre paralela a la solitaria carretera, pero unos 20 m por debajo de la misma e inmersos de nuevo, en un frondoso pinar de repoblación, por un terreno muy dócil, donde no es necesario caminar por una pista o sendero determinado hasta llegar a las ruinas del cortijo del Chopo, con su antigua era, llegando minutos después a una zona situada por encima del fallido proyecto de camping y multiaventura planificada por una empresa alemana con todas las garantías y el visto bueno del Ayuntamiento de Campillos, pero que se detuvo en seco cuando solicitaron a la Junta de Andalucía el proyecto para la construcción de bungalows y les dijeron que no. Desde esta zona se enlaza con una pista de tierra que nos devolvería a la carretera, pero que abandonamos inmediatamente para tomar un abandonado sendero, que en su día, presentaba un elaborado sistema de peldaños con sus troncos de madera, de los que apenas asoman algunas traviesas de hierro, con las que conviene tener cuidado para no tropezar. Al final nos devuelve igualmente a la carretera, que no vamos a pisar, porque nos desviamos a la izquierda, dirección sur-suroeste, para caminar por el mismo cordal del cerro que se va a convertir en nuestro camino a seguir, haciendo una primera parada técnica en el Mirador de los Tres Embalses, cuyos paneles informativos piden a gritos una renovación.

Y allí estuvimos disfrutando de una panorámica privilegiada del embalse del Guadalhorce, bajo cuyas aguas se encuentra la antigua estación y la pedanía de Gobantes, y en la vertiente opuesta quedan recortadas las siluetas del tajo del Cabrito de Sierra Llana, los tajos Ballesteros parcialmente cubierto de nubes, el Huma, su caída hacia el desfiladero y la sierra del Almorchón o de la Pizarra, con el pico del Convento como cumbre más fácil de reconocer con su perfil ganchudo.
 
Retomada la marcha, la travesía continúa por el mismo cordal en dirección sur, con una sucesión de toboganes muy dóciles de transitar, a penas interrumpido, por algún pequeño bosquete de pinos o por un roquedo que podemos rodear, o pasar, directamente, por encima. Este tramo nos ofrece unas panorámicas grandiosas del entorno y algunas curiosidades, como un pequeño arco de arenisca, que a modo de "pequeña Cueva de las Dos Puertas" da vistas tanto al embalse del Guadalhorce, que llevamos a nuestra izquierda, como el embalse del Guadalteba, que ahora llevamos a nuestra derecha. 

La progresión por el cordal nos lleva a un cerrado bosque de pinos jóvenes y cerrado matorral que nos desafía con un tramo de unos 400 m de campo través, donde habrá que estar atento a más de un resbalón, algún paso escalonado y algunas ramas bajas, que iremos dejando atrás hasta venir a salir al puente-presa Guadalhorce-Guadalteba, por donde pasa la carretera MA-451, El Chorro-Campillos, junto a la que ahora caminaremos, dejando a nuestra izquierda la caída de las presas del Guadalhorce y Guadalteba, hacia la denominada "junta de los tres ríos".

2ª Parte: Necrópolis de Las Aguilillas
Una vez que hemos atravesado las presas del Guadalhorce y Guadalteba, pasamos junto a una de las instalaciones de la Confederación Hidrográfica del Sur y tomamos un carril que sale a la derecha de la carretera (dirección O), el grupo avanzaba algo estirado, pero siempre en contacto con los walkies, manteníamos comunicación para ir avisando cada vez que llegábamos a algún cruce de la pista forestal por laque íbamos ganando altura, como por ejemplo: la bifurcación que nos encontramos al poco del inicio, donde tomamos el ramal izquierdo, por el que avanzamos unos 600 m, hasta que abandonamos el mismo por un cortafuegos donde enlazamos con el cordal que nos lleva al conjunto de las 7 tumbas de la Necrópolis de Las Aguillas, sobre un promontorio de areniscas del Mioceno cercano a los 500 msnm. en la divisoria de los Valles del Turón y el Guadalteba. 
Lugar de gran importancia estratégica, pues si al buen clima la mayor parte del año, le añadimos la riqueza de agua de la zona y por lo tanto la garantía del agua, la pesca, la caza, así como los inicios del desarrollo de la agricultura y la ganadería en la zona, esto debió ser un paraíso, para los habitantes que ocuparon esta atalaya en la Prehistoria.  Esta necrópolis fue descubierta a finales de los años ochenta y fue estudiada en 1991. 
Algunas de las siete estructuras funerarias excavadas en la roca han conservado los corredores de acceso, así como las cámaras sepulcrales y numerosos nichos a su alrededor.  LLegándose a inventariar más de dos mil piezas arqueológicas y los restos de unos cincuentena individuos de ambos sexos y de todas las edades, que fueron enterradas en estas sepulturas entre los años 2.100 y 1.900 antes de nuestra era. 
En un periodo de tránsito entre la Edad del Cobre y la del Bronce. Los enterramientos fueron siempre en segunda deposición, es decir, se enterraban sólo los huesos y con ellos se depositaron ajuares consistentes en vajillas de cerámicas, cuchillos de sílex y adornos personales, que solían ser collares, conchas marinas y amuletos . Asimismo, se descubrieron las primeras herramientas de metal que llegaron a la comarca del Guadalteba (puntas de lanza y punzones de cobre). junto a unos ídolos femeninos en piedra, que podrían recordar a la Venus de Willendorf.
En algunas zonas cercanas a las tumbas, llama la atención la presencia de una larga hilera de trincheras, que en alguna ocasión llegó a estar comunicada con las mismas estructuras funerarias, por lo que no sorprende que en las excavaciones llevadas a cabo entre los años 1991 y 1994, junto a los restos arqueológicos se encontraran desde latas de conserva, hasta sartenes, cantimploras, armas y restos de munición del bando republicano, así como algún proyectil de la aviación alemana, como apoyo de las tropas fascistas.
Finalizado el almuerzo en las inmediaciones de las tumbas que aparecen numeradas como Nº 6 y Nº7,  descendimos hacia el mar de olivos, que nos separaba de las aguas del embalse del Conde del Guadalhorce, en dirección sur-suroeste, pasando junto a pequeños prados tapizados de margaritas, con vistas hacia la Sierra de Alcaparaín y Ardales a sus pies, allí en la distancia.
Conforme nos íbamos acercando hacia el embalse, tomando como referencia una pista terriza, nos fuimos desviando a nuestra izquierda, dirección Este, sureste, hasta abandonar el carril, al llegar a las proximidades de dos grandes espolones que a modo de vertiginoso acantilado se asoman a la orilla norte del embalse y que bajo aquellas nubes nos recordaban a un paisaje de Escocia.
En un lugar determinado, de cuyo nombre no puedo acordarme, abandonamos el carril a nuestra derecha, para descender hasta la idílica "Casa del Conde", actualmente conocida como "Casa del Administrador", construida por el Ilustrísimo Don Rafael Benjumea Burín, que fue su primer inquilino y desde ella estuvo trabajando y supervisando las obras de este embalse, que se iniciaron en el otoño de 1914 bajo su dirección, siendo colocada la última piedra por su Majestad Alfonso XIII, tras el almuerzo que se sirvió precisamente en esta casa y en las carpas instaladas en sus jardines, aquel lluvioso 21 de mayo de 1921.

Que todos los habitantes y alcaldes de los pueblos de alrededor vivieron como una especia de "Bienvenido Mr. Marshall", aunque entre las dos horas de retraso con las que llegó el tren procedente de Córdoba que traía a su Majestad y la copiosa lluvia de aquel día, provocaron que casi nada saliera como estaba previsto. En cualquier caso su Majestad quedó tan gratamente sorprendido por la faraónica obra de ingeniería que allí se realizó y por las pasarelas de lo que hasta entonces se conocía como "Los Balconcillos", que poco tiempo después le otorgaba a Don Rafael Benjumea Burín, el título de Conde de Guadalhorce.

Nombre que también se le puso a la cercana presa y al embalse desde 1953. Pues desde el inicio de su construcción en 1914 hasta 1953 se le conocía como embalse del Chorro, que durante 50 años fue el único embalse de grandes dimensiones en la zona, ya que los embalses del Guadalhorce y Guadalteba no comenzaron a embalsar hasta principio de los años 70.
El caso es que allí estábamos nosotros, en el emblemático cenador y en sus preciosos jardines con vistas al embalse, que siempre habíamos admirado desde la orilla de enfrente donde se encuentra el Sillón del Rey, a escasa distancia del famoso restaurante EL KIOSKO. Esta visita pudo realizarse, gracias a las amistades que ha ido estableciendo nuestro compañero Rafa Castillo con los guardas de la zona y los dueños del restaurante el Kiosko, en sus numerosísimas visitas al Chorro, que desde muy joven, siempre fue su santuario particular. Además para no dejar nada a la improvisación redactó una elaboradísima instancia a Medio Ambiente y la Confederación Hidrográfica del Sur, para que no hubiera ningún problema con la visita. Digna de mención es la amabilidad con las que nos atendió el guarda que nos estuvo contando varias anécdotas del lugar y nos abrió las puertas para no tener que saltar ninguna valla de forma ilegal. Siendo esta la guinda del pastel de una X Edición del Jurásico, que de todas las realizadas hasta la fecha, fue la más suave, en cuanto al desnivel de subida afrontado, pero sin perder un ápice de belleza, como denominador común de las ediciones anteriores, descubriendo nuevos rincones, nuevas panorámicas y perspectivas muy distintas a las tradicionales.
Al abandonar la idílica casa, realizamos el mismo itinerario que siguió la comitiva del Rey D. Alfonso XIII, tras el fastuoso almuerzo en la Casa del Administrador, aquel lluvioso 21 de mayo de 1921 para colocar la última piedra del Embalse del Chorro, firmando el acta de finalización de la obra, sobre una mesa y un sillón labrados en la misma piedra usada en la construcción del embalse, que fueron arrojados al embalse por los camaradas republicanos como señal de desprecio ante cualquier institución monárquica, en los primeros meses de la Guerra Civil, y que posteriormente fueron recuperados y reubicados en su lugar original que son los que hoy ocupan, como recuerdo de lo que fue una gran obra de ingeniería para el benefició general de muchos miles de malagueños, abastecidos de un caudal de agua permanente y electricidad, tanto a nivel doméstico como industrial.
En abril del año 2000, el diario EL PAÍS, sacaba a la luz, una denuncia que hacían tanto los Ingenieros de la Confederación Hidrográfica del Sur (CHS), como el alcalde de Ardales acusando al presidente de este organismo público de utilizar la casa del conde de Guadalhorce, en el pantano del Chorro, como una finca privada. El antiguo director técnico de la CHS, José Ignacio Pérez Ruiz, denunció al Ministerio de Medio Ambiente porque "desde julio de 1997 la casa del conde se convirtió en "Casa Villegas", sirviendo única y exclusivamente para el uso privado de José Antonio Villegas y su familia". El, por entonces, alcalde de Ardales, Salvador Pendón (PSOE) reclamaba esta mansión para uso público.
El ingeniero José Ignacio Pérez Ruiz (denunciante), que fue director técnico de la CHS y había sido relegado por el nuevo presidente de aquel organismo, acusando a José Antonio Villegas de "abuso de autoridad" e "irregularidades administrativas y legales". Pérez Ruiz envió en vísperas de las elecciones, el 10 de marzo de 2000, una denuncia a la secretaría general de la CHS, con copia al subsecretario del Ministerio de Medio Ambiente. En este documento, el ingeniero detallaba cómo el 25 de julio de 1997 el presidente ordenó que las llaves de la casa pasaran a su poder: "El señor Villegas Alés ha usado durante estos tres años y medio la casa del conde como le ha parecido. Cambió las llaves y sólo le proporcionó una copia a la limpiadora. En otro momento le pareció necesario mejorar la habitabilidad y encargó unas obras que le costaron a la Confederación más de 15 millones de pesetas". Este diario no ha podido confirmar el coste total de las obras. Pero tras hacerse con las llaves de la casa, en agosto de 1997, Villegas ordenó cambiar la solería, alicatados y sanitarios en los aseos de la planta baja y los cuatro cuartos de baño de la planta alta, la reposición del suelo del vestidor y la pintura exterior de toda la casa. La empresa Toquero SL, que realizó las obras interiores, pasó dos facturas (números 23 y 24) el 3 y el 10 de diciembre de 1997, por un importe total de 5.110.020 pesetas.
El alcalde de Ardales, Salvador Pendón afirmó que en la casa "se habían celebrado fiestas" para las que "los dos restaurantes de la zona habían servido comidas". "No puedo decir si en estas celebraciones había 15 ó 30 personas, pero me consta que se han producido". Villegas negó que se hubieran organizado fiestas en la "casa administración", como se la conoce oficialmente en la CHS. También negó el uso privado de la finca, excusándose con el argumento de: "Eso pasaba en la época socialista, allí ha estado durmiendo Rosa Conde, pero desde que estamos nosotros no ha ocurrido. Yo sobre todo la he utilizado como casa de representación; he organizado visitas de periodistas, reuniones de trabajo de los directores técnicos de la Confederación, y una vez acompañé al obispo de Málaga".
Otras fuentes señalaban que la familia Villegas había pasado en repetidas ocasiones varios días en la mansión: "Él, su mujer, sus dos hijos, su hija y una señora mayor que será su madre o su suegra". El presidente de la CHS admite que "alguna vez" ha ido "de paseo" con su familia y les ha acompañado su suegra, pero desafía a quien pueda demostrar que hayan dormido allí: "Nadie tendrá una foto mía durmiendo en la casa". También negó que hubiera pernoctado en la mansión el ex ministro Manuel Pimentel, como apuntaban las mismas fuentes. "He estado comiendo, con él y una tercera persona, en el restaurante El Oasis, pero no pasamos por la casa", añade.
EL PAÍS continuaba diciendo en aquel mismo artículo: La llamada casa del conde de Guadalhorce, es una mansión de unos 500 metros cuadrados, en dos plantas, desde la que el ingeniero Rafael Benjumea dirigió la construcción del pantano del Chorro entre 1914 y 1921. Benjumea fue más tarde nombrado conde del Gaudalhorce por Alfonso XIII. La casa está en un promontorio, buen mirador sobre el pantano, rodeada de jardines. Tradicionalmente ha sido utilizada por el ingeniero encargado de las presas. El alcalde Ardales, Salvador Pendón, critica que "antes, con gobierno socialista, y ahora con el popular, el uso de la casa no ha estado vinculado a la gestión de las presas, sino con el disfrute vacacional". La novedad, su opinión, es "que en la actualidad esté a disposición exclusiva del presidente de la Confederación". El Ayuntamiento reclama desde 1994, cuando fue aprobado por unanimidad en un pleno, que le cedan esta mansión para uso museístico y recreativo: "La casa no es imprescindible para el buen mantenimiento de las presas y, sin embargo, podemos instalar ahí un museo sobre infraestructura hidráulica y generación de energía, y su embarcadero podría ser utilizado por los visitantes".
Pendón también reprocha a la CHS "no plantar ni un solo árbol en cuatro años, no desalinizar los pantanos del Guadalhorce y el Guadalteba, abandonar los proyectos recreativos y haberse olvidado de los 100 trabajadores de Ardales que trabajaban 15 días al año en el vivero y les contaba para el desempleo agrario".

Tanto por aquel entonces, como a día de hoy,  podemos afirmar que el alcalde de Ardales: Don Salvador Pendón, llevaba más razón que un Santo y desde estas líneas aprovechamos para romper una lanza en favor del máximo aprovechamiento de los recursos de la zona, incluidas las que cayeron en el olvido como aquel Museo del Parque Ardales en la zona 2 de camping o por supuesto la visita a la Casa del Administrador, que podría resultar un complemento perfecto para añadir a cualquier ruta de la zona o simplemente como paseo posterior a una de las comidas que podemos disfrutar en los restaurantes de la zona. Con visitas guiadas y con el máximo respeto del entorno, que no sólo ayudarían a crear empleo, sino a reforzar aún más la vigilancia y el control de los guardas de la zona. Pues sería un lugar perfecto para instalar un museo de historia e Ingeniería del lugar. O bien, un alojamiento turístico que igualmente crearía puestos de trabajo, pero siempre con el acceso permitido a sus jardines y cenador, de forma controlada y respetuosa con el medio. Y no cerrado a cal y canto y prácticamente inaccesible para la inmensa mayoría de visitantes hasta la fecha, que sólo lo han podido contemplar desde la otra orilla.

1 comentario :

  1. Impresionante relato,lleno de importante historia. Gracias por su aporte.

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